En barbecho, amigos, en barbecho. Eso en cuanto a mí.
En cuanto a vosotros: la vida sin música sería, seguiría siendo… pero sería un error.
–
Un tipo que acaba su vida dando las gracias.
Gracias, Pau.
–
–
Hasta pronto.
Siguiendo el espíritu de apasionada experimentación con el que queremos impregnar este blog y dando un paso más en el proyecto El perdido arte de la conversación, he decidido implantar una nueva política de comentarios.
Mi intención es fomentar la participación, lograr que cada vez más este blog se parezca a una conversación. Ciertamente, una conversación en la que yo llevo la voz cantante, pero una conversación al fin y al cabo.
Me gustaría que los temas de los que escribo y que elijan los artistas invitados sean el resultado orgánico de una charla espontánea, natural, que fluye como un torrente zigzagueando por la ladera de una montaña: uno dice una cosa, en el otro resuena tal cosa, entonces dice algo que a su vez influye en el primero que dijo la cosa, lo que lleva a una variante del tema inicial, entonces otro se siente interesado por la variante y hace otro comentario que a su vez desata un pensamiento en otro y así sucesivamente.
Quiero que te sientas lo suficientemente a gusto como para decir lo que se te pase por la cabeza. Ya sabes que no censuro comentarios ni antes de publicarlos ni cuando están ya publicados, tampoco tienes que hacerlo tú. Yo maldigo a los blogueros que aprueban y reprueban comentarios, así que espero no tener que maldecirme.
No leo los comentarios y luego los autorizo. Tú escribes y yo leo lo que escribes, y ahí se queda, me guste o no (si escribes comentarios homófonos o racistas, por poner un caso, me aguanto: uno es dueño de sus palabras y sus silencios, y también el único responsable) .
Sabes que ni siquiera tienes que escribir tu nombre verdadero o correo electrónico, puedes ser completamente anónimo si así lo deseas.
Me comprometo a responder a las preguntas explícitas, no a los comentarios.
¿Por qué?
Porque en una conversación entre amigos los comentarios son como bengalas que se lanzan para señalar el interés sobre un tema. Son como ganchos atados a hilos de los que uno puede tirar o no. Un conversador deja caer un comentario y el amigo tiene la libertad de seguirlo o no, no necesita decir algo para llenar el silencio. Mis artículos son mis comentarios y tú puedes seguirlos o no. De la misma manera, yo puedo decidir seguir o no alguno de tus comentarios.
No es la única forma de participar en la conversación de este blog. Tienes varias más:
Supongo que la mayoría de los lectores querrán ser simples merodeadores, voyeurs de otras vidas y pensamientos, pero no es imprescindible que sea así. En cualquier momento puedes decidir dejar de mirar tras la cortina, salir a campo abierto y proferir un pensamiento.
Todos los artículos y podcasts del Proyecto El perdido Arte de la Conversación