¿Estás siendo deliberadamente lento esta semana?
Hace años vivía en una capital de provincia española, cada pocos meses volvía a Madrid, llegaba en autobús y tomaba el metro. Enseguida el frenesí de la vida de la capital me rodeaba: un marabunta de humanos que correteaban en todas direcciones, subían y bajaban escaleras como si no hubiera mañana, miraban sin ver y apretaban el paso.

–Un estudio del 2007 señala a Madrid como la tercera ciudad del mundo en la clasificación de ciudades donde se anda más rápido.
Yo acostumbro a andar despacio, pero era entrar en el metro y sentir que el ritmo había cambiado: ya no estaba en una apacible capital de provincia. Enseguida me contagiaba del entorno y aceleraba el paso para armonizar con mis congéneres. Sentía mi mente precipitarse también. Mi respiración iba más rápido. Me contemplaba desde fuera asumiendo el ritmo de los demás. Hacía una pausa mental y me preguntaba: ¿por qué corro? Si no tengo prisa por llegar a ninguna parte… Todo el mundo lo hacía a mi alrededor. Me paraba y me decía… no tienes que correr. No hay ningún fuego. Nadie te espera dentro de diez minutos. Y ralentizaba el paso, y los humanos de alrededor de repente parecían todavía más acelerados. ¿Dónde iban con tanta prisa?
Piensa en alguien “lento”. Quizá sean estas las palabras asociadas que te vengan a la cabeza: torpe, no muy avispado, ocioso, perezoso, quizá vago, de pocas luces.
En nuestra cultura, ser rápido es sinónimo de ser brillante, enérgico, resolutivo, productivo.
El ideal para muchos es completar sus actividades con rapidez y con eficacia. Si alguien se toma su tiempo al responder una pregunta habiéndola entendido, pensamos que nos está tomando el pelo, nos hace perder el tiempo o es que su sistema nervioso no está bien lubricado. En el colegio nos adiestran para responder bajo presión de tiempo. En cuanto al correo electrónico y las llamadas, las expectativas actuales son que has de estar siempre conectado y responder inmediatamente.
Se trata de hacer todo en menos tiempo, con menos coste y ser capaz de dar respuesta inmediata a cualquier problema o demanda que se presente.
Los medios de comunicación de masas nos dan lo que deseamos, no hay ninguna conspiración: productos que no quieren esfuerzo y que generan satisfacción inmediata, fáciles de digerir, de usar y tirar. La gente quiere novedad, y lo nuevo deja de serlo rápidamente. Aprende a programar en 10 días. Pierde peso en 30, aprende alemán en 6 meses, conoce China en 3 días, etc. Los libros muy gordos ya no son leídos. Las entradas en el blog son leídas en Z, el tiempo medio de permanencia en una página es unos pocos segundos. ¿Sigues ahí?
Es realmente cierto lo que comentas y que dificil es dejar de correr. Estoy haciendo un gran esfuerzo por evitar mis carreras y de pronto ya voy corriendo de nuevo. Mi esposa por lo general me dice los fines de semana, despacio, despacio no llevamos prisa. Ayer precisamente al trasladarme del trabajo a cas me dije que iba a ir a una velocidad menor (mi recorrido es por una autopista),de pronto me vi en la necesidad de rebasar dos vehiculos que iban muy lentos y detras de mi urgiendome una camioneta me encendia las luces para que me quitara y cuando vi ya iba corriendo de nuevo. Que dificil pero que necesario es bajar las revoluciones, porque con eso desaceleramos el estres.
Saludos
Ralentizar el ritmo al que nos movemos físicamente nos ayuda a ralentizar el ritmo mental. Pero todo el mundo parece conspirar contra nuestro deseo de ir más lentos… Al menos los fines de semana podemos intentarlo. Dile a tu mujer que te lo siga recordando. 🙂
Sigo aquí, pero acabas de estresarme 😉
El ritmo es contagioso. Tendemos a mimetizarnos con los demás, nuestro instinto nos pide que hagamos lo que hace el resto de la manada y es muy difícil mantenerse en el propio ritmo. Cuando daba clases de teatro a niños, practicábamos un ejercicio sobre los ritmos. Oye, no había manera de que cada niño conservara el ritmo que yo le había marcado, al cabo de unos minutos, todos llevaban un mismo ritmo al caminar. Se contagiaban. Igual que cuando un gato se asusta y sale corriendo, los demás gatos le siguen, aunque no sepan por qué. O cuando una paloma sale volando de repente y todas las demás hacen igual. Es supervivencia.
Mantener el propio ritmo es cuestión de tomar conciencia, mantenerse consciente todo el tiempo y tener suficiente personalidad.
El problema de ir demasiado deprisa es que no ves bien el paisaje. No es lo mismo un viaje en carruaje que uno en el AVE, aunque la ruta sea la misma. Lo mismo pasa con la vida, si corres demasiado, no te enteras de los lugares por los que has pasado, porque antes de que lo percibas ya estás en otro lugar con otras emociones.
El profesor Keating establece la misma relación que tú entre la conformidad (no seguir tu propia personalidad) y el ritmo en el andar:
http://youtu.be/6gxUwXl7ZQ8?t=7s
Tienes razón, Anca, el problema es que si vamos deprisa, no vemos bien el paisaje…
Tienes razón en tu reflexión, y lo digo porque soy uno de esos que camina rapido… No necesariamente porque vaya de prisa (no me afana llegar pronto al trabajo por ejemplo) sino solo por andar rápido… Vivo en una ciudad (Bogotá – Colombia) reconocida como una de las más estresantes del mundo, pero a la vez es asombrosamente lenta en muchos sentidos: en la velocidad a la que camina la gente, la parsimonia de los cambios, el atraso de las obras, la lentitud del tráfico… Los colombianos tendemos a ser bastante impuntuales y corremos mucho, pero igual llegamos tarde a todo. Es un contraste bien extraño.
Te entiendo, Homo. Yo corro maratones, pero solo en los de las ciudades que me permiten hacerlo casi como si los anduviera. Para mí, es la única manera de disfrutarlos. En cualquier caso, el debate hoy es si tenemos que pagar, los corredores más lentos, un plus por ocupar las calles durante tanto tiempo. Qué sabrán.
Os envío un vieo que he recordado al leerte, ¿bestial!
[vimeo 77489382 w=500 h=281] Adam Magyar, Stainless – Shinjuku (excerpt) from Adam Magyar on Vimeo.
Muchas gracias, Ramón. Es estupendo. Saludos
Con lo bien que se medita con un buen paseo…
Suerte tengo de ser canaria y conocer bien el termino «aplatanao» haciendo referencia a que somos lentos, pero no saben la filosofia que hay detras de un buen y lento paseo.
Me encantó la entrada 😉
Yo también soy de esas que anda siempre deprisa! Pero en Barcelona es lo normal… y de todos modos, siempre apuro al último momento antes de ir a algún sitio y eso hace que corra más. Esta semana estoy intentando salir antes y calcular más tiempo de desplazamiento para ir más despacio.
Gracias por el post!
Nunca he sido de los del paso «acelerao», de hecho, continuamente, pido a mis acompañantes o a los que acompaño, que aminoren el paso, sin embargo no me considero lento. En mis actividades ocurre lo mismo, no corro, pero tampoco soy lento, creo. Suelo acometer cada una con el esquema mental de los pasos a seguir, es una costumbre mía natural, no se los demás. No sé si soy lento o rápido, en realidad… ¿comparado con quién o con qué? En definitiva, lento/rápido son conceptos relativos. En un entorno urbano habrán ritmos lentos y rápidos, al igual que en un entorno rural y, puede darse, que el ritmo urbano «lento» de corresponda con el «rápido» rural. Para mi, la dicotomía es: estresado /no estresado. O sea, que puedes mantener un ritmo «rápido» con toda la tranquilidad del mundo. ¿Os parece paradójico?
Quizá lo de rápido físicamente no importe tanto como lo de rápido o apresurado mentalmente. Echa un vistazo al enlace que nos proporciona Nuria con un fragmento de Carmen Martín Gaite: http://www.casatiajulia.com/recetas-contra-la-prisa/
HAbemus mucha gente que vamos muy deprisa (que no quiere decir rápido) para no avanzar nada. Nos movemos con grandes aspavientos pero sin trasladarnos a ningún lugar.
Me regalaron hace unos meses un libro titulado «Elogio de la lentitud» de Carl Honoré. Puede que sea buen momento para comenzar a leerlo. Despacio. Espero.
Está probablemente entre los Top 10 de mi minimalismo. Tengo en mente hacer una reseña o resumen pronto.
Yo siempre voy lenta a todas partes (ritmo de pueblo donde 200 habitantes son muchos habitantes), y llegar a Madrid, tal y como dices, es como meterte en una centrifugadora a miles de revoluciones. Siempre me ha gustado mucho este artículo de Carmen Martín Gaite: «Recetas contra la prisa» (http://www.casatiajulia.com/recetas-contra-la-prisa/) que trata este tema de una manera fantástica:
[…]
“Vísteme despacio, que voy deprisa”, dice un refrán español. Lo cual no quiere decir: “deja de vestirme: mándalo todo al diablo, porque al fin ya no llego a tiempo”. Sino todo lo contrario: “vísteme con atención, haciendo bien lo que haces, y no pienses en si vamos a llegar a tiempo o no”. Parece una paradoja aconsejar reposo, serenidad dentro de la misma prisa, y, sin embargo, es la única forma de darle batalla, la única solución. Y es posible aunque sea difícil.
[…]
Gracias por la cita, Nuria.Es estupendo. Yo me quedo con este fragmento:
[…] Se puede dejar que la prisa invada nuestras piernas, nuestros brazos: que alcance a todos los miembros eficaces para servirla. En cambio, hay que poner a salvo nuestra mente, en cuyo terreno hace la prisa sus verdaderos y más lamentables perjuicios, ya que puede llegar a sustituir al pensamiento.
Creo que lo enviaré a mis suscriptores para que disfruten de él. El enlace a tu página.
Sí, ese fragmento también es de mis favoritos, pero el «Vísteme despacio, que tengo prisa» es mi refrán favorito, sin duda, incluso se lo digo al inicio de cada proyecto (web-tecnológico-rápido-rápido) a todos mis clientes.
Por cierto, ya puestos, ahí va otro enlace a un vídeo de la Gaite, que habla del ritmo lento y la necesidad de conversar bien, con calma: http://www.casatiajulia.com/filosofia-casa-tia-julia-ritmo-lento/ (es un fragmento de la entrevista «A fondo» que le hizo Joaquín Soler Serrano, que aquello sí que eran entrevistas hechas sin prisas, en las que el entrevistado incluso tenía tiempo de liarse un cigarrillo, como Josep Plá)
Y yo encantada de que mandes el enlace, claro que sí, todo lo que sea difundir a la Gaite para mí es un placer, si hasta me he metido en el lío de Casa Tía Julia por culpa suya y del ritmo lento 😉
Muy buen post el tuyo, por cierto, que no sé si te lo había dicho 🙂
Lentitud consciente hasta que se convierta en un hábito. Otra cara del autodominio. Un hábito que cambiará nuestra vida, nuestra calidad de vida.