Productividad lenta

Slow Productivity1 es el título del nuevo libro de Cal Newport, uno de mis autores de referencia en materia de organización del trabajo y productividad personal.

Este artículo de algo más de seis mil palabras, a pesar de su nivel de detalle, no es sustituto para el libro. Es una animación a su lectura, un resumen y una ilustración de algunos de sus temas desde la perspectiva del minimalismo existencial; también es una extensión de estos temas y una reflexión personal.

Productividad lenta: el perdido arte del logro sin quemarse

Cal Newport es un profesor universitario en ciencias de la computación cuya investigación está centrada en la teoría de los algoritmos distribuidos. En paralelo, y desde muy joven, ha perseguido también una carrera de escritor, su segunda —quizá primera— vocación. Hace años, hicimos un podcast 2comentando uno de sus libros más exitosos: Deep Work3.

Sus libros pertenecen al género que él ha bautizado como “smart self-help”, o autoayuda inteligente, una mezcla de los tradicionales libros de consejos y la escritura creativa de no ficción.
En el libro actual, ahonda en algunos de los temas tratados en Deep Work y sus otros libros, Minimalismo digital4, Un mundo sin email5.

Para hacernos una idea del personaje puedes echar un vistazo a su conferencia TED6 de hace varios años donde nos exhorta a dejar las redes sociales. A la manera neoludita, Cal carece de un teléfono inteligente, cosa que en mi experiencia es patrimonio de unos pocos “iluminados” minimalistas y otra gente de buen vivir.

La tesis del libro es que vivimos en un mundo profesional donde el concepto de productividad heredado de la era industrial se ha trasladado a la economía del conocimiento, dando lugar a la pseudo-productividad, una apariencia engañosa de productividad que nos aleja de nuestros objetivos individuales y empresariales u organizativos.

En el libro, hace un recorrido histórico por los distintos modos de organización del trabajo, desde los cazadores-recolectores, hace unos 300.000 años, pasando por la revolución neolítica y el paso al sedentarismo y la agricultura, hasta la abrupta transición a la era industrial en el siglo XVIII, que supuso un tremendo cambio en los modos de producción y organización del trabajo.

Desde mediados del siglo XX hasta la actualidad hemos visto la irrupción de otro tipo de trabajador –el trabajador del conocimiento– propio del cada vez más grande sector servicios, con funciones y características muy distintas al trabajador industrial tradicional.

El trabajador del conocimiento coincide con las características de un tipo de trabajador autónomo y creativo que el sociólogo español Manuel Castells denomino “Trabajadores autoprogramables7.

En la trayectoria laboral típica de la sociedad tardoindustrial (aunque sin duda nunca se llevó a cabo exactamente de este modo), una persona era preparada para realizar un oficio en el cual trabajaría durante el resto de su vida productiva, de nueve a cinco. En la economía de la información, ya no sucede así; más bien, el nuevo profesional de la información es, para emplear las palabras de Castells, “autoprogramable” y tiene la capacidad de reciclarse y adaptarse a nuevas tareas, nuevos procesos y nuevas fuentes de información a medida que la tecnología, la demanda y la dirección aceleran su ritmo de cambio.”

La ética del hacker8, Petra Himanen

Los trabajadores del conocimiento actuales trabajan en entornos complejos y deben coordinarse con otros trabajadores del conocimiento para lograr sus fines. Su modo de trabajo difiere sustancialmente de los operarios industriales regidos por las métricas de unidades producidas y tiempo empleado.
Cuando se intenta aplicar la forma de organización basada en instrucciones de las fábricas, o de órdenes y control de las grandes organizaciones burocráticas, el resultado es subóptimo.

Métricas de productividad erróneas

Las métricas que se empleaban en la economía agrícola o industrial miden muy indirectamente y de manera muchas veces engañosa los resultados y aportaciones de los trabajadores del conocimiento.
Por ejemplo, el número de horas presenciales en el trabajo es un indicador muy pobre de la contribución de un programador o experto en marketing a los resultados organizativos.
En el entorno académico, el número de publicaciones es uno de los indicadores que mide el rendimiento de un profesor de universidad pero conduce a efectos contraproducentes incentivando la cantidad sobre la calidad. A efectos prácticos, un académico puede considerar que cinco artículos científicos en cinco años de calidad media le hacen parecer más productivo que un único artículo más de fondo o innovador que abre nuevos caminos y que requiere mayor tiempo y calma para forjarse.

Otras métricas más o menos falaces, más o menos “de vanidad”, tienen que ver con el nivel de comunicación entre miembros del equipo: reuniones de coordinación, accesibilidad y rapidez en la respuesta vía email o WhatsApp, o número de informes generados.

Estas métricas son medios para conocer indirectamente el compromiso del trabajador con la organización y una medida indirecta de su contribución, pero cuando al trabajador se le paga por pensar, innovar y resolver problemas, puede que estos indicadores de productividad vayan muy desencaminados.

Marco mental de la pseudo-productividad

La pseudo-productividad del siglo XXI viene acompañada de valores y marcos mentales que enfatizan la rapidez, el frenesí, la visibilidad del trabajo. A esto en Estados Unidos se la ha dado en llamar la cultura “hustle” o cultura de la agitación. Daniel González, amigo estoico del blog, tiene un video de seis minutos donde explica el sentido de este concepto:

Cal Newport reacciona ante la pseudo-productividad y propone un nuevo marco mental sobre el que fundamentar el trabajo del conocimiento: el de la productividad lenta.

El concepto de trabajador del conocimiento es muy amplio e incluye a cualquier persona con autonomía en la definición de tareas y objetivos o en la organización de su trabajo. Asimismo, este trabajador depende de las ideas innovadoras y su capacidad de generación de ellas para aplicarlas a la solución de los problemas de su campo.

Podemos incluir aquí a programadores, profesores de universidad, ejecutivos, artistas, diseñadores, expertos en marketing, consultores, emprendedores y empresarios, soloemprendedores y en general muchos de los trabajadores autoempleados actuales.
En esencia, Cal se dirige a cualquiera que no tenga rígidamente pautada la forma de lograr los resultados, cuyo campo sea ambiguo y complejo, y dependa de su creatividad e imaginación para lograr los resultados. Esto puede incluir a cada vez a más trabajadores en el siglo XXI.

La dirección por objetivos o la más reciente dirección por valores han sido intentos de gestionar las condiciones del nuevo entorno económico, pero según Cal es necesario un cambio de paradigma.

Tres principios

Cal Newport resume su paradigma o marco mental en tres principios:

I. Haz menos cosas
II. Trabaja a un ritmo natural
III. Obsesiónate con la calidad

La segunda parte del libro fundamenta la inclusión de cada principio y hace sugerencias o propuestas específicas para aplicarlos en la vida real.

Al final del libro, relaciona el tercer principio (obsesión con la calidad) con los dos anteriores (hacer menos cosas y adoptar un ritmo de trabajo natural), mostrando que obtener calidad exige reducir el trabajo y trabajar con ritmos más naturales; a su vez, la reducción de tareas y adoptar un ritmo más pausado de trabajo, más sostenible y “ecológico” es lo que permite en el medio y largo plazo hacer un trabajo tan bueno que “no puedas ser ignorado” (So good that they can’t ignore you9 es otro de los libros de Cal Newport).

El autor, a través anécdotas, historias y biografías de artistas, escritores, científicos y empresarios de éxito, ilustra sus tesis y proporciona imágenes vívidas que quedan en la memoria y sirven de trampolín cognitivo para adaptar o aplicar a vidas profesionales más prosaicas, como las de la mayoría de nosotros.
En las páginas del libro aparecerán personajes muy conocidos como los Beatles, Steve Jobs, Madame Curie, Isaac Newton o Neil Gaiman y otros menos conocidos para el público español, como el escritor de no ficción creativa McPhee, la bailarina Maya Angelou, o la cantaautora estadounidense Jewel Kilcher.

Los ejemplos pueden parecer románticos y quizá en ocasiones algo grandiosos, definitivamente inviables o muy alejados para la mayoría de nosotros, que tenemos que equilibrar las necesidades económicas, con las familiares y las laborales y que no podemos dejarlo todo e irnos a vivir a una cabaña en el bosque para escribir o a una finca en Idaho donde nos despertemos con los trinos de los pájaros o podamos pasar horas paseando por las colinas de los alrededores.

Sin embargo, queda bien claro que estos ejemplos de artistas, científicos y escritores contienen valiosas enseñanzas para los trabajadores del conocimiento del siglo XXI. Son estos oficios artísticos los precursores y los que más experiencia y experimentación han desarrollado en la autoprogramación del tiempo de trabajo y la gestión de la energía personal para lograr obtener resultados extraordinarios.


I. Haz menos cosas

NO podemos hacer todo. Podemos hacer muchas cosas, pero es conveniente que hagamos las más importantes, las que generan más valor, las que tienen más repercusión. En todo caso, no podemos hacer todas a la vez.
Este principio está muy relacionado con uno de nuestros principios minimalistas básicos, el principio de concentración10.

La primera estrategia es ser siempre muy fuerte; primero en general y después en el momento decisivo. No hay ley estratégica superior ni más simple que mantener las fuerzas concentradas. Resumiendo: el primer principio es actuar con la máxima concentración.

Klausewitz. De la guerra.

En este blog, asociado a este principio, tenemos una larga lista de reglas minimalistas11 que intentan aterrizar la gran directriz y exhortación a concentrar nuestros esfuerzos. Esta lista es tan larga –y poco minimalista– que muchos han tildado nuestro minimalismo de «minimalismo robótico12«.

El principio de Pareto o regla del 80/2013, aunque no explicitado en el libro, sí está implícito en toda la filosofía del minimalismo y el enfoque lento de la productividad. En su forma más simple el principio de Pareto significa lo siguiente: no todas las causas tienen el mismo impacto o efecto sobre los resultados perseguidos, luego haremos bien en elegir juiciosamente qué hacer, y, sobre todo, ser implacables en lo que no hacer.

Embudo de la productividad

Otro principio implícito en la filosofía del trabajo de Newport es la concentración o el foco, la habilidad de centrar los esfuerzos y la atención en una sola dirección.
En esta línea, el autor habla en su blog de un concepto útil muy relacionado con lo anterior: el embudo de la productividad14.

Selección de actividades

La cantidad de tareas que podríamos hacer en un momento dado es enorme, podríamos decir que no hay más límite que el de la imaginación. Aquí es donde entra el primer elemento la productividad: la reducción de tareas a un número que permita maximizar los resultados y que sea compatible con los recursos cognitivos y psicológicos disponibles. Si no seleccionamos adecuadamente, corremos el riesgo de caer en el pozo sin fondo de la lista de tareas15.

Organización

Los locos de la productividad y otros sistematizadores suelen ser muy buenos en la organización, en el uso de herramientas y sistemas sofisticados que permiten ordenar los esfuerzos personales; pero si no ponen un filtro inicial en propósitos, proyectos o tareas ninguna organización va a conducirlos a la productividad. Además, no basta con que estas tareas sean pocas, sino que tienen que estar bien seleccionadas. Como dice Stephen Covey, “La eficiencia, que es hacer las cosas correctamente, es irrelevante hasta que estés haciendo las cosas correctas”.

Ejecución

Por otra parte, una buena selección de tareas y proyectos junto a con un sistema de organización adecuado falla si la ejecución es defectuosa, “visión sin ejecución es alucinación”:

Cal Newport ha incidido en cuestiones de ejecución y proporcionado consejos sobre minimalismo digital, eliminación de redes sociales, y reducción de interrupciones de email para maximizar el foco.

En una línea similar, en este blog hemos hablado de la regla de las tres Oes 16(Omisión, Organización, Optimización), que también enfatiza la eliminación y reducción de tareas como primera O de la productividad. Decir NO y “nuncanizar17 son consustanciales al minimalismo existencial y a la productividad personal.


El primer principio de la productividad de hacer menos se orienta en tres direcciones o desde tres perspectivas temporales distintas pero complementarias: el nivel de misión o estratégico, el de proyectos y el de tareas.

Reducción: misión

La manera más efectiva de perderlo todo es quererlo todo

No puedes ser escritor (Cómo ser un genio, nº 1) . —Rafael Sarmentero

Cuando tengo que tomar una decisión poco importante, siempre he creído mejor considerar todos los pros y los contras. En decisiones vitales, sin embargo, la decisión debería provenir del inconsciente, de dentro de nosotros.

Sigmund Freud

El nivel de misión tiene que ver con los propósitos. En terminología religiosa o corporativa, hablaríamos de nuestra misión o misiones: por qué estamos aquí, cuáles son nuestras metas generales en la vida profesional y personal. La propuesta de Cal es reducir a unas pocos nuestros propósitos vitales y metas a medio y largo plazo.

Kierkegaard escribió: “Pureza de corazón es querer una sola cosa”. Posiblemente muchos de nosotros querríamos tener ese nivel de intensidad y foco, donde un solo propósito consumiera, ocupara o diera significado a nuestra vida. Es el caso de visionarios empresariales como Steve Jobs, artistas disruptores como Vang Gogh o científicos entregados a sus investigaciones como Richard Feynman; en general, cualquiera que ha encontrado su Ikigai, o su razón para levantarse por la mañana.

En la cultura de las islas de Okinawa, el término ikigai hace referencia a “una razón para levantarte por la mañana”.
Todos necesitamos una. De lo contrario, la vida se torna un sinsentido sin ningún aliciente.
Cuantas más razones para vivir mejor. Pero es fundamental que tengamos siempre alguna. La que está más presente es la que más te define. Coincide con tu vocación. La mía es escribir.

No puedes ser escritor (Cómo ser un genio, nº 1)18 . Rafael Sarmentero

Recuerdo una escena de Ciudadano Kane donde el periodista que está investigando la vida de Kane, pregunta a Bernstein sobre Mr. Thatcher, el tutor de Kane cuando era niño y consejero financiero, del que dice que es “el mayor tonto que he conocido”; entonces el periodista replica que no debe de ser tan tonto si ha hecho tanto dinero, a lo que Bernstein responde que “ganar mucho dinero no es difícil …si es lo único que quieres”.

Ciertamente, la unicidad de propósito ayuda mucho a ser productivo, pero para la mayoría de nosotros resulta difícil querer una sola cosa y consagrar a ella nuestra vida.
Más bien, deberíamos pensar en un par de roles o papeles o áreas existenciales donde encontramos sentido. Para Cal Newport, es su trabajo de teórico computacional y profesor de universidad, su carrera de escritor y posiblemente, aunque no lo dice, su familia y su vida espiritual o religiosa.

Lo importante es definir esos pocos campos elegidos y enfocarse en unos pocos propósitos vitales.
¿Cuáles son los tuyos?

Reducción: proyectos

Cuidado con dispersar tus fuerzas, lucha constantemente por concentrarlas. El Genio se cree que puede hacer cualquier cosa que ve hacer a otros, pero seguro que se arrepiente de cada gasto mal calculado.

Goethe

Los proyectos 19son son esfuerzos con resultado definido y plazo limitado, de unas pocas semanas a un par de semestres, en los que centramos nuestra acción y atención. El trabajador del conocimiento, a diferencia del trabajador industrial o de las burocracias corporativas, que se centra más en operaciones diarias recurrentes, aporta valor a través de proyectos.

Newport también enfatiza la necesidad de mantener bajo control el número de estos. Podemos tener una lista de posibles proyectos, pero debemos priorizarlos y enfocarnos en cada momento en un número no superior a tres, so pena de dispersar nuestros esfuerzos y caer en el peligro que nos recuerda el refrán español “Quien mucho abarca, poco aprieta”. Los no elegidos quedan en la reserva a la espera de tiempo disponible para ello.
Una buena regla general es que para que entre en ejecución un nuevo proyecto ha de salir otro.

Reducción: tareas

Las únicas listas que funcionan son las que tienen solo un elemento.

Nassim Nicholas Taleb

Aquí llegamos al nivel de la actividad diaria donde hemos de luchar por controlar el número de tareas que planeamos durante un día.
El papel, como sabemos, lo aguanta todo, ya hable en otro lugar sobre el “pozo sin fondo de la lista de tareas20y como corre el riesgo de convertirse en una carta diaria a los Reyes Magos más que una estimación de lo que razonablemente podemos lograr en un día de trabajo.

Aquí debemos pecar de conservadores y no tratar de embutir en un día más tareas de las que podemos completar dejando tiempo de sobra para su consecución.

Reducir lo pequeño

Las pequeñas tareas, en cantidad suficiente, pueden actuar como termitas de la productividad, desestabilizando los cimientos de lo que estás intentando construir. Merece la pena hacer todo lo posible por mantenerlas bajo control.

Cal Newport. Slow Productivity. The Lost Art of Accomplishment Without Burnout

The main thing is to keep the main thing the main thing. —Kevin Kelly

Kevin Kelly, estudioso de la cultura digital

Siguiendo la poderosa imagen de Steven Covey en el clásico de la productividad Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, debemos evitar que la “arenilla de las tareas”, las pequeñas tareas necesarias, pero de poco impacto, terminen comiéndose nuestro tiempo y concentración.

Aquí hablamos de las reuniones rutinarias, el tráfago de emails, las cuestiones administrativas o de mantenimiento, la navegación por internet, y, en general todo aquello que tiene poca repercusión sobre los resultados finales pero de lo que solemos abusar.
Siguiendo también la imagen de Covey, deberíamos introducir primero nuestras piedras y “grandes rocas” semanales 21en nuestra agenda diaria, y, solo después, buscar el lugar para la arenilla.

Cal proporciona muchos consejos y sugerencias para mantener lo importante como importante a pesar de las exigencias y el dinamismo vertiginoso de muchos trabajos actuales.

Traer hacia sí en vez de ser empujado (“Pull instead of push”)

Esta es una propuesta de gran calado especialmente innovadora y novedosa: la de no asumir exigencias, demandas sobre nuestro tiempo o información de entrada que no estamos preparados para procesar.

Aplicada a nivel de organización serviría para evitar cuellos de botella en los procesos de trabajo y permitiría redistribuir los recursos materiales y humanos de la manera más eficiente para el logro de los objetivos finales. El autor proporciona varios ejemplos de este enfoque y su éxito en distintos entornos profesionales.

Pero, ciertamente, no podemos esperar a que la “buena nueva” del enfoque “pull” cale en nuestra empresa en particular. Entonces, ¿qué podemos hacer en el nivel individual para adoptar este enfoque?
Cal recomienda ser muy consciente de la carga de trabajo que uno tiene en cada momento, medida esta en número de proyectos y demandas de tiempo y esfuerzo, y no hincar el diente a más de lo que uno puede masticar y deglutir.

Esto significa definir claramente los proyectos en los que estamos trabajando en cada momento y su importancia. Como hemos dicho antes, tener más de tres proyectos a la vez supone dispersión, estrés y estar haciendo un esfuerzo continuo, posiblemente insostenible, por distribuir nuestra atención entre diversos focos. El resultado habitual es el de trabajar superficialmente en cada uno de ellos y hacer pocos avances significativos, o tensar la cuerda de nuestro horario y estrés volviendo estos esfuerzos contraproducentes en el medio y largo plazo.

Ayuda mucho ser capaz de evaluar honestamente y con precisión tu potencial de trabajo (una función del lugar, tu nivel actual de motivación y energía, los deberes y compromisos próximos, la disponibilidad de recursos y el nivel esperado de distracción) en un periodo dado de tiempo en el futuro (por ejemplo, el resto del día): pasarte de confiado o por el contrario pecar de falta de confianza sobre lo que puedes lograr lleva a asumir más o menos de lo que puedes gestionar adecuadamente, y ambas cosas llevan a ineficacias (conozco por experiencia directa las dos caras de este problema).

Terence Tao. Matemático australiano y Medalla Fields

Unida a esta consciencia clara de la carga de trabajo, está la necesidad de ser honrado con uno mismo y ser transparente con los demás: en cada momento, deberíamos ser claros sobre lo que estamos haciendo y sobre lo que podemos hacer y cuándo podemos hacerlo. Esto implicará decir no más a menudo o replantear prioridades si es que la decisión final la tienen los superiores jerárquicos.


II. Trabaja a un ritmo natural

El paradigma mecanicista ha de ser sustituido por uno más “ecológico”, más natural, en el sentido de que esté más alineado con los ritmos y naturaleza del trabajo que estemos realizando y nuestros niveles de energía psíquica y física.

Una vez más, el papel lo aguanta todo, y muchas veces parece que nos gestionamos a nosotros mismos como si estuviéramos gestionando una máquina, de manera rígida e ingenieril.

Cal, con todas las reservas ideológicas que se adivinan en su carácter y creencias, usa el concepto marxista de alienación o extrañamiento del trabajador de su trabajo y los frutos de su trabajo. Este es inherente al paradigma taylorista de la organización industrial del trabajo del siglo XIX y principios del XX: en él se trata al trabajador de la misma manera que se trata a una máquina, como una pieza inanimada y sin agenda del entramado productivo.

El choque entre el modo ingenieril de organización industrial y la naturaleza humana es quizá lo que hizo exclamar a Henry Ford “¿Por qué es que cada vez que pido un par de manos estas vienen con un cerebro al lado?«.

En la era de la información, se necesita transformar la vieja pregunta taylorista acerca del trabajo físico (a saber, “¿pueden las extremidades del trabajador operar de forma aún más efectiva?”) en otra de índole más espiritual: “¿puede la vida interior de la persona moverse de una forma aún más efectiva?”.

La ética del hacker, Petra Himanen

Si el cerebro acompaña cualquier trabajo industrial, por rutinario que sea, más acompaña el tipo de trabajo y experiencia del trabajador del conocimiento actual.

Algunas de las propuestas para trabajar a un ritmo más natural son las siguientes:


Tomate más tiempo para hacer el trabajo.
Abraza la estacionalidad
Trabaja poéticamente

Tómate más tiempo para hacer el trabajo.

En este apartado se habla de asumir una perspectiva más a largo plazo que permita asumir un ritmo variable en función de las circunstancias y obviar algunas de las métricas habituales conducentes a la pseudo-productividad.

Cuando hablamos de un trabajo creativo y complejo que requiere de ideas, la acción más productiva del día puede estar en dar un largo paseo después de comer sin pensar en nada en particular, como forma de entrar en una modalidad menos enfocada del pensamiento y para permitir que el tiempo de contemplación obre su efecto en forma de pequeñas y grandes revelaciones. De esto hablamos en la rutina itinerante de Homo Mínimus22.


Los paseos en buena compañía, quizá disfrazado de dandi y quizá no, son formas relajadas de dejar volar la conversación y la imaginación que pueden hacer fluir las ideas.

El autor recomienda doblar el tiempo proyectado para acabar los proyectos y nos recuerda el sesgo de planificación23 en los proyectos, que nos suele llevar a infravalorar el tiempo necesario para completarlos.

Otros consejos tratan sobre la simplificación de los días de trabajo y la asunción de algún sistema como el de agenda fija24.

Por último, y esto creo que es tremendamente importante, perdonarse a uno mismo por no completar tareas o proyectos en el tiempo estimado. Después de todo somos humanos que queremos hacerlo lo mejor posible, pero a su vez somos finitos en capacidad y conocimiento.

Abraza la estacionalidad

En este blog hemos hablado mucho de los ritmos y de la necesidad de equilibrarlos. Soojung-Kim Pang, el autor de Descansa. Produce más trabajando menos25 en su manifiesto por el descanso deliberado26 ilustra extraordinariamente la necesidad y belleza de adoptar un ritmo mucho más natural y sostenible, tan distinto a la cultura de la agitación (“hustle culture”) de la que hablamos antes.

El descanso resulta ser como el cantar o el correr. Todo el mundo sabe básicamente cómo hacerlo. Pero con un poco de trabajo y comprensión, puedes aprender a hacerlo mucho mejor. Puedes disfrutar el descanso más profundamente y salir más fresco y revitalizado.
Las personas no llegan a ser expertos de talla mundial solo a través de la práctica deliberada. También practican lo que podríamos llamar descanso deliberado. Encuentran descanso que es psicológica y físicamente reparador, y también mentalmente productivo. El descanso deliberado te ayuda a recuperarte del estrés y el cansancio del día, permite que las nuevas lecciones y experiencias se asienten en tu memoria y proporciona a tu mente subconsciente espacio para seguir trabajando.
Y es a menudo en estos periodos de descanso deliberado y aparentemente ocio —cuando no estás explícitamente trabajando o esforzándote— que puedes tener algunas de las mejores ideas.—

Manifiesto por el descanso deliberado. Soojung-Kim Pang.

El paradigma del velocista vs el del maratoniano27 del que también hemos hablado en este blog abunda en la misma línea: no se trata de tener un ritmo lineal y cumplir hitos de manera rígida y previsible, sino de tener en cuenta la naturaleza de la energías física, mental, emocional y espirituales humanas para permitirnos la necesaria recuperación antes de los esfuerzos.
Como bien sabemos, cualquier deportista de élite dedica cien veces más de tiempo a la preparación y el entrenamiento que a la ejecución y la competición, y para ellos el descanso es parte integral y esencial del entrenamiento.

Maratonianos al final del camino…

Cal hace propuestas como planificar temporadas bajas de esfuerzo reducido, tomarse vacaciones o sabáticos de algunos meses más a menudo.

Para ampliar esta línea de pensamiento y aplicarlo a una escala de vida, puedes leer el artículo Regla de Distribución del tiempo de trabajo en la vida28” y las ventajas de una vida profesional puntuada de amplios descansos, a semejanza de los años sabáticos de los académicos.

Los descansos no son solo los más conocidos sabáticos o vacaciones anuales, sino que también incluyen la “pequeña estacionalidad” con iniciativas como los lunes libres de reuniones, proyectos menos exigentes después de los más tensos o difíciles o tomarse una tarde de trabajo libre para ir al cine o tomarse un café en una cafetería tranquila.

Mejor ser un velocista lleno de potencia y vitalidad

Trabaja poéticamente

Poéticamente habita el hombre el mundo.

Hölderlin

Esta propuesta sobre la forma de lograr un ritmo más natural de vida y trabajo profesional es la que más ha resonado conmigo.

Hay dos aspectos que quiero recalcar: la importancia de los rituales y el aprovechamiento de la experiencia de los profesionales creativos. Aquí incluimos la importancia del lugar de trabajo y su elección estratégica, los rituales de inicio del día, las reglas sobre cuando acabar la jornada de trabajo, y hasta extrañas costumbres para hacer más probable la inspiración:

[Goethe] había pasado por la casa de Schiller y, al descubrir que su amigo no estaba, decidió esperar a que regresara. En lugar de desperdiciar unos momentos libres, el productivo poeta se sentó en el escritorio de Schiller para apuntar algunas notas. Luego, un olor peculiar hizo que Goethe se detuviera. De alguna manera, un olor opresivo se había infiltrado en la habitación.

Goethe siguió el olor hasta su origen, que en realidad estaba justo donde él estaba sentado. Provenía de un cajón en el escritorio de Schiller. Goethe se inclinó, abrió el cajón y encontró un montón de manzanas podridas. El olor era tan abrumador que se mareó. Se acercó a la ventana y respiró algunas bocanadas de aire fresco. Goethe naturalmente estaba curioso acerca del tesoro de basura, aunque la esposa de Schiller, Charlotte, solo pudo ofrecer la extraña verdad: Schiller había dejado deliberadamente que las manzanas se echaran a perder. El aroma, de alguna manera, lo inspiraba, y según su esposa, él «no podía vivir o trabajar sin él.»

Citado en Marginalian. Maria Popova29

Las manzanas podridas, las ovejas negras y casos límite, así como los rituales30, tienen una sección en este blog y hemos investigado con cierta profundidad los hábitos intelectuales de escritores como Raymon Chandler y su técnica de las O alternativas31, Hemingway y el dejar el trabajo en un momento interesante32.

Cal Newport resume aquí sus consejos sobre los rituales de trabajo:

Mi consejo aquí tiene dos partes. Primero, forma tus propios rituales personalizados en torno al trabajo que consideres más importante. En segundo lugar, al hacerlo, asegúrate de que tus rituales sean lo suficientemente llamativos como para cambiar efectivamente tu estado mental en algo que apoye más sus objetivos.

También hemos escrito en el “Tao de la Productividad”33 sobre como un genio matemático como Terence Tao organiza su trabajo intelectual, y su deliberada y sofisticada organización del trabajo. Especialmente interesantes son sus observaciones sobre el manejo de los ritmos y su gestión de la energía psíquica:

Otro asunto es que mi habilidad para hacer trabajo matemático serio fluctúa mucho de un día a otro; a veces, puedo pensar intensamente sobre un problema durante una hora, otras veces me siento preparado para escribir los detalles completos de un esbozo que mis coautores o yo ya hemos escrito, y en otras ocasiones solo me siento capacitado para responder al correo electrónico y hacer recados, o simplemente para dar un paseo o echarme una siesta.

Terence Tao

Sorprendentemente, muchos de sus métodos son perfectamente aplicables en otros ámbitos laborales que requieren de cierta creatividad y conexión de ideas.


Uno de mis amigos, caso límite, oveja negra a ratos y nunca manzana podrida, el poeta Rafael Sarmentero, alias “El Genio” (creo que debería quitar las comillas y el alias), al que también dedicamos un artículo, Lo que podemos aprender de Rafael Sarmentero34, nos proporciona un montón de datos reveladores sobre la trastienda de la creación y corrobora el en apariencia contradictorio nexo entre disciplina y ritualización de la vida y el trabajo, por un lado, e inspiración, flujo, imaginación e improvisación por otro.

Rafael Sarmentero trabajando

Necesitamos inspiración, pero solo la vamos a lograr si va precedida de transpiración.
De El Genio me quedo con uno sus poemas moralizantes más incisivos:

La diferencia entre nada y todo es un poco.
No es un juego de palabras.
Tienes un proyecto. No le dedicas tiempo. Pasan los días y tienes y no tienes nada.
Sin embargo, si le dedicas un poco cada día, al final tienes un proyecto terminado.
Entre nada y todo hay una diferencia muy grande.
Pero entre nada y un poco, la diferencia es un poco.
No supone un gran esfuerzo y representa un gran cambio.
Un poco lo es todo.

No puedes ser un escritor (Cómo ser un genio, nº 1) . —Rafael Sarmentero


Muchos pocos en el tiempo terminan por crear un todo. Así que atento a esos pocos. Después de todo, una acumulación de cotidianos infinitesimales es lo que termina generando el área bajo la curva de nuestras vidas.




III. Obsesiónate con la calidad

Se debe apreciar la intensidad más que la extensión: la perfección reside en la calidad no en la cantidad. La extensión de por sí sola nunca se eleva por encima de la mediocridad, y es la desgracia de los hombres con amplios intereses generales que mientras que les gustaría tener un dedo en todas las tartas no la tienen en ninguna. La intensidad proporciona eminencia y eleva a lo heroico en material sublime.

Baltasar Gracián. El arte de la prudencia.



Según Cal Newport, no necesitamos ser perfectos en cada uno de nuestros proyectos. Lo importante es la mejora continua, que el siguiente proyecto añada alguna habilidad más a nuestro arsenal y seamos profesionalmente un poco mejores que ayer.

Es esta competencia profesional creciente basada en la calidad de nuestro trabajo la que nos permite elegir nuestros trabajos en el futuro, nos abre oportunidades profesionales y a su vez permitirá que podamos vivir según las características y métodos de la productividad lenta de la que hemos hablado arriba.

Si, de acuerdo con el filósofo Spinoza, «La alegría es el paso del hombre de una menor perfección a una mayor» entonces la felicidad podría ser una actividad, no un estado del alma, no un punto final; aplicándolo a nuestra actividad profesional la felicidad profesional no es una posición de llegada, sino un camino donde nos esforzamos, a la manera de un habilidoso artesano, por crear productos únicos y cada vez mejores para nuestros clientes.

Aquí enlazamos con otro de los temas centrales del pensamiento de Cal Newport: la búsqueda del expertismo en un área profesional. En esencia, su fórmula consiste en desarrollar a lo largo de años y décadas destrezas únicas (cada uno las suyas en su área profesional) que sean valoradas por alguien en el mercado (es decir, por suficientes seres humanos como para que su ejercicio sea rentable) y que podamos replicarlas o repetirlas (que no sean flor de un día o fruto del azar).

Me paro aquí un momento y recalco la segunda condición: «valoradas por alguien en el mercado». Olvídate de la pasión y de tu ombligo, concéntrate en hacer algo bien para otros seres humanos. Puede que seas el campeón mundial de petanca, pero «de la petanca no se puede vivir».

Como escribe Raúl Hernández, al hilo de esta noticia:

Así que la reflexión del chaval de la petanca tiene más miga de la que parece. La idea de «ganarse la vida» sigue siendo fundamental. Y uno no tiene la vida ganada porque sí, y tampoco tiene derecho a ganársela como él decida. Hay caminos que te lo permiten, y caminos que no. Y uno tendrá que elegir entre los primeros. Y el resto, sea jugar a la petanca o cualquier otra cosa… para tus ratos libres.

Vivir de la petanca y otras aspiraciones. Raúl Hernández González.35

Haríamos bien entonces en poner en el centro a otros seres humanos y olvidarnos un poco de nuestras pasiones siguiendo el consejo de Cal de «ser tan bueno en algo que no puedan ignorarte». Posiblemente, el compromiso previo con el propio trabajo y el ser útiles para nuestros semejantes esté por encima de cualquier pasión inicial que lo justifique todo.

Nuestra vida profesional no es solo un esfuerzo autista de satisfacción personal y persecución de nuestros sueños. Si queremos poder sostener una vida significativa y ser retribuidos por nuestros esfuerzos debemos buscar la manera  de encajar nuestro trabajo con las necesidades de otros seres humanos. Nadie nos debe nada, y si queremos que alguien haga algo por nosotros, también debemos estar dispuestos a encontrar la manera de hacer algo por los demás.

Si un hombre tiene buen maíz o madera o tableros o cerdos que vender, o puede fabricar mejores sillas o cuchillos u órganos de iglesia que cualquier otro, la gente se abrirá paso a través de un camino de cabras, aunque esté en medio del bosque.

Ralph Waldo Emerson. Fuente: Wikipedia.

Dentro de este marco de desarrollo profesional, es claro que ha de primar la búsqueda de la calidad creciente en el trabajo, por encima de los resultados inmediatos o a corto plazo. Por otra parte, uno ha de encontrar sentido en lo que hace y desarrollar un compromiso inequívoco con el área profesional elegida.

La calidad abre oportunidades, pero también justifica nuestra existencia, crea sentido. Un trabajador que solo obedece órdenes y no ha decidido transformar su trabajo e impregnarlo de sentido, deja pasar el tiempo esperando que transcurran los días, como el preso que espera el permiso carcelario de fin de semana. Para él, quizá es razonable poner su mente y su espíritu en piloto automático esperando al fin de mes y cobrar el sueldo, o esperando el verano y gozar de varias semanas de libertad condicional.

Pero es distinto cuando los resultados que persigues no son automáticos, previsibles o rutinarios, cuando quieres desarrollar el orgullo profesional de un artesano y ejercer el poder de tu inteligencia creadora.

No creo que exista una métrica del significado, la cuantificación tiene un límite; no todo lo que se puede medir cuenta, ni todo lo que cuenta, en este caso el sentido, puede medirse.

Una percepción holística e integral de la vida, las prioridades, la misión, la relación con nuestros semejantes, con la tradición y nuestra comunidad, con D-os o el Cosmos, nos proporcionará la orientación vital que nos diga, tripas adentro, en nuestro fuero interno, si estamos yendo en la dirección correcta.



¿Y cuál es el truco para lograr la calidad?

En una escena de Lawrence de Arabia, T.E Lawrence enciende un cigarrillo y apaga el fósforo frotando sus dedos… un hombre poco después intenta hacer lo mismo…

Hombre: ¡Oh! [quemándose los dedos] ¡Cómo duele!

Lawrence: Claro que duele.

Hombre: Entonces, ¿dónde está el truco?

Lawrence: El truco, William Potter, es que no te importe que te duela.

Obtener la calidad duele, requiere esfuerzo, sudor y algunas lágrimas. Requiere sacrificio en lo inmediato y durante mucho tiempo con la esperanza de obtener algo mejor en el futuro. Requiere los ritmos más pausados y lentos de la creación y el desarrollo profundo de habilidades.

En tres palabras: no hay atajos.

Conclusiones sobre el libro y recomendación

Slow Productivity es digno de leerse por la importancia del contenido y el cuidado artesanal con que a lo largo de los años Cal Newport ha gestado esta obra.

El libro, por el momento, no está disponible en español, aunque lo estará en enero de 202536.

Espero que este artículo de 6.000 palabras te haya servido de aperitivo y acicate para seguir explorando por tu cuenta, quizá tomando como punto de partida algunas de las referencias que he proporcionado y algunos artículos de este blog.

Quién tenga más curiosidad sobre Slow Productivity o algún otro aspecto relacionado con los temas del libro, puede preguntarme en comentarios e intentaré responder lo más precisa y claramente que pueda.

Como siempre, la conversación continúa ahí abajo.

Referencias

  1. Slow productivity. The Lost Art of Accomplishment without burnout. Cal Newport. ↩︎
  2. Podcast sobre Deep Work. En blog Homo Mínimus. ↩︎
  3. Céntrate (Deep Work): Las cuatro reglas para el éxito en la era de la distracción. Cal Newport ↩︎
  4. Minimalismo digital: en defensa de la atención en un mundo ruidoso. Cal Newport.
    ↩︎
  5. Un mundo sin email: reinventando el trabajo en un mundo con exceso de comunicación. Cal Newport.
    ↩︎
  6. Por qué deberías dejar las redes sociales. Artículo con traducción de HM de su conferencia TED. ↩︎
  7. Trabajadores autoprogramables. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  8. La ética del hacker. Pekka Himanen. ↩︎
  9. So good they can’t ignore you. Cal Newport. ↩︎
  10. Principio de concentración. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  11. Sección en el blog sobre reglas minimalistas. ↩︎
  12. Minimalismo robótico. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  13. Principio de Pareto o Regla del 80/20. Artículo en Homo Mínimus ↩︎
  14. The productivy funnel. Artículo en blog de Cal Newport. ↩︎
  15. El pozo sin fondo de la lista de tareas. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  16. Regla de las tres oes del minimalismo existencial. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  17. Lo difícil es nuncanizar. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  18. No puedes ser escritor (Cómo ser un genio, nº 1). Rafael Sarmentero. ↩︎
  19. Operaciones y proyectos. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  20. El pozo sin fondo de la lista de tareas. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  21. Cinco grandes rocas. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  22. Rutina itinerante de Homo Mínimus. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  23. Sesgo de planificación. Wikipedia. ↩︎
  24. Fixed-Schedule Productivity: How I Accomplish a Large Amount of Work in a Small Number of Work Hours. Artículo en Blog Cal Newport. ↩︎
  25. Descansa. Produce más trabajando menos. Alex Soojung-kim Pang. ↩︎
  26. Manifiesto por el trabajo deliberado. Traducción de Homo Mínimus. ↩︎
  27. Paradigma del velocista vs maratoniano. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  28. Regla de la distribución del tiempo de trabajo en la vida. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  29. The Odd Habits and Curious Customs of Famous Writers. Blog The marginalian. Maria Popova. ↩︎
  30. Sección rituales en Homo Mínimus. ↩︎
  31. Técnica de las 0 alternativas. Artículo en Homo Mínimus ↩︎
  32. Lo que podemos aprender de Ernest Hemingway. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  33. El Tao de la productividad. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  34. Lo que podemos aprender de Rafael Sarmentero. Artículo en Homo Mínimus. ↩︎
  35. Vivir de la petanca, y otras aspiraciones. Artículo en blog de Raúl Hernández González. ↩︎
  36. Anuncio de publicación libro en español en enero 2025. Amazon.es. ↩︎

14 comentarios sobre “Productividad lenta

  1. Vaya….. no estoy suscrito porque me gusta ser yo quien tenga la costumbre de entrar en las páginas. Y hoy he pensado… «¿qué será de Homo Mínimums….?» Y resulta que publicaste ayer. Si esto no es telepatía….. no sé qué otra cosa será.

    Pero no he leído el post entero todavía. Me lo leeré luego con calma. Me parece muy interesante la idea de hacer lento, pocas cosas, etc. Al final no deja de ser un preocuparse por el desarrollo personal y de enfocarse en lo que uno hace. Y no en hacer muchas cosas en poco tiempo.

    1. Creo que antaño recomendé a la gente que se diera de baja del blog y que entraran cuando les apeteciera (enfoque pull versus enfoque push). Es mucho más inteligente consumir información y conocimiento de esta manera.
      Pues me alegro que entraras justo después del artículo de ayer porque he puesto mucha energía y horas en su escritura. Es quizá el más largo que nunca he escrito. Ya me contarás qué te pareció si es que llegas al final… porque alguna gente me ha dicho que es demasiado largo para un blog. ¡Buenos días y buena suerte!

  2. Hola soy Jose

    Brillante como siempre. No las he contado pero me he comido las 6000 palabras del tirón y eso en los tiempos que corren es un triunfo. Efectivamente hay que bajar el pistón o cambiar de vida, me he visto reflejado en «deja pasar el tiempo esperando que transcurran los días, como el preso que espera el permiso carcelario de fin de semana»

    Lo que no consigo encontrar es mi Ikigay, mi «que quieres ser de mayor». Quizá haciendo la vida más lenta lo encuentre alguna vez.

    Gracias

    1. Estamos casi en el mismo barco, Jose. Yo he intentado encontrar el ikigai en algunas cosas como la petanca, pero como el chico del artículo, tuve que volver a estudiar.

    2. Volviendo a tu comentario: creo que la lentitud es parte de la respuesta a nuestras preguntas, o, mejor dicho, la condición de posibilidad de las buenas respuestas.

  3. FLAMES: También me he sentido muy identificado. Me he hecho con el libro del mismo autor sobre ello ENFOQUE. Muy interesante, didáctico…..y como todo: a ponerlo en práctica poco a poco y a ir corrigiendo actitudes perniciosas…. como la de escribir en el blog de otro…. 😉

    1. Sé que no te lo vas a creer o igual sí porque he respondido inmediatamente a tu comentario. Cuando has escrito tu comentario estaba leyendo un comentario tuyo de hace de más de 10 años y estaba considerando introducirlo en un próximo artículo (los genios robamos, ya sabes) Este era tu comentario:

      Flames
      17.12.13 a las 7:17 am Editar
      Memorable el prototipo de artículo de arriba. Me viene como anillo al dedo para lo que estoy haciendo ahora.

      Respecto a los consejos…… me debato en sugerir que el artículo sea más corto……. y decir que no puedo decir que sobre nada.

      Por cierto –y por si te sirve de algo– recuerdo una anécdota de Zweig que decía que el quería que sus escritos tuvieran un ritmo, una continuidad en la que nada sobrara. Como lector no soportaba los bajones ni los párrafos vacíos o de relleno. Una vez se levantó de la cama emocionado porque había dado con una solución para un párrafo. Su mujer le preguntó si es que se le había ocurrido algo, y el contestó que no, que había logrado quitar una frase y que mejorara el párrafo.

  4. Gracias por el artículo. Mi primera recalada, y satisfactoria, en esta página. Da gusto ver que en algún sitio de internet sigue habiendo calidad.

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