Superpoder: promesas a uno mismo

Un hombre se define por su capacidad de prometer.

—Friedrich Nietzsche

Este es otro de los superpoderes que debería estar en la panoplia de todo habitólogo y  gladiador del cambio.

Cuando pensamos en las promesas, casi siempre pensamos en las promesas que los demás nos hacen (y que con cierta frecuencia incumplen) o en las promesas que hacemos a otros (que solo incumplimos por buenas razones y cuando no queda más remedio).

La promesa está en la base de la coordinación social.  Si no hubiera promesas o —si habiéndolas— las personas no pudiéramos ajustar nuestro comportamiento a ellas, no podría haber intercambios comerciales y las relaciones humanas en general, no solo las comerciales,  serían mucho más accidentadas o simplemente imposibles.

 

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Rings and promises, en flickr: https://flic.kr/p/GP6zm

 

La necesidad de preservar una buena reputación y que nos vean como personas fiables, así como el deseo de evitar el rechazo y posibles represalias derivadas de no cumplir  las promesas, nos mantiene habitualmente en el camino prometido.

La promesa permite aumentar la certidumbre de las acciones propias y ajenas y hace más practicable la navegación en sociedad.  Engrasa el engranaje social. Facilita el intercambio no simultáneo en el que una parte paga algo o entrega un bien o servicio  ahora y la otra se com-promete en el futuro a retribuir lo recibido mediante precio u otro bien o servicio. Permite reducir el caos y coordinarnos alrededor de proyectos conjuntos.

Empeñamos la palabra y luego nos empeñamos en convertirla en acción coherente.  Un hombre que es capaz de prometer y hacer honor a sus promesas es un “hombre de palabra”.  Es un componente esencial del carácter.

Prometer a otros no es suficiente

En el artículo  Trabajadores autoprogramables vimos que gran parte de la regulación de nuestra conducta proviene de las organizaciones o grupos humanos  a los que pertenecemos, sobre todo  empresas, que son una excelente tecnología de motivación y coordinación social.

En la economía del conocimiento, cada vez necesitamos más dirigir nuestro propio trabajo y tomar decisiones y hacer trabajo creativo;  en la dirección de nuestra vida en sentido amplio no podemos contar con los mecanismos de las organizaciones tradicionales: una empresa no te va a ayudar a buscar el equilibrio trabajo-vida personal, no  te va a poner a dieta , no va dedicar muchos recursos a mejorar tus hábitos de organización personal, ni por supuesto ayudarte a descubrir intereses o aficiones que expandan tus horizontes.

Si quiero autorregularme necesito expandir el superpoder de la promesa y aplicarlo también a las promesas que me hago a mí mismo: si en la planificación de la semana digo que voy a hacer A, B y C, tengo que otorgar a  esta promesa  el rango de contrato con la persona a la que menos quiero decepcionar en este mundo: yo mismo. Si no estoy seguro de poder hacer honor a mi palabra, no planifico que voy a hacer A o B, no me prometo nada.

 

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Dancing in the rain, en flickr: https://flic.kr/p/4SXSTR

 

Si no soy capaz de prever mi propio comportamiento estoy añadiendo más incertidumbre al mundo: no solo dependo de sucesos incontrolables o de las acciones de otras personas, sino que también estoy a merced del viento emocional que sople en mi mente en cada momento. En tal situación la planificación es una simple danza de la lluvia, un rito supersticioso; el modo creativo de estar en el mundo no es factible y nos sumimos en un comportamiento reactivo, como de rata de Skinner, a merced de los estímulos internos y externos.

Un hombre se define por su capacidad de prometer-se.

Superpoder: hacer promesas a uno mismo y cumplirlas.

4 comentarios sobre “Superpoder: promesas a uno mismo

  1. Lamentablemente al parecer son mayoría los que prometen y no cumplen que los que si lo hacen. La vida está llena promesas que nos llenan de expectativas que al no cumplirlas se convierten en decepción y desconfianza hacia la (s) persona (s) que las hacen porque comprometen su palabra y reputación (hasta es momento bien visto).

  2. De la primera cita del artículo recordé esta: «El valor de una persona se mide por la cantidad de soledad que le es posible soportar.» Nietzsche.
    Podría ser un asunto de artículo, la soledad (quizás ya lo haya sido).
    Aunque no participe apenas te sigo Homominimus, gracias.

  3. Nuestras promesas son uno de los pilares fundamentales para aprender hábitos. Puedo parecer vago o débil delante de otros, pero prefiero cumplir la mayoría de mis promesas, por eso hago pocas promesas. Funciono en 10 + 1. 10 promesas o retos fáciles ó seguros, y 1 promesa con riesgos.

  4. No se cómo llegué a agregarle tanta incertidumbre a mi vida (ya demasiada hay en el mundo exterior y muchos problemas). Mil gracias por este artículo. Creo que es hora de comprometerme conmigo misma. Saludo grande! Sofi.

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