El paradigma del velocista

(Este es el primero de una serie de artículos que tratan sobre el paradigma del velocista. He encontrado muy difícil sintetizarlo en uno solo y he preferido comunicar la idea en varios,  yendo contra mi costumbre de comprimir cada concepto  en una sola entrega)

Paradigma del velocista vs paradigma del maratoniano

Miremos la imagen de un maratoniano:

Delgado, casi esquelético, se le adivinan las costillas, parece exhausto, se arrastra casi al final de la carrera (llegue el primero o el último). Es la viva imagen del sufrimiento. Ciertamente muchos concluyen pero han pasado tres horas derramándose por la carretera. Su entrenamiento se basa en desarrollar resistencia a través del  esfuerzo de miles de  kilómetros  recorridos a lo largo de años de trabajo agotador.

Veamos ahora el aspecto de un velocista:

Musculoso, intenso, lleno de energía. Sólo 100 metros, ¡pero qué intensidad! Preparación y entrenamiento para darlo todo durante diez segundos. Cuando alcanza la meta, llega radiante, vibrante,  y se recupera con rapidez. Normalmente se entrenan en series  intensas seguidas de recuperaciones planeadas con precisión.

La literatura de la gestión del tiempo personal abraza implícitamente la primera versión: una organización del tiempo para llenar de actividades toda la jarra del tiempo del día con el mayor número de piedras-actividades, como si fuéramos un hombre gordo intentando embutir sus formas en unas ajustadas mallas de bailarina.  Así lo vimos, por ejemplo, en la técnica de las Cinco grandes rocas de Stephen Covey. El resultado final es que acabamos soportando jornadas larguísimas de esfuerzo sostenido llenas de tareas.

Jim Loehr y Tony Schwartz en El poder del pleno compromiso nos muestran otro sistema; lo llaman «El paradigma del velocista«: lo importante es  la administración de la energía, no del tiempo. Lo que nos permite dar lo máximo de nosotros mismos es el nivel de energía del que disponemos. ¿De qué sirve programar cuidadosamente actividades y priorizar nuestros asuntos si cuando vamos a llevarlos a cabo no tenemos el empuje necesario para ello?

Energía y recuperación

Los métodos tradicionales de gestión del tiempo enfatizan las tareas y las prioridades; el método de Loehr y Schwartz,  la energía y el equilibrio entre distintas dimensiones vitales; la dirección de los asuntos personales ha de tener en cuenta la energía de la que disponemos en todos los niveles: físico, emocional, mental y espiritual.

La esencia de su método está en encontrar la adecuada combinación de  trabajo intenso y recuperación. Es más, la recuperación es la condición necesaria para el trabajo intenso: de otra manera es tiempo de trabajo presencial, no realmente eficaz y centrado, y podemos acabar quemados con cierta facilidad.

El trabajo intenso es un trabajo enfocado, con plenitud de recursos, resolutivo,  con metas claras en la que ponemos el máximo de nosotros. No es incompatible con seguir teniendo en cuenta las prioridades; de hecho, puede ser combinado muy eficazmente con el Principio de Pareto o Regla del 80/20  para alcanzar así su máximo poder.

El escenario ideal sería, por tanto, éste: nos centramos en las tareas relevantes o tareas de valor que nos acercan más a nuestra visión o resultados apetecidos, al tiempo que disponemos del máximo nivel de energía cuando las desarrollamos.

Recuperar en distintos horizontes temporales

Este paradigma puede y debe aplicarse en distintos horizontes temporales; de hecho, de una manera u otra todos lo aplicamos inconscientemente o disponemos de estructuras que  lo facilitan: vacaciones para recargar las pilas, fines de semana para desconectar, una noche de sueño reparador, las comidas para descansar, la pausa del café a media mañana o simplemente el levantarse de la silla para estirar las piernas y fantasear un poco antes de volver a las obligaciones.

Pero como todos sabemos, hoy en día la tendencia es a que la profesión invada todas las áreas de nuestra vida; aumenta la dificultad –propiciada por las comunicaciones ubicuas– de diferenciar trabajo y ocio, familia y empresa, descanso y actividad laboral; soportamos larguísimas jornadas, flujo de trabajo continuo, plazos, ritmo vertiginoso de cambio;  sufrimos interrupciones (según un estudio americano sobre lugares de trabajo el empleado medio sufre una interrupción en sus tareas cada tres minutos); y para complicar todo mantenemos  metas y objetivos contradictorios a nivel personal y laboral que nos hacen sentir como un burro en una noria dando vueltas en círculo sin avanzar nunca.

El paradigma del velocista pretende sistematizar los métodos de recuperación de la energía en distintos horizontes temporales e  integrar sus distintas fuentes  para  procurar un uso más concentrado de nuestros recursos escasos: atención, tiempo y energía psíquica y física.

En un próximo artículo veremos la herramienta fundamental para lograrlo: los rituales de recuperación.

23 comentarios sobre “El paradigma del velocista

  1. Me ha gustado mucho la entrada. Es cierto, al menos en mi caso, que los mometos creativos y productivos se desarrollan en momentos muy puntulaes. El 80% de lo que creo, lo hago en el 20% de mi tiempo de dedicación al trabajo. Si bien, aunque la analogía del corredor de fondo frente al del corredor de velocidad es buena, me cuesta aceptarla por que penaliza la primera como negativa y yo, que me puse un día a correr como Forrest Gump, he encontrado muy buenos momentos en los largos recorridos.

    Pero estoy ansioso por ver como se desarrollan las siguientes entradas, seguro que nos sorprendes.

  2. Yo también soy corredor de media distancia, y puedo decir que es muy satisfactorio. Hasta puede ser una fuente de insipiración.

    Aquí empleo la analogía no para denigrar el valor de las largas distancias en el deporte y en la vida, sino para ilustrar el principio de entrenamiento por intervalos, que supone periodos de intensidad seguida de recuperaciones.
    La recuperación es algo que olvidamos demasiadas veces y esconde por lo tanto un potencial muy grande como generador de mejoras en nuestra acción cotidiana.

    Lo que pretendo es ilustrar como podemos mantener proyectos a largo plazo –maratones vitales– aprovechando alguna de las técnicas de los sprinters.
    Leí una entrevista a Rafa Nadal en la que decía que su excelente forma física no dependía tanto de las horas que había dedicado a esculpir su físico sino a la intensidad y concentración con la que entrenaba, siempre intentando estirar sus límites.
    La idea tiene mucho sentido, pensemos en el entrenamiento muscular, que supone la rotura de fibras musculares seguida de un descanso reparador que permite la construcción de nuevas fibras.
    Además, este principio del entrenamiento por intervalos es muy consistente con la forma de desarrollar la excelencia en campos tan diversos como la música, el deporte, el ajedrez e incluso la ciencia. Otro tema que habrá que tocar en el futuro.
    En todo caso, la cuestión es la siguiente: ¿podemos aplicar nosotros estas ideas en nuestra vida profesional y cotidiana?
    Mi convicción es que sí. Seguiré investigando y desarrollando el tema.

  3. Interesante artículo en el que nos haces tomar consciencia de la importancia de gestionar adecuadamente la energía vs. consecución de tareas. Es obvio que, a diferencia de los ordenadores, nos solemos cuestionar si nos apetece o no realizar determinadas tareas. Aunque por otro lado, qué bien que no seamos máquinas!
    Hay un concepto que intenta mejorar el nivel de energía con el que afrontamos las tareas, ya que parte de equilibrar el ocio con las tareas que «tenemos» que hacer. Lo encontré en el libro «The now habit» de un tal Neil Fiore. Por cierto, acaba de publicar uno para el trabajo (este aún no lo he leído).

    Por último te animo a que escribas/investigues el tema de la gestión de la energía si te apetece y cómo se relaciona con la gestión del tiempo/tareas. Desde mi punto de vista es clave a la hora de conseguir lo que queremos y a sentirnos mejor con nosotros mismos durante el proceso.

    Saludos, Miguel Tato

    1. Gracias por la referencia, Miguel.
      Voy a intentar conseguir el libro y ver si ese «combinar ocio con tareas» puede ayudarnos también para gestionar más adecuadamente nuestra energía.

  4. Me ha costado cierto trabajo trasladar la metáfora de «carrera» al mundo profesional/ocio. Cada día soy menos poético, supongo ;).

    En cualquier caso, el problema mayor no radica tanto en intensidad vs. fondo, potencia vs. resistencia, etc., etc. sino en ausencia o no de objetivos (vitales y/o profesionales)y su tipología. Si el objetivo es a largo debemos tener la constancia y capacidad de sufrimiento del fondista, si son a corto, deberemos sacar la potencia y el brillo estelar del velocista.

    Sin objetivos claros y definidos seremos los burros en la noria: inconstantes, mediocres, distraídos, veletas, hedonistas, etc. etc. Mi estado habitual, vaya.

    1. Saulo, mi teoría es que debemos ser como maratonianos en el sentido de continuidad, objetivos mantenidos en el largo plazo y perseverancia; pero como el velocista en cuanto a intensidad y foco.
      Intentaré aportar alguna herramienta concreta que nos permita implementar el paradigma del velocista dentro de la carrera de fondo de la vida y la profesión; ya sabemos que sin concreción las filosofías de la acción, aun siendo razonables y hasta prometedoras, se quedan en nada.

      En cuanto a la claridad y definición de los objetivos, estoy muy de acuerdo sobre su eficacia y su necesidad, pero creo que hay algo más importante todavía: los valores, lo que es importante para uno. Estos son los que ayudan a configurar los objetivos y los rituales. Yo creo que hay que empezar por ahí. En un artículo ‘Objetivos vs Valores’ hablaré sobre como se distinguen y relacionan ambos conceptos. Para mí es una distinción clave.

      1. Great job again on WS100 Tony. I loved that pic of you and Geoff so much I had to order a print from Luis. Captured the spirit of coitmtipeon and camaraderie perfectly. ,which will let you be full of fashion, relive the experience of barefoot and call back childhood memories.

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