Pon a competir proyectos

Una de las dificultades más habituales  con las que se encuentra una persona inquieta es la de elegir proyectos, decidirse por unos cuantos  y no abarcar más de lo que humanamente puede acometer  dado el tiempo disponible y la energía sobrante después de dedicarla a los asuntos cotidianos.

El consejo minimalista tradicional recomienda la contención y ceñirse a uno o dos proyectos simultáneamente; uno profesional y otro personal, por ejemplo. En el extremo te vuelves uniproyecto y te centras en un solo resultado deseado durante un periodo prolongado de tiempo, a lo largo de semanas, meses y quizá años. No empiezas uno nuevo hasta acabar el anterior o hasta que oficialmente lo das por finalizado o lo abandonas.

Mis simpatías teóricas minimalistas están con este último extremo, con el uniproyecto. En la práctica, pocas veces he soportado la inmersión y mantenido un solo proyecto durante periodos prolongados. La lucha ha sido continua y grande el pesar por mi incapacidad de centrarme en una sola dirección o en unas pocas.

Otro enfoque es el de  mejorar la organización y gestionar varios proyectos, quizá  cuatro, cinco, o más en paralelo, el enfoque multiproyecto. Con eso, la sensación de estar haciendo algo se incrementa, no hay aburrimiento, y puedes gestionar los puntos muertos en un proyecto cambiando a otro para más adelante retomar.  El día que sientes que no avanzas en uno, puedes pasar a otro, añadir el brillo de la novedad, azuzar las ganas  y hacer algún progreso. Todas tus facetas e intereses, o al menos muchas de ellas, tienen cabida en tu agenda y no sientes que te estás perdiendo nada o que dejas  fuera alguna  oportunidad prometedora.

Puesto que cambiar de actividad sirve muchas veces para consolidar ideas, para concebir otras e incluso para descansar, puede ser un enfoque razonable para algunas personas. Lo que pierdes en tiempo de inmersión, lo puedes ganar en intensidad si eres capaz de organizarte para pasar de forma hábil de proyecto a proyecto. También permites las sinergias o trasvases de ideas de un área a otra. No tienes que renunciar a ningún proyecto y puedes acoger nuevos proyectos según surjan las oportunidades, se acabó el miedo de estar perdiéndose algo.

 En este sistema, es conveniente tener una lista abierta de proyectos para no perder el control, además de hacer un seguimiento periódico.

Sin embargo, hay costes importantes en mantener varios/muchos proyectos abiertos: es fácil sentirse abrumado por las demandas, hay costes de cambio de proyecto, no es tan fácil pasar de uno a otro haciendo borrón y cuenta nueva, existe el peligro de que el sistema multiproyecto termine pareciéndose a la multitarea, con los costes para la capacidad de centrarse en una sola cosa y el aumento del estrés.

Las reglas de entrada y salidas de proyectos deben ser establecidas y cumplirse a rajatabla, so pena de verse empujado en todas direcciones sin orden ni concierto, como un malabarista que a duras penas puede mantener las bolas en el aire.

Mis antipatías minimalistas teóricas están contra este enfoque multiproyecto. En la práctica, es el enfoque que históricamente ha predominado en mi agenda semanal.

 

Enfoque evolutivo de gestión de proyectos

Hoy voy a proponer un tercer enfoque: el enfoque evolutivo de proyectos.

En el enfoque evolutivo de gestión de proyectos, permites la entrada casi indiscriminada, o al menos con pocas restricciones, de proyectos. Mantienes una lista abierta y dinámica de proyectos y distribuyes tu tiempo en los proyectos de acuerdo al grado de motivación que sientes por ellos. La selección se produce naturalmente a través de tus ganas y desganas.

En principio, y por simplicidad, asignas el mismo tiempo o muy parecido a cada uno de tus proyectos y sigues hacia adelante. Si tienes 16 horas disponibles a la semana y cuatro proyectos, dedicas cuatro a cada uno.

A principio de año, cuando haces un reseteo del sistema, empiezas con uno o pocos proyectos, pero según avanza el año es probable que los cantos de sirena de nuevos proyectos y el tedio de los que ya tienes en marcha te lleven a incorporar más descuidando los que tienes en curso. También los mismos proyectos pueden evolucionar, bifurcarse o transmutarse en versiones distintas.

La ventaja es que no dices no a nada y casi siempre dices sí a todo: cuando aparece un nuevo proyecto, si la motivación pasa un cierto umbral,  lo acoges y lo añades a la lista.

Es obvio que en el camino  vas a suspender o reducir el tiempo y la intensidad de los viejos proyectos. Está bien, permites  y acoges con naturalidad el habitual proceso de zombificación (proyectos moribundos que han perdido fuelle o ya muertos sin saberlo) y sigues avanzando en aquellos proyectos que demuestran mejores resultados y/o mayor capacidad para movilizar tus energías.

En resumen, el enfoque evolutivo de gestión de proyectos es análogo a una carrera de caballos donde los caballos se incorporan en cualquier momento y los dejas correr libremente; unos irán más rápido, otros más lentos y otros se pararán o volverán a las caballerizas. Ellos no saben siquiera que están en una carrera, pero tú observas los que llegan más lejos y los que se paran o se tumban a dormir.  Muchos caballos ni siquiera siguen por el circuito que previamente habías definido y se quedan trotando y pastando a su aire.

A lo largo del tiempo te encuentras con que has probado muchas direcciones, movido sobre todo por tu entusiasmo y por los resultados obtenidos (dos conceptos relacionados), y  obtienes experiencia de las decenas de proyectos que se quedan por el camino, conoces mejor tus gustos y preferencias y tienes una visión más realista de lo que supone asumir una determinada dirección vital.

La configuración final es imprevisible, puede que haya un solo proyecto ganador inacabable que monopoliza tus recursos y tu tiempo y que ocupa el resto de tu vida (lo que se llama “vocación” si lo conoces al principio de tu vida o «iluminación» si tienes una revelación),  o puede haber muchos que te hacen esparcirte fino en muchas direcciones y luchan por tu atención, al menos durante un tiempo, antes de consolidarse uno o unos pocos ganadores.

 Quizá nunca venza un solo proyecto ni una pequeña coalición de ellos y te pases el resto de tu vida saltando de un caballo a otro sin aparente sentido u orden.

Este enfoque evolutivo de gestión de proyectos  se corresponde con la estrategia existencial emergente de la que hablé en Estategia existencial: cuatro enfoques y contrasta con estrategias existenciales más deliberadas o visionarias:

[…] Doy un paso, actúo a base de impulsos, reacciono  a las oportunidades que se  presentan, veo lo que funciona y me satisface, descarto lo que no… y cuando miro atrás me percato  de que aparece  un patrón coherente, una línea que me condujo a un buen resultado y que retrospectivamente parece sensata, pero que no había planeado inicialmente y que ha surgido a lo largo del tiempo.

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Para un observador externo, estás dando palos de ciego, puedes parecer frívolo, inconstante y quizá un bala perdida, pero cada uno de esos proyectos es un experimento en el que descubres algo sobre ti y sobre el mundo.

Muchos de esos proyectos son los antepasados de otros proyectos más consistentes, integrados e integradores; es posible que con el tiempo observes un patrón en los proyectos que asumes, veas que hay un orden en tanta locura,  y es posible que adviertas una unidad temática que termine convirtiéndose en un proyecto más grande,, quizá de duración indefinida; la miríada de proyectos puede terminar convirtiéndose en un proyecto vital definitivo.

La belleza del enfoque evolutivo es que te permite asumir humildemente que no conoces el futuro, las oportunidades que te depara, el rendimiento o resultado de tus afanes, tus preferencias  ni tu reacción emocional ante lo logrado.

Puede parecer que renuncias a configurar el futuro y que careces de fuerza de voluntad y determinación, pero en verdad estás permitiendo que sea tu brújula interior la que indirectamente, a través del compromiso y tiempo que dedicas a cada proyecto, te muestre qué es lo que verdaderamente valoras y qué es lo que tiene menos importancia para ti.

El mayor o menor tiempo que dedicas a ciertas áreas de tu vida y a ciertos proyectos y a ciertas personas  te revela  inequívocamente cuáles son tus preferencias y los resultados que consideras dignos de perseguir.  Observando tus acciones y tus reacciones subjetivas a los resultados de tus acciones, permites que el  aumento o disminución de compromiso sea el que determine el rumbo.

Anuncio Proyecto El perdido Arte de la Conversación

FILÓSOFO. —Nada más. Y todo lo que no está en prosa está en verso; y todo lo que no está en verso, está en prosa.

JOURDAIN. —Y cuando uno habla, ¿en qué habla?

FILÓSOFO. —En prosa.

JOURDAIN. —¡Cómo! Cuando yo le digo a Nicolasa: «Tráeme las zapatillas» o «dame el gorro de dormir», ¿hablo en prosa?

FILÓSOFO. —Sí, señor.

JOURDAIN. —¡Por vida de Dios! ¡Más de cuarenta años que hablo en prosa sin saberlo! No sé cómo pagaros esta lección…

Resulta cuando menos extraño que tenga que crear un proyecto para fomentar-aprender-entrenar algo tan natural y sencillo como la conversación entre seres humanos. Después de todo, casi todos podemos y sabemos hablar, y lo hacemos desde los dos, tres o cuatro años.

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Rachel demsick – These #kids are having one SERIOUS #conversation! #babytalk

Nos pasamos el día hablando y escuchando, entrando y saliendo de decenas o centenares de conversaciones orales, escritas, divagaciones mentales entre las distintas personas en nuestra mente, diálogos propiamente dichos entre personas de carne y hueso, discusiones, tertulias, intercambios verbales corteses, saludos con añadido, chistes, charlas improvisadas, comentarios a pie de evento, conversaciones de ascensor (sobre el tiempo y la salud de la familia principalmente).

Nada más cotidiano que el intercambio verbal y paraverbal entre seres humanos. Sin embargo, pocas veces nos ponemos a reflexionar sobre esa actividad tan ubicua en nuestras vidas. Somos como el burgués gentilhombre de Molière [1], que un día advirtió que, sin saberlo, llevaba toda la vida hablando en prosa

Llevamos toda la vida inmersos en conversaciones, podríamos decir que la mente es una conversación continua, que las relaciones humanas son conversaciones, que la cultura es un determinado tipo de conversación y  que la sociedad en conjunto es una amalgama de  millones de  conversaciones. ¿Por qué entonces no pensamos en la conversación? ¿Por qué no la fomentamos? ¿Por qué no la perfeccionamos? ¿Acaso ya sabemos todo lo que hay que saber sobre la herramienta de la conversación?

Arte

El ser humano transmuta lo meramente computacional, funcional  y rutinario en estética;  el algoritmo, en guía general llena de excepciones; la pragmática en Ética; la información en conocimiento; el contacto físico en espiritual.

Tengo un alto concepto o ideal de lo que debería ser, de lo que puede ser la conversación, y por ello me refiero a ella como un Arte, un arte perdido o en desuso, pero Arte al fin y al cabo. A este tipo de Conversación con vocación —o ínfulas—  de Arte me refiero y consagro este nuevo proyecto. Pero es un arte  especial, no el fruto del genio solitario, es un arte que es co-arte,  co-creación de varios seres humanos reunidos que dan a luz a algo distinto de aquello con lo que empezaron. Allá donde hay dos o más dos personas  existe la posibilidad —solo la posibilidad—  de que salte la chispa y se encienda el fuego de la conversación.

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ReflectedSerendipity – Conversation

Perdido Arte

La conversación es una habilidad que  está cayendo en desuso y en mal uso, es una herramienta oxidada.

Un tema recurrente en este blog es cómo las tecnologías digitales, en especial las redes sociales digitales, están pasando factura a la calidad y cantidad de nuestras conversaciones personales. El ritmo acelerado de nuestras vidas, el impacto de los medios de comunicación de masa y las redes sociales digitales fragmentan nuestras conversaciones, las acortan, las empequeñecen, las banalizan.

Si nos alimentamos de excrementos de pensamiento y de sucedáneos de conversaciones  es razonable deducir que nuestra excrecencias verbales y paraverbales no serán mucho mejores.

Quizá estoy exagerando, quizá mi visión es muy sesgada, quizá cada día hay más y mejores conversaciones, pero todo apunta a que no es así.

Cuando hablo de arte de la conversación, voy más allá de la presunta pobreza de nuestro vocabulario (dos o tres mil palabras son las que empleamos habitualmente) o lo tosco o degenerado de nuestra sintaxis o la superficialidad conceptual o la ausencia de argumentos racionales.

Cuando hablo de conversación, me estoy refiriendo a un resultado y a un proceso de comunicación genuino, lento, centrado y concentrado, multidireccional, entre unos pocos seres humanos; a un proceso cuidadoso, al que se le dedica tiempo, atención, esfuerzo y al que se le da importancia. Estoy proponiendo que cada conversación puede ser una pequeña obra de arte que con poco logra mucho, que crea un significado, un sentido, una novedad —por minúscula que parezca— emocional, afectiva, intelectual o espiritual, que no estaba en ninguno de los conversadores antes de entrar en la conversación y que se crea, se desarrolla y emerge durante el acto de la conversación.

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The Conversation – Kurfurstendamm, Berlin, 2012

Meta del proyecto

Aprender- entrenar- fomentar el Perdido Arte de la Conversación.

Alcance

Conversaciones con mayúscula, dignas de tal palabra. Tendré que delimitar el concepto de conversación.

Si es cierto, a la manera de Diógenes de Sinope [2], que «el movimiento se demuestra andando», también será cierto que la conversación se demuestra conversando; por lo tanto, este proyecto incluye la conversación como medio y como fin del proyecto.

Algunas de estas conversaciones serán metaconversaciones, dirigidas a discernir la naturaleza y rasgos de una conversación ideal. Las metaconversaciones servirán para orientar el proyecto.

Duración

Del 11 de septiembre de 2018 al 31 de diciembre de 2018 2019 [ampliacion oficial a 6.4.19] 2020 [ampliación oficial a 8.12.19]

Estrategia

Visionaria y emergente [3]

Siguiente paso

Tener una conversación  sobre la idea de Conversación —es decir, una metaconversación—. La grabaré y la colgaré en el podcast de Homo Mínimus [4]. El invitado será Escépticus Máximus.

Referencias

[1] El búrgues gentilhombre, comedia-ballet  de Moliere
[2] Diógenes de Sinope, el Santo patrón del Minimalismo Existencial. Artículo hagiográfico en este blog.
[3] Estrategia existencial: cuatro enfoques, artículo en este blog sobre cuatro tipos de estrategias existenciales.
[4] Podcast Homo Mínimus

Proyecto Em-18.1 Re-meditación

De acuerdo a mi  PYC 2018 (planificación y control) una de las iniciativas y proyectos estrella en el 2018 va a ser el retomar y refinar la práctica cotidiana de la meditación.  Le he dado el nombre en clave Pro. Em-18.1 Re-meditación (todos mis proyectos tienen un código).

Durante estos días, para definir el alcance, objetivos y estrategia del proyecto,  he estado rememorando mis experiencias en el mundo de la atención plena y la meditación y revisando libros, artículos y otro material al respecto.

Me he encontrado (en este mismo blog) un artículo del 2014 casi olvidado, Afinar el instrumento hombre, que capta muy bien los beneficios de la meditación para la toma de conciencia sobre la energía personal y la elección de la siguiente acción.

Puesto que sigo un paradigma de  organización personal más basado en la  gestión de la energía que en la tradicional  gestión de horarios y  tareas, este artículo me ha servido como un buen recordatorio de los beneficios que espero obtener de este proyecto.

Te recomiendo que lo leas si también estás interesado en motivar y justificar una práctica de meditación cotidiana o experimentar con ella durante algún tiempo.