Esta semana ha sido intensa. En nuestra novena misión pretendíamos negarnos a nosotros mismos; esto es, decirnos NO más a menudo. En una práctica anterior del Curso de plena presencia habíamos aprendido a ser más conscientes de las microtentaciones o microimpulsos, y esa conciencia ampliada que hemos ido desarrollando en los últimos meses nos ha permitido estar más alerta e ir un paso más allá: inhibir el impulso y evitar dar rienda suelta a la tentación o microtentación.

Por qué es bueno NEGARSE a uno mismo
Como vimos en el artículo Regalos al yo futuro, este decir NO es un decir SÍ a alguna versión futura de nuestro yo, hacerle la vida más fácil a un sucesor temporal del yo presente. Pretendía con este marco conceptual ontológico desarrollar la empatía y la compasión por nuestros yoes venideros.
No nos decimos NO y evitamos las tentaciones porque acaso seamos masoquistas o porque sostengamos una visión ascética de la vida. Nos decimos NO porque queremos obtener un mayor valor en el futuro o porque el decir SÍ a una tentación en el presente nos pondría en aprietos y nos haría la vida más difícil o se la haría más difícil a nuestros seres queridos, incluyendo nuestros yoes temporales futuros.
Por ejemplo, si durante la semana decimos no al postre azucarado, a la televisión basura, a la navegación inconsciente en internet (porque nos quita tiempo y atención de nuestros proyectos y tareas prioritarias), cosecharemos avances y satisfacción personal en un no muy distante futuro; nuestro peso estará mejor regulado y las armas de distracción masivas estarán bajo nuestro control consciente.
En el artículo Cómo electrificar tu correo electrónico proporcioné un método para reducir nuestra vulnerabilidad a las tentaciones en forma de distracción electrónica: aprendimos reglas de gestión del correo que mueven la balanza motivacional hacia la concentración y la alejan de la gratificación fácil e inmediata de consultar frecuentemente el correo.
Cómo dejar el azúcar o la sacarina
Hace muchos años que dejé el azúcar. La sacarina por temporadas. Esta es una ocasión excelente para dejar definitivamente la sacarina.
~Herman
Por si estos retos no fueran pocos, al final de la semana propuse un nuevo reto: eliminar el azúcar del café, el té, el mate o otro tipo de infusiones. Propuse que lo intentaras cuatro días, pero hacerlo una sola vez ya puede considerarse un triunfo personal.
Aunque suelo defender siempre un enfoque gradual para el cambio de hábitos, en el caso del azúcar en el café propuse una terapia de choque expeditiva y totalmente resolutiva; en vez de reducir poco a poco la cantidad de azúcar, eliminarla de golpe. A mucha gente le funciona:
Mi mejor arma para cualquier cambio de hábitos es el pleno convencimiento de que es lo que necesito, y luego me lanzo sin dudas y de golpe. Paso del todo al nada y me da muy buen resultado, eso sí, el convencimiento o creencia no ha de tener fisuras.
~Juan Nuñez, del blog Aprendizaje y vida
Me chifla tu blog. Lo sigo siempre aunque no comente.
Sobre el tema de los impulsos tengo un ejemplo curioso: mi madre ha fumado desde los 30 años, muchisimo, sin plantearse dejarlo. Pero durante los embarazos, o en estancias en el hospital, no ha fumado ni un solo cigarro. Lo peculiar es que lo hace sin ningún esfuerzo, jamás ha dicho «como me apetece un cigarro!» y ella misma dice no sentir mono físico ni psicológico. Eso si, en cuanto puede, vuelve al vicio. De hecho, no creo que durante esos períodos haya tenido siquiera que controlar el impulso. Simplemente tiene un convencimiento y un motivo tan fuerte para no fumar (no perjudicar al bebé, no perjudicar a los otros pacientes) que el impulso no llega ni a surgir. Esto me ha hecho estar convencida de que lo principal es tener un compromiso claro en el que creer, al margen de sistemas graduales o radicales.
Sin duda, Petro. Creo que lo fundamental es tener una razón importante, algo que valores más que el hábito que vas a dejar. Después de todo, lo único que se puede oponer a un deseo es otro deseo más grande. En el caso de tu madre, el deseo de no perjudiciar al bebé sobrepasaba cualquier otra necesidad. Por lo tanto, para cambiar de hábitos hemos de hacer un poco de «soul searching» o búsqueda interior y encontrar dentro de nosotros los motivos.
Salud.
Esta consigna mola. Disfruté la que tuvimos parecida en la primera reencarnación y he disfrutado esta aún más si cabe. Esta semana, de hecho, ha sido diferente a la del primer trimestre; de algún modo, esta vez la he visto como un juego contra mí mismo: un yo que tendía una trampa y otro yo que trataba de evitarla. He aplazado conscientemente el deleite de montones de pequeñas cosas: desde probar la comida o la cena mientras las preparaba a leer en mi teléfono algún repentino correo electrónico, y me he sentido bien cada vez que me he ganado a mí mismo haciéndome trampas. En general, me ha ido muy bien.
Me gusta esa actitud lúdica tuya. A ver si te la copio. A veces confiero un tono ascético a las prácticas que no me ayuda demasiado a motivarme. Allá vamos.