Minimalista farsante

Este es un artículo invitado de Miguel de Luis, del blog Sabiavida, uno de los blogs más antiguos en la minimalosfera y sus aledaños. Accedió a tomar la píldora roja y hacer algo nuevo y bueno.  El ofrecimiento me ha salido por la culata porque ha destapado lo que muchos ya sospechan: que somos unos farsantes.

Vamos, confiesa, si estás aquí es porque eres un minimalista de  pacotilla. No, no corras farsante, no me llores, aquí ya no está Homo Mínimus para defenderte, solo Miguel, de Sabiavida, que se ha puesto gamberro.

Lixandra
Lixandra

Hace unos días que leí a Homo Mínimus en twitter llamarse a sí mismo, y cito, «minimalista de pacotilla». ¿Y sabes qué? Tiene razón, y digo más, lo acepto como presidente de nuestro club; un club tan distingo que hubiera admitido a Groucho Marx de haber presentado la solicitud.

No puedo hablar por todos lo minimalistas, pero sí por mí, cuando digo que muchas veces me he sentido un minimalista farsante y eso, como diría el fino de Sabiavida, me causaba gran desasosiego. Pero ya lo he superado con el poder de las afirmaciones positivas. ¿Qué afirmación
uso? Aquí viene:

Soy un hipócrita y soy feliz

Repite conmigo, a ver si te funciona a ti también:

Soy un hipócrita y soy feliz.

¿Cómo he conseguido está felicidad ante la hipocresía? Con un poco de meditación y esta cara de cemento armado natural ecológico y biodegradable. Si lo de la cara de cemento armado no te parece suficiente pasemos a la meditación

Tengo pupita

Verás, la sensación de ser un farsante es dolor de crecimiento. Es dolor de no aceptar todavía quién eres, es parte del esfuerzo que conlleva mejorar y en ese sentido es bueno. La parte fea consiste en que nos impide disfrutar de la alegría de ser quién somos y de saber a dónde vamos. Si nos paramos en la sensación de ser un farsante, nos desviamos o desistimos, retrasamos o impedimos convertirnos en quienes queremos ser.

Es como esos tontos que están tan obsesionados con llegar a su destino que no pueden disfrutar del viaje. O el jugador que solo disfruta cuando gane y solo mientras le dura la sensación de la victoria.

Sentirse un farsante no es más que un «todavía no», un «aún no estás preparado», una caída más cuando aprendías a montar en bicicleta, o a andar, un fracasillo, un descubrir que la carrera era más larga de lo que creías o incluso un exigirse más.

Así que bueno, minimalista farsante de mis cariñitos, ahora que te hemos descubierto, ¿qué te toca? ¿ponerte a llorar? ¿dejar de intentarlo? ¿buscar otra cosa más fácil?

Yo, por mi parte, me limito a sonreír, aunque sea con sonrisa de careta, sacudirme el polvo, levantarme y seguir adelante.

4 comentarios sobre “Minimalista farsante

  1. Pues pensaba que os ibais a desenmascarar de verdad.. pero ya veo que no.

  2. La autenticidad del minimalismo está en la no acción. De la no acción, el ser que se contrapone al hacer, brotan los actos genuinos. El perfeccionismo, la eficacia, la productividad, son efectos secundarios.

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