El fotógrafo Manuel Bauer recuerda una anécdota de un personaje famoso al que acompañaba en muchos de sus viajes:
«Ocurrió el año pasado en Madrid. Estaba furioso con los encargados de los equipajes. Una hora después, cuando se arrepintió de su comportamiento, le dio un ataque de gastritis» [1].
Este personaje famoso era Tenzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama. El líder budista entra en pánico cuando sube a un avión y ha de cerrar los ojos durante el despegue; nótese que lleva toda la vida predicando el desapego y el dominio del temor a la muerte.
También reconoce en entrevistas que se enfada con cierta frecuencia con sus asistentes, generalmente por cosas pequeñas como la falta de cuidado o pequeñas negligencias.
Si tras casi ochenta años de meditación (actualmente el Dalai Lama tiene 84 años), alguien con su experiencia y sabiduría se muestra tan humano, tan demasiado humano, ¿qué esperanza tenemos el resto de los mortales de controlar nuestras emociones y disfrutar de cierto bienestar espiritual?
Pero no desesperemos, el mismo Dalai Lama, después de reconocer sus debilidades, asegura que tras pocos minutos o segundos, recobra la compostura y transforma las emociones negativas en positividad y compasión.
Los desequilibrios mentales y emocionales van a estar siempre presentes porque somos humanos, pero podemos hacer mucho para suavizarlos, reducir su impacto y recuperarnos rápidamente después de haber tropezado. [2], [3], [4].
Referencias
[1] El dalai lama secreto. https://elpais.com/diario/2005/06/05/eps/1117952808_850215.html
[3] Curso de perseverancia y autorregulación
[4] El minimalismo existencial como aerodinámica de la acción humana
•~…exhalando, en 2, 3, 4… nos queda la posibilidad de volver a inhalar. ¡Buenas vibras!~•
Casi siempre publicas algo que tiene que ver con mi experiencia o sentimientos de esos momentos.
Estos días, cuando creía que estaba en un estado zen y que nada me podía afectar….. salto por una tontería y me posee la ira.
Somos humanos, demasiado humanos…