Mañana es siempre el día más ocupado de la semana.
Rocky, abrumado por las dudas, la responsabilidad y el cansancio, dice a su sparring y entrenador: «mañana, seguiremos mañana.»:
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Este es nuestro reflejo habitual ante una situación de presión o cansancio, nuestro modo por defecto. En una situación muy estresante, o cuando nuestras energías están bajas, muchas veces puede ser lo más aconsejable.
Pero sospecho que en la vida cotidiana usamos ese «seguiremos mañana» no como una retirada táctica, para reponer fuerzas, sino como una evasión del esfuerzo de hoy. Nos lo podemos justificar o «vender» como un aplazamiento necesario, pero en lo más profundo sabemos que no es más que una retirada no muy honrosa del esfuerzo presente.
El hoy, la acumulación de hoys, termina convirtiéndose en nuestro mañana. Y una cosa es cierta, mañana siempre llega.
Un día que no dediquemos a nuestro objetivo o proyecto es un día más que tardaremos en alcanzar la meta. Siempre que dices «mañana» y abandonas, estás alejando el día de llegada, la línea de meta. Entre las personas más eficientes, productivas y exitosas que he conocido siempre he encontrado el sentido de urgencia de actuar en el día y de no postergar la acción. Esta debería ser nuestra actitud: la actitud de trabajar intensamente en el día en curso a pesar de las dificultades, las desganas o las racionalizaciones.
Nuestro entrenamiento de la fuerza de la voluntad o de nuestra capacidad de autorregulación debería estar también caracterizado por esta orientación al presente, a hacer el esfuerzo en el aquí y en el ahora. Porque nos guste o no el mañana siempre llega y depende de muchos hoys trabajados con dirección e intensidad. Puede que no tengamos un entrenador que nos lo esté continuamente recordando; por eso hemos de ser nuestros propios entrenadores y animadores y gritarnos:
«¡Hoy es mañana!, Rocky, ¡hoy es mañana!»
Podríamos convertirlo en nuestro mantra personal para mantener el esfuerzo en el momento en que estemos tentados a aplazar o postergar el trabajo o el esfuerzo que nos hemos propuesto al comienzo del día.
Si aplicara esta filosofía saldría del trabajo cada día a las tantas… Creo que no es válido para algo concreto, sino para el conjunto del día (que es más que trabajar para mi). Aunque la idea de hacer las cosas intensamente me gusta, creo que podría resultar estresante también si lo aplico al trabajo. ¿Porque no podemos hacer las cosas con calma, sin prisa pero sin pausa?
Creo que mi «Hoy es mañana!, Rocky» tiene más que ver con asumir el trabajo desagradable pero necesario y de alto valor hoy y no postergarlo. No significa trabajar más horas, sino elegir bien lo que has de hacer, aunque sea difícil, y no evitar lo importante sumergiéndonos en minucias que nos dan sensación de que estamos trabajando pero que en el fondo no aportan gran valor.
Suele coincidir que lo difícil, lo arduo, es lo más valioso.
Estoy completamente de acuerdo en el «sin prisa, pero sin pausa», y en vivir de la forma más calmada posible, con ocasionales arrebatos de necesaria intensidad.
Cristina.
Puedes hacer las cosas con calma pero las puedes seguir haciendo hoy. Puedes priorizar y realizar las tareas a las que les des más importancia. Puedes organizarte para ser de una u otra manera, más eficiente. Pero como dice homominimus. El mañana es hoy y siempre, queramos o no, va a haber un mañana. Las tareas que no hagamos hoy las vamos a tener que hacer mañana (o pasado) y eso se convertiría en un mero retraso de lo inevitable. Desde que he aprendido a hacer las cosas «hoy» pues soy más libre porque no tengo la carga mental de lo que pude haber hecho y no hice pero mañana voy a tener que hacer…
Un saludo.
UFFFF…que gran verdad…has dado en el clavo, cuantas veces digo..hoy «no pasa nada», y al día siguiente otra vez…y luego se convierte en…si es que no puedo hacerlo!! nada de excusas, HOY ES MAÑANA! ya lo tengo bien puestecito en todas las partes por las que considero que encuentro «peligros» que me dan ganas de decir…mñn más…GRACIAS!!
Me gusta mucho este antagonismo, retirada táctica vs. evasión del esfuerzo, en particular justo en esos momentos en que tratamos de evitar algo importante o estructural que conlleva un trabajo arduo, de trabajo de paso a paso en plan laboriosa hormiga.
Tremendosky, que estaba de retirada táctica del minimalismo deibido a una avalancha laboral (aunque cada tanto reconoció ante sí mismo que, bueno, también evitaba acercarse por aquí no fuera a ser que leeros le recordara que podría estar haciendo algo más por su futuro minimalista). 😉