El camino del Kaizen

 

 

 

Un viaje de mil Li empieza con un primer paso.

-Lao Tse

 

Cuando intentamos dar un golpe de timón  en nuestra vida nos solemos encontrar  con la inercia, la tendencia de todos los sistemas a mantenerse en su posición de equilibrio. Esto ocurre en las organizaciones y en los individuos. Todos conocemos personalmente la duración y eficacia de los buenos propósitos de comienzo de año, por poner un caso, o de los proyectos faraónicos de cambios de sistema en las empresas,  y su tendencia a  convertirse en zombis o proyectos muertos que se arrastran moribundos durante meses y años  hasta desaparecer.

En el mundo occidental el enfoque es «Más es más»: cuanto más esfuerzo realicemos más conseguiremos, y se considera de pobres de espíritu o poco ambicioso el orientarnos hacia  modestos avances. Cuando queremos progresar buscamos las grandes innovaciones y los cambios de paradigma. Tendemos hacia los cambios cuánticos.

La filosofía de Kaizen es igual de ambiciosa en sus metas finales, pero elige un enfoque centrado en el proceso y en el poder de los pequeños ajustes  para progresar. Se trata de realizar un cambio incremental. «Menos es más» ( al menos en el largo plazo).

El Kaizen, traducido del japonés como «mejora», supone un proceso de mejora constante e incremental desarrollado con pequeños pasos acumulativos, que pueden parecer insignificantes en un principio, pero que sostenidos de manera constante en el tiempo pueden alcanzar resultados extraordinarios. El sistema de productividad japonesa está organizado alrededor de este principio.

 La eficacia de este modo de pensamiento y acción  reside en su capacidad para pasar por debajo del radar del sistema de protección del organismo. Cuando nos enfrentamos a algo nuevo las alarmas se disparan y el miedo aparece. Cualquier modificación que queramos realizar en nuestra vida es potencialmente un peligro.  Para unos pocos, este miedo es transformado en energía y entusiasmo, pero para muchos de nosotros el miedo es paralizante, nos hace entrar en visión de túnel y termina por conspirar contra nuestras intenciones iniciales. Si en vez de orientarnos hacia un salto cuántico decidimos variar un solo elemento del sistema, el temor es más manejable.

Esta filosofía de la acción tiene por tanto un trasfondo minimalista: si queremos lograr algo mantenemos la meta a largo plazo,  pero nos centramos en el siguiente paso: pequeño, gradual y en apariencia modesto.

19 comentarios sobre “El camino del Kaizen

  1. es curioso como a veces el camino más recto entre dos puntos no es la linea recta. A veces parece que comenzar fuerte nos lleva a ganar «momentum», el problema es que se produce una reacción que lleva a procastinar, se vé el cambio como un esfuerzo muy grande, y nuestra mente lo resiste. Para evitar esa resistencia de la mente de mono es mejor presentarle una propuesta que parezca menos amenazadora. Por cierto me gusta mucho el blog, un saludo homominimus

  2. Los cohetes de la NASA de los años 50-60 hasta hoy, desarrollan una gran velocidad, suficiente para abandonar la órbita terrestre, pero a costa de quemarse y solo mantener el impulso durante minutos. Son por tanto poco útiles para viajes interplanetarios o más lejanos. Se pensó en los motores ionicos, de plasma, lumínicos etc. La idea que comparten todos estos motores: una pequeña aceleración pero sostenida en el tiempo. El principio matemático es siempre el mismo: la aceleración si es constante se puede convertir en una velocidad enorme. El capital puede crecer si el tiempo pasa y el tipo de interés se mantiene. En definitiva: el poder exponencial. Dicho principio japones parece basarse en lo mismo. Una menor «aceleración» pero combinado con una no-fricción que a la vez permita un sostenimiento del fenómeno, puede dar un resultado terrorífico a bajo coste energético-vital. Lo que más nos desgasta son los parones, pues es preciso volver a acelerar desde cero. El miedo como bien se comenta es un tipo de fricción, aunque puede haber otros, por ej: el desgaste de un derroche energético con los consiguentes parones. Todo método que pueda implementarse con esta filosofía, tiene que tomarse en cuenta porque puede rendir fantásticamente

  3. Pingback: Homo Minimus
  4. No soy de poner comentarios en los blogs que leo, pero el tuyo lo empecé a leer hace unos días en un afán renovado por limpiar mi vida de cosas y proyectos innecesarios, y me encanta tu enfoque pragmático.

    Además quería hacerte una matización (aunque quizá ya la sepas), ya que parece que te gusta como a mi llamar a las cosas por su nombre: Un «quantum» o «cuanto» es la unidad mínima de medida en cualquier sistema, así que aunque en las pelis siempre ponen el «cuántico» como algo enorme (velocidad cuántica, etc) en realidad significa algo ínfimo.

    Con esto y un bizcocho, nos vemos en el próximo post (uno más actual espero, que este tiene 8 años jajaja)

    Un saludo Sr. Minimus!

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