Debilidades y fortalezas

«It’s not a bug, it’s a feature». (No es un fallo, es una característica del programa).

–Réplica del programador a las  quejas de un usuario sobre los fallos de un programa

-En cierta entrevista de trabajo  me hicieron la nada original pregunta:

–¿Cuáles son tus fortalezas y debilidades?

–… (Silencio suspensivo). A decir verdad… no tengo debilidades.

La cara de pasmo del entrevistador era digna de contemplar. Es probable que dentro del acostumbrado guión de este teatrillo de las entrevistas de trabajo no se encontrara habitualmente con este tipo de respuestas.

–¿Cómo que no tienes debilidades? ¿A qué te refieres?

–Me refiero a que no tengo debilidades.

Silencio de nuevo, quizá algo teatral, pero era divertido y apuré el momento. Sonrió sin convicción con una mezcla de pasmo e incomodidad.

–…Pero ciertamente tampoco tengo fortalezas.

Un cierto alivio se dibujó en la cara de mi interlocutor y asumió  un gesto interrogante. Proseguí:

–Realmente no creo en las debilidades y fortalezas absolutas, per se. Yo tengo características,  rasgos de personalidad, habilidades, formas comunes de hacer las cosas más o menos fijas, pero no considero que ninguna de ellas sea una tara o laguna personal ni tampoco un don que me sitúe por encima de los demás.

–Pero todos hacemos mejor unas cosas que otras, tenemos unas disposiciones  que nos hacen ser mejores o peores…–acertó a completar el psicólogo.

–Así es, pero eso que hacemos mejor o peor depende del entorno en el que nos movemos. Por ejemplo, soy introvertido, lo que en ciertos puestos puede ser una ventaja: si es que se  busca alguien introspectivo y prudente o que necesite reflexionar o con independencia de carácter. Pero soy consciente de que este rasgo personal, que no tara o debilidad, es más útil en un tipo de trabajos que otros. Si voy a tener que pasar todo el día con clientes o trabajando en equipo, me sentiré algo incómodo; no quiero decir que no pueda hacerlo si es necesario, pero no será igual que si soy alguien extrovertido que obtiene su energía de estar rodeado de gente.

Ya nada me podía parar y concluí:

–Y ni siquiera esto es seguro; a mí me  genera mucha tensión hablar delante de la gente, y esto no sería bueno en teoría, sería una… ¿cómo dijo?… ah, sí; sería una… “debilidad”.  Bien, pues esta acusada incomodidad la transformo en una forma de intensidad que me hace irradiar un cierto magnetismo y me vuelve agudo y convincente. Transmito honestidad. Seguro que ya lo ha notado a estas alturas de la entrevista…

Por supuesto, el final de la historia ya lo podéis imaginar: me agradeció mi tiempo y me dijo que ya me llamaría cuando acabaran la ronda de entrevistas. Nunca recibí una llamada, lo que era absolutamente previsible. Tampoco importaba, porque esa entrevista no era más que un simulacro, un entrenamiento, un experimento de bajo coste  o prototipo. Estaba más interesado en la experiencia de la entrevista que en el trabajo al que presuntamente aspiraba. En aquella época solía ir a entrevistas que no me interesaban incluso aunque tuviera ya un trabajo. –

Queremos estar en otro lugar, ser lo que no somos

Nos pasamos la vida deseando ser de tal o cual manera, tener tal o cual rasgo de la personalidad: sentirnos más seguros de nosotros mismos, más confiados, más brillantes, más inteligentes, más ocurrentes, más simpáticos, más valientes, más… (pon aquí alguno de tus más fervientes deseos). O quizá no aceptamos algún rasgo físico, la nariz, el mal aliento, el ser altos, el ser bajos, lo que sea (seguro que encuentras tu particular bestia negra).

Nos decimos, “si sólo fuera así o asá…”, “si por lo menos tuviera el atractivo de Mengano…”, “si la gente me mirara como le miran a Zutano”, “si tuviera buena memoria…”, “si no fuera disléxico”, “si fuera bueno en los deportes”, “si las mujeres se desmayaran a mi paso”, etc.

Pero estamos donde estamos, somos lo que somos

En vez de poner el foco de tu atención en lo que querrías ser, o en lo que no querrías ser, en los lastres imaginarios o reales que crees que te obstaculizan el acceso a la eficacia o el éxito o la felicidad o al nirvana, haz estas dos cosas:

1. Piensa en lo  que te gustaría ver hecho realidad (tu visión o las cosas, vivencias y situaciones que querrías traer a la existencia).

Por favor, no desees cosas sólo para evitar tus “deficiencias” o “fallos” o “lagunas”; es decir, no intentes usar tus sueños para apuntalar el yo, para hacerlo más soportable o para evitarlo. Serían sueños reactivos, y la dinámica de la creación estaría viciada de inicio. Tampoco pienses si es posible o no. No es el momento de pensar en los medios

2.  Observa lo más objetivamente lo que está sucediendo, dentro y fuera–no importa que te guste o no–. Registra  la realidad actual interna y externa. Toma nota de lo que está ocurriendo a tu alrededor, de los recursos a tu alcance, de cómo están las cosas actualmente,

En este registro objetivo de la realidad actual puedes incluir  lo que sientes,  lo que crees, lo que piensas que eres, pero sin confundir las creencias sobre la realidad con la realidad misma.  Lo mejor es sacar el yo de la ecuación, para que no se interponga en el camino hacia tu obra. Tampoco hay que negarlo, puedes saber que está ahí y permitir que siga ahí, como una parte más de las circunstancias que puedes moldear y aprovechar para lo lograr lo que más te importe.

Manos a la obra

Tómate tu tiempo para lo primero y para lo segundo, pero enseguida ponte manos a la obra.  Empieza con algo pequeño, sé minimalista en tus sueños. Cualquier sueño es grande.

 Elige algo que realmente quieras que exista en tu vida y comienza ahora. La vida es una sucesión de creaciones.

Ya conoces las cartas que te han tocado, tu físico, tu psique, tu temperamento, tus circunstancias personales actuales, incluso tu pasado. Míralas bien, tómalas como un punto de partida y juégalas lo mejor posible. Recuerda, no hay debilidades, lagunas, taras; lo que tienes son características, rasgos, recursos de todo tipo.

Lo que nos distingue de verdad es cómo jugamos las cartas, no las cartas; estas no son más que potencialidades, pero ahora comienza el juego y el trabajo de verdad; ya está generada la tensión, ya puedes empezar el proceso de creación, el proceso de creación  de tu propia vida.

Y, sobre todo, mantente flexible y abierto, puedes convertir el plomo personal y de las circunstancias en insospechado oro.

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10 comentarios sobre “Debilidades y fortalezas

  1. !Que bonita foto! Me inspiraste para volver a pintar.

    Estoy pensando en las cartas que me han tocado, y no me puedo quejar.
    Pero como dices, hay que saber jugarlas y tener visión.
    Adjunto un vídeo con testimonios de gente que han tenido un sueño, a pesar de las dificultades nunca tiraron la toalla. Tirar la toalla es tirar los SUEÑOS.
    http://www.youtube.com/watch?v=Ql768pTteY4&feature=player_embedded
    En este caso, en el vídeo se habla de «sueños» relacionados con el mundo de la empresa, pero la actitud no cambia si el sueño es de otra índole.
    Me gusto mucho Tu articulo.
    Abrazos…

  2. Bien, coincido en prácticamente todo, excepto en la expresión «las cartas que te han tocado». No me gusta porque parece dejar demasiado margen al destino o al azar. Y realmente salvo lo genético, casi todo es modificable, comenzando por la actitud.

    Te pregunto, Homo Minimus: ¿No sería más acertada la expresión «las cartas que tienes o de las que dispones»?

    (El juego es más auténtico cuando eres consciente de que tus cartas las has elegido tú (con el mínimo de la genética que por ejemplo en el caso del aspecto físico, es prácticamente infranqueable).

    1. Sin que sirva de justificación para «jugar bien tus cartas», creo que la genética no es una mínima parte. Por otro lado el entorno familiar tampoco lo eliges tú; y son cartas que te vienen dadas. Sobre cómo jugarlas me gusta la frase «todos tenemos dos infancias, la diferencia es que la segunda la eliges tú».

      1. Es cierto y objetivo, Eduardo, que la genética condiciona. Hablo de mínimos porque la capacidad del ser humano de cambiar sus circunstancias personales es más fuerte que los genes. Otra cosa es que crea o no en su potencialidad.

        Muy buena la frase sobre la infancia. Gracias.

    1. Interesante, Freddy. Pero lo confieso, verdaderamente soy muy reaccia a aceptar la idea del destino. Será que creo demasiado en la voluntad humana y en la fuerza del esfuerzo y de las decisiones (que se entiende que son las que cambian el curso de la historia personal y dirigen el camino).

      «Así como soy existo. ¡Miradme!
      Esto es bastante.
      Si nadie me ve, no me importa,
      y si todos me ven, no me importa tampoco.
      Un mundo me ve,
      el mas grande de todos los mundos: Yo.
      Si llego a mi destino ahora mismo,
      lo aceptaré con alegría,
      y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos, esperaré…
      esperaré alegremente también.
      Mi pie está empotrado y enraizado sobre granito
      y me río de lo que tu llamas disolución
      porque conozco la amplitud del tiempo».

      De «Canto a mí mismo», Walt Whitman. [Éste es el destino en el que yo creo: el que nos marcamos nosotros mismos].

  3. Muy interesante el punto 2 «Observa lo más objetivamente lo que está sucediendo, dentro y fuera» .
    Tan solo estar «atento» a lo que pasa a tu alrededor y «centrado» en tu respuesta, sin condicionamientos, sin inercia, hace cambiar las cosas…

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