Estoy en una cafetería. A cambio de una monedas recibo un café y el derecho a pasar unas horas escuchando la música ambiental —a la que no presto atención— y a una conexión wifi con la que puedo entrar en E3. Las figuras con uniforme de E2 en la barra me saludan con una sonrisa no totalmente insincera. Después de pedirme que les dé mi nombre para apuntarlo en un vaso y preparar la bebida caliente, me llaman por mi nombre de pila e intercambian algún comentario ligero; personalizan la interacción y me hacen sentir como si estuviera en un E2 más hogareño. Como creo que es lo correcto en este recinto, les correspondo mencionando el nombre que llevan inscrito en una tarjeta en el pecho.
Hay cuchicheos de otras figuras que soportan vasos y tazas sentados en sofás y sillas cercanas. Mantienen conversaciones en E2. Los que leen el periódico o consultan sus teléfonos inteligentes o teclean en sus ordenadores ya están en E3, han entrado en un entorno casi ilimitado de gran poder adictivo.
Solo alguno se queda mirando por la ventana sumido en sus pensamientos mientras saborea una taza de líquido caliente, buscando algo dentro de las paredes del cráneo o dejando vagar su mente al azar picoteando ideas, como un tarzán que pasa de liana a liana. Los que piensan y dejan vagar su mente o los que teclean sin conexión a internet están en E1. También los que duermen y generan simulaciones mentales en forma de historias llamadas sueños.
Hay tres entornos para la mente: E1. E2. E3.
E1: es el entorno delimitado por las bóvedas del cráneo, la sede de la vida mental en solitario.
E1 solo puede desarrollarse si previamente hay interacciones suficientes en E2, especialmente en la infancia temprana. Las conversaciones en E1, los diálogos interiores, se modelan según las conversaciones en E2.
Un científico cognitivo escribió que la conciencia y el diálogo interior apareció el día que dos personas estaban hablando y una de ellas desapareció mientras el otro, a su lado, hacía una pregunta, entonces miró a su lado y no vio nadie, pero la pregunta que acaba de hacer reverberó e hizo eco en su propia mente, como si fuera la pregunta de otro, entonces se quedó pensando sobre cómo responder su propia pregunta, que parecía de otro, y ahí surgió el diálogo interior y el espacio de la conciencia, lo que ahora llamamos E1.
E2: es el entorno social proximal. En E2 se mueven cuerpos físicos y se producen las conversaciones sincrónicas entre mentes que enriquecen y extienden el campo de la vida mental en E1. El ser humano ha pasado la mayor parte de su historia evolutiva en este entorno.
E2 viene en dos modalidades: E2a: es el E2 que tiene lugar en Ra (recintos tipo a) entre los muros de un edificio. Son hogares, escuelas, centros de trabajo, ascensores, gimnasios, tiendas, bares y restaurantes. Los recintos están delimitados por paredes y techos. E2b: se desarrolla en Rb (recintos tipo b): espacios abiertos. Calles, plazas públicas, parques, espacios naturales.
En ambos, las interacciones son principalmmente visuales y sonoras (a veces táctiles, si la confianza e intimidad lo permiten), y se producen en la proximidad.
Algunos autores hablan de un E2íntimo y de un E2público: relaciones cercanas vs interacciones más protocolarias y sancionadas socialmente, donde se es más actor que sigue el guión y por tanto menos diferenciado y espontáneo; hay conversaciones más guionizadas en E2público que en E2íntimo, aunque otros académicos ponen en duda esta distinción y sostienen que todo E2 es siempre público: no existe tal cosa como un pretendido E2íntimo con reglas en esencia distintas a un E2público.
E3: es el entorno o espacio social distal. Es el que permiten los medios de comunicación analógicos y digitales. En él tiene lugar la comunicación sincrónica y asincrónica en el tiempo y en el espacio. Puede ser unidireccional y bidireccional.
Un libro es una antigua herramienta para generar E3; es unidireccional —de una mente a otra, sin interacción—, permite la comunicación asincrónica —la comunicación de mentes que no están en el mismo lugar y tiempo— que ya no existen, porque han muerto, o que nunca se encontrarán en E2, porque la distancia lo impide.
Leer es escuchar a los muertos. Quien lea esto podría estar escuchando a un muerto. Aunque estoy vivo cuando escribo esto, puede que ya no lo esté cuando él lo lea, y, aunque ambos vivamos en el momento de la lectura, es probable que nunca se encuentre conmigo en E2.
A los libros y otro tipo de textos escritos, se han unido en el último siglo la radio y la televisión. En los últimos treinta años, las redes telemáticas, siendo internet la más conocida.
Las redes telemáticas han permitido retomar la sincronicidad y bidireccionalidad de las conversaciones en E2, que se habían perdido con los antiguos medios de comunicación de masas: prensa, radio, televisión: asincrónicos y generalmente unidireccionales, que relegaban a lectores, radioescuchas y televidentes a una posición pasiva. Ha surgido una verdadera aldea global. Millones de conversaciones a la velocidad de la luz.
E3 está tomando más y más fuerza. En los últimos diez años las redes sociales telemáticas han catapultado las conversaciones en E3. La tecnología digital se vuelve más y más ubicua, más portable, pronto tendremos chips implantados en nuestro cuerpo, llevaremos las herramientas de E3 en nuestra piel, ahora las llevamos en el bolsillo.
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La tecnología no es un implante o cuerpo extraño: crea textura y profundidad en la vida mental y social. Cuando está plenamente incorporada nos olvidamos de ella: llamamos tecnología a cualquier cosa inventada después de nuestro nacimiento. Los nacidos después del 2000 ya no llaman tecnología a internet o a un teléfono móvil. Es como el aire que respiran, como el fuego de la cocina, como las monedas que permiten obtener objetos y servicios de otros seres humanos.
El fuego es una tecnología, un segundo estómago que nos permitió hace decenas de miles de años predigerir alimentos y aumentar el rango de los alimentos que podemos asimilar.
Las leyes son también una tecnología. Los códigos legales corren en papel y moldean el comportamiento humano a través de un sistema de órdenes, prohibiciones, premios y castigos.
El dinero físico es una tecnología que nos permite especializarnos en cada vez más diminutas habilidades y nichos del conocimiento, intercambiarlos y coordinar las acciones de miles de millones de entes humanos para producir un rango cada vez más amplio de bienes y servicios.
Los libros, internet, las redes sociales, los teléfonos y una miríada de aplicaciones móviles son como el fuego las leyes y el dinero metafóricos que encienden, aumentan los intercambios, regulan y extienden nuestra mente y acción aumentando el rango de posibilidades que somos capaces de procesar e imaginar y la cantidad de conversaciones y otros intercambios en las que podemos participar.
El Hombre enhebra la tecnología en su vida cotidiana y teje su ser. Creamos la tecnología, que expande nuestras posibilidades, y el sistema de tecnologías que se apoyan y autorrefuerzan, el «tecnium», adquiere vida propia y nos transforma. Y así en un bucle infinito de expansión de posibilidades.
Tecnología es todo conocimiento en nuestras mentes o incorporado a nuestras herramientas que nos permite conectar medios y fines. La tecnología extiende nuestra capacidad de acción en el mundo.
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Toda mi vida mental transcurre en estos tres entornos: E1, E2, E3. Es una división útil que me permite saber en qué terreno estoy jugando en cada momento. Podría hacer más subdivisiones en E1, E2 y en E3, pero por el momento es suficiente.
E1 es la vida mental en solitario; E2, el entorno físico-psíquico-social en que se producen las conversaciones sincrónicas, usualmente bidireccionales, entre seres humanos, con grandes limitaciones de ancho de banda y número de participantes; E3, el entorno social distal facilitado por herramientas tecnológicas que aumentan el ancho de banda y las personas y máquinas que pueden participar en la conversación.
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