Revisión undécima misión curso de perseverancia

La práctica empieza a dar sus frutos. Esta semana he hecho cosas que llevaban tiempo en la lista de tareas pendientes. He hecho muchas cosas sobre la marcha. Y he hecho cosas que sencillamente no hubiera hecho. Por ejemplo, algunas llamadas de teléfono.

~Herman

En la misión de esta semana pretendíamos aprender a vencer las microevitaciones, los comportamientos de escape ante situaciones que nos provocan aversión. Como creo en el principio de gradualidad en el aprendizaje, o principio del kaizen, he preferido que la prueba se ocupara de situaciones ligeramente aversivas.

Herman, matando al dragón de la procrastinación esta semana.                                                                                (Foto: ‘Hawpar Villa’, por Amit Shah en flickr: https://flic.kr/p/fg6iVh)

Algunas lecciones aprendidas (o recordadas)

  • La vida cotidiana está plagada de microaversiones y sus correspondientes microevitaciones.
  • Las microevitaciones generan fricción existencial; esto es, la acumulación de esos pequeños roces de la realidad con el carácter consume energía mental, genera frustración, desazón, cansancio.
  • El minimalismo existencial, que es una aerodinámica de la acción humana, ha de tener en cuenta estas fricciones para reducirlas y permitirnos deslizar por el día con  gracia.
  • La procrastinación se empieza venciendo en las pequeñas cosas, en actos aparentemente insignificantes, como lavar los platos nada más acabar la comida, o recoger un papel del suelo cuanto lo ves, o hacer una llamada incómoda que día a día has demorado, o responder a un correo electrónico justo después de haberlo leído en vez de dejarlo oxidar en la bandeja de entrada.
  • Me sorprende seguir teniendo aversiones y microaversiones que ya tenía a los diez años. No puedo elegir mis aversiones, parece, pero sí puedo elegir mi reacción ante ellas. La diferencia entre el niño y el hombre es su disposición a hacer lo que hay que hacer en el momento adecuado sin importar lo que siente.

A propósito, sigo postergando la revisión de la misión ayuno de 24 horas de hace 2 semanas. Por supuesto que tengo buenas razones para ello. Pero es que la mente se pone al servicio de la indolencia con suma facilidad.

Atraviesa la puerta y mata al dragón.

~Herman (su comentario esta semana no tiene desperdicio. Os aconsejo que lo leáis por entero).

5 comentarios sobre “Revisión undécima misión curso de perseverancia

  1. Las dos prácticas, microevitaciones y microaversiones, me han parecido estupendas. En ambas sobre todo me ha ayudado el enfoque de que es un entrenamiento que me servirá para, tarde o temprano, vencer desafíos mayores. Si soy capaz de recoger ahora esas migas del suelo —algo que preferiría no hacer porque pienso que tengo millones de cosas más importantes— o de evitar caer en la tentación de abrir un diario digital, quizá esté dando un paso para desatascar un proyecto de mayor envergadura que por ahora avanza a ritmo de caracol.

    Aun a riesgo de ser injusto con las otras prácticas —y sin hacer memoria exhaustiva— del trimestre, juraría que estas dos han sido mis favoritas. Antes era autocrítico si me veía aplazar alguna microtarea, pero con eso —la autoconciencia— no bastaba; me faltaba encontrar una manera divertida de sacar provecho del diagnóstico y convertirlo en algo más. La práctica me ha ayudado a transformar el diagnóstico en acción.

    No he llevado el marcador, pero tengo la sensación global de que me ha ido bien (mejor que a España en el Mundial). He marcado más goles de los recibidos. 😉

  2. Aproveche mal la misión, pude haberla aprovechado para hacer cosas a las que le tengo un poco de miedo, pero tenía que fallarme la memoria… y tenía que estar bajo el influjo de mis temores, pero no un influjo del que soy consciente de manera plena, si no un influjo que me controla.

    Mi número máximo de tareas fue 38, demasiado menor a el de los impulsos inhibidos (semana 9) en el que me pase de 300…

    Hoy sentí a el «dragón» de la procrastinación, pero por mi salud lo que hice fue aplicar la atención plena y disfrutar del sentimiento de ansiedad y culpa, sin etiquetarlo, sin juzgarlo.

    Cada día es una nueva oportunidad para matar al dragón y estar un paso más cerca de dominar el universo…

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