Minimalismo aparente

Este es un artículo invitado de Iván entusiasmado, el autor del exuberante blog entusiasmado.com  y mi compañero de fatigas en el podcast Satori Time.

No soy minimalista.

( se escucha un murmullo de desaprobación, un movimiento incómodo de piernas en el suelo, alguien carraspea en el público).

Tampoco soy antiminimalista. Apenas sería capaz de pronunciarlo.

En realidad estoy más bien en empate, en neutralidad, en ni minimalista ni no. X en la quiniela. Hay una cosa en la que estoy de acuerdo con los minimalistas. Y  una cosa en la que no (que te diré después).

¿En qué estoy de acuerdo con los minimalistas?

Hay demasiadas alternativas, demasiadas obligaciones, demasiadas cosas. 

A mí me agobia. A ti también te agobia. Si no, no sé qué harías leyendo un blog sobre minimalismo. Salvo que estés enamorada platónicamente de homo minimus, claro. Y estés maldiciéndome a mí por estar escribiendo en su lugar.

Abres el email y ves decenas de correos. Si eres Justin Bieber igual son cartas de amor de admiradoras. Si no lo eres, probablemente sean correos prometiendo el alargamiento de tu (¿miserable?) pene o el secreto para tener 10.000 visitas en tu blog.

Estás apuntado a chino mandarín, a un curso de cocina tailandesa y además quieres no perderte tu clase de spinning.

¿Cuál es la solución?

El minimalismo del rompe y rasga

Algunos dicen que debes reducirlo todo. Cortar. Zas. Siga la línea de puntos, croc, croc, croc, fuera chino mandarín, a la mierda con la cocina tailandesa, no hagas ni caso al email.

Quédate con tres pantalones y tres camisetas del mismo color discreto, cocina arroz para toda la semana y olvídate de entrar en las redes sociales. Puedes hasta raparte el pelo.

No me convence.

Si haces todo eso un día podrás mirar a un rincón, y verás una bolsa pequeña. “Ahí —dirás ufano— están todas mis pertenencias”. Y te sentirás mejor que los demás. Porque los demás están atrapados por el monstruo del consumismo y de la complejidad y tú, eres un/a humanoide superior. Alguien que sobrevuela el mundo sin rozarlo. Un ser moralmente excelso.

Pero estarás equivocado (esto lo pongo solo en masculino, como cualquier hombre con pareja sabe las mujeres nunca se equivocan) Es solo el ego reapareciendo. Huir del mundo es ser tan esclavo como vivir en el mundo. Es una reacción. Si huyes de las cosas eres tan esclavo de ellas como si te poseen.

Podrás en ese momento ser una de dos cosas. Un ser lleno de ego que simula haber superado todo. O en el mejor de los casos, serás un santón o una monja, un ser beatífico pero absolutamente coñazo, sin pretensiones, sin ambiciones y sobre todo sin ningún interés para ti ni para nadie.

A la mierda con ese tipo de minimalismo. Subrayo el “con ese tipo”, no me quiten aún el micrófono, no me echen.

Hay una manera “cool” de ser minimalista. Y ya la conocía Henry Ford.

Simplicidad superficial

Henry Ford podría haber hecho un coche con solo cuatro ruedas y un volante. Eso queda muy bien al hacer un dibujo sencillo. Pero un coche así, no sería capaz de llevarte ni a la esquina.

Un coche tiene que tener un motor complicado para poder caminar.

Pero sí el conductor tuviera que conocer los mecanismos interiores del coche, poca gente sería capaz de conducir.

Por suerte para muchos de nosotros, la mecánica no importa. Por eso está bajo el capó. Porque no lo tienes que mirar. Porque funciona independientemente de ti.

Pero quizá lo de Henry Ford te parezca un ejemplo muy antiguo. Así que te voy a poner un ejemplo más moderno. Alguien que siempre queda bien citar, sobre todo desde que murió: Steve Jobs.

El Iphone.

Steve Jobs hizo el teléfono más sencillo del mundo.

Espera…

¿De verdad te has creído eso?

Porque es una mentira absoluta. Steve Jobs no hizo el teléfono más sencillo del mundo. Steve Jobs hizo el teléfono más complicado del mundo. Ningún teléfono del momento era ni remotamente tan complicado como un Iphone.

Lo que sí era el Iphone era el teléfono de apariencia más sencilla del mundo.

Realidad, apariencia.

Apariencia, realidad.

Parece que no hay diferencia, pero en realidad sí la hay.

Minimalismo de superficie.

Que sea complicado en el funcionamiento pero sencillo para ti. Ese es mi minimalismo. El minimalismo de funcionamiento. El minimalismo de apariencia. El minimalismo del día a día.

No reducir las cosas que quiero hacer, sino hacer tantas como pueda pero de la manera más simple posible.

¿Cómo conseguir eso?

Te estás acostumbrando demasiado a preguntarme cosas. ¿No creerás que lo sé todo? (vaya, no eres el único que pregunta, yo también lo hago)

La manera de conseguir cosas complicadas con la mayor simplicidad posible es mediante el uso de sistemas.

¿Qué es un sistema?

Un sistema es un procedimiento para conseguir un resultado de una manera repetida. La clave es esa, que se repite. Que lo puedes hacer una vez, dos, tres y siempre tienes un resultado parecido.

Imagina que tienes que regar un jardín.

Quizá lo más puramente minimalista sería coger una regadera y regar las flores. Es un buen sistema si solo tienes que regar el jardín un día. Pero no es así. Lo tienes que regar todos los días.

Y sí, claro puedes salir todos los días a regar el jardín. Pero eso no deja de ser un coñazo. Sé que los monjes decían lo de cortar leña y acarrear agua. Pero yo prefiero encender la caldera y abrir el grifo. Además no me sientan bien las túnicas. Y paso de ducharme con un cubo de agua cogido del río.

La mejor solución para regar un jardín es montar un sistema de riego automático. El primer día trabajarás mucho más que regando, pero el resto de los días estarás tumbado a la bartola leyendo un libro mientras tu vecino el monje zen sale a darse una vuelta con su regadera.

Crea un sistema y échate a dormir.

Sé minimalista en la superficie, pero maximalista en lo que trabaja por debajo sin que tú tengas que atenderlo.

Sé un minimalista aparente. Crea un sistema y escóndelo bajo el capó. Que trabaje solo, que para eso tú eres minimalista.

15 comentarios sobre “Minimalismo aparente

  1. Absolutamente de acuerdo. Tan absolutamente de acuerdo que vuelvo a plantearme si merezco el título de la universidad minimalista que cuelga aquí en la pared de mi despacho… El libro «Menos es suficiente» reflexiona acerca del aparente minimalismo, ascetismo lo llama el autor, de Steve Jobs. Efectivamente es un hecho que siendo ya un cuarentón millonario vivía en una casa con apenas algunos electrodomésticos. Es famosa la foto de Time en la que aparece descalzo con su Mac entre las piernas sentado en el suelo de un salón vacío. Y yo estoy de acuerdo en que en el fondo de los productos Apple, hay una especie de aura estética que satisface una especie de postureo consumista de tener un aparato que en su simplicidad guarda no sólo ya algo muy complejo, sino algo que si no te andas con ojo te hará entrar en una espiral de comprar otros aparatos compatibles, así como aplicaciones, cables, etc. Es un caballo de Troya con apariencia minimalista. Yo creo que el concepto de minimalismo merece ser puesto en tela de juicio. Creo que puede ser una moda que puede salir más cara que el consumismo. Pero quitando la parte frívola (que la tiene y grande), hay argumentos que juegan a su favor y tienen que ver con temas que ha tratado muy bien Homo Mínimus en post anteriores a saber: la salud o conciencia del propio cuerpo, la necesidad de tener una relación sana con él; la mente, la meditación o la necesidad de enfocar… y qué curioso que aquí no se trata de hablar de cosas. Creo que es porque un minimalismo coherente no pone las «cosas» o ausencia de «cosas» en primer lugar, sino que símplemente las pone en un plano muy secundario.
    Por otra parte quedaría pendiente una discusión interesante: ¿Por qué llamarlo minimalismo si se puede decir simplicidad, sencillez voluntaria o incluso ascetismo? ¿Es porque el minimalismo va más allá de alguna manera?
    Enhorabuena por el artículo y gracias a ti y a tu anfitrión por los buenos ratos de lectura.

  2. Creo que el punto de partida es excelente, encontrar un equilibrio, lo que en verdad funcione para la vida.

  3. Me sentí identificada con lo de amor platónico por homo mínimus y ¿miserable? (aunque no tengo pene). A veces soy minimalista, a veces no. Depende de mi estado de ánimo. Creo que la clave está en saber qué me satisface/conviene más en cada situación.

  4. Me llega justo en el momento preciso… cuando estaba recordando además algo parecido que leí en otro blog -lamento no recordar en cual para poder enlazar y dar crédito- sobre la «disyuntiva» minimalismo/sencillez o simplicidad. Creo que es muy interesante y para mí lo acertado o adecuado, coger del minimalismo lo que pueda coger, y no obsesionarme con lo demás: porque si se hace caso a muchos canales, blogs, etc., como bien comentas, te quedarías con una sola mochila de cosas y a recorrer el mundo trabajando por Internet… pero para empezar, no todos somos solteros y sin compromiso, o parejas sin más, a ver qué hago con los hijos, los abuelos… y si todos trabajamos así tendremos que acabar por comer bytes… en fin, no sé si consigo explicarme.
    Un ejemplo: en vez de tirar toda la ropa y comprar los sugeridos pantalones y camisetas de colores neutros que combinen siempre bien entre sí… pues no me voy a comprar nada más hasta que lo que tengo ya no sea dignamente ponible, y cuando ya vaya tirando será cuando intente sacar 2 para meter 1 o así…

  5. Genial.
    HM, veo que a falta de creatividad apelas subcontratar creadores!
    Me gusta esa visión Ivan. Ciertamente la gente esta yendo a extremos innnecesarios persiguiendo el minimalismo!

  6. Me gusta el artículo, Iván. Yo no soy ni vivo como minimalista pero creo que se vive mejor con menos. Con menos cosas. Cosas materiales. Lo he comprobado. Lo que ocurre es que vivir minimalísticamente ( o como se diga) es vivir contracorriente en casi todas las sociedades. Es convertirse en un bicho raro. Por elegir tener menos ‘de todo’ parece que se es menos. Y no tiene por qué. Es esa manía que tenemos los seres humano de compararnos con los demás …
    Lo de crear un sistema, como dices, me resulta tremendamente complicado. Tendrás que escribir algún artículo dando ejemplos aplicados a la vida cotidiana.
    Un abrazo
    Diana

  7. Mi lema es «trabajar para no trabajar». Modestamente diseño sistemas que me ayudan a hacer mi vida más sencilla, y gracias a este artículo comprendo lo que antes solo intuía, soy un minimalista de superficie.

    Por ejemplo, como me cuesta mucho esfuerzo repasar artículos atrasados de blogs, me he hecho un sistema que cada día me envía un mail con todos los artículos de Homominimus escritos ese día (El 4 de febrero recibo los artículos escritos el 4 de febrero de 2015, 2014, 2013,etc). De esta forma puedo repasarlos todos y engaño/motivo a mi mente con algo «que es novedad». Complicado de construir la primera vez, sencillo de utilizar para siempre

    1. Lo que comentas es muy interesante ¿sería posible incluirlo o compartirlo de alguna forma? Ya que es una gran idea poder ir enterándose de todo lo que ya pasó, quizás sea un atracón del que haya que deshacerse en parte, pero sino seguro que nos estamos perdiendo cosas interesantes que pasaron años anteriores… mil gracias…

  8. Práctica pura del «minimalismo inteligente» (como prefiero llamarlo yo). No conocía este blog. Me ha gustado el artículo. He querido hacerme seguidora. Escribo mi correo, buscando el botón «seguir» o similar de repente leo: «no pulses aquí». Como usuario me pregunto y entonces ¿dónde pulso? Después sonrío, ah ¡es lógico!, no nada hay más humano que el que nos prohiban hacer algo para provocarnos la acción contraria, pulso, ya soy seguidora, entonces leo una cifra 2862 seguidores… normal.

    Sé «minimalista inteligente», no necesitaras romperte la cabeza para conseguir que te lean. Contenido interesante, acción empática y échate a dormir. Gracias por el artículo, muy revelador 🙂

  9. Hola, Iván:

    Leí el artículo cuando se publicó y iba a poner mi opinión, pero preferí esperar un poco. Hoy lo he vuelto a leer, e intentaré aportar algo en mi comentario. Creo que la noción de «minimalismo de funcionamiento» es interesante, ponerle el adjetivo de «aparente» no me acaba de parecer adecuado, porque sin explicación el concepto lleva a equívoco y a la casi segura mala interpretación de quien lo lea.

    En todo caso, he subrayado una frase por encima de todas las demás:

    «Huir del mundo es ser tan esclavo como vivir en el mundo. Es una reacción. Si huyes de las cosas eres tan esclavo de ellas como si te poseen.»

    Me la guardo, creo que la escribiré y la pondré en el corcho de mi escritorio, para ir acordándome de ella de vez en cuando.

    Otro punto que destaco:

    «No reducir las cosas que quiero hacer, sino hacer tantas como pueda pero de la manera más simple posible.»

    Y propones que hagamos esto mediante un sistema. Si he entendido bien, creo que el sistema que podemos implementar en nuestras vidas son los hábitos. Para mí ese es el paso importante que te ayuda a dar el minimalismo: poner tu atención, tu mente, donde de verdad quieres estar. Si simplemente dejas de tener cosas, entonces es cuando para mí te quedas en un minimalismo aparente.

    Por eso, desde mi punto de vista, y después de haber pensado en tu artículo, creo que los sistemas, entendidos como hábitos que dirigen tu atención a donde tú quieres, son el camino hacia un minimalismo profundo (esté ésta en la superficie o bajo el capó, eso da igual cuando llevamos al extremo la metáfora), hacia un minimalismo de verdad que diferencie entre lo importante y lo superfluo.

    Gracias por el artículo y un saludo,
    Pablo

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