Medito 4 minutos, no 24.

Ayer eran las doce de la noche y todavía no había meditado. La meditación diaria de 24 minutos es uno de mis rituales. Era ya tarde y realmente se me hacía difícil ponerme a hacerlo a esas horas. En 30 segundos fui capaz de darme 5 buenas razones para dejarlo para el día siguiente (como bien sabéis, mañana siempre es el día más ocupado de la semana):

  • Por un día no pasa nada.
  • Mañana haces doble sesión.
  • Mejor una buena meditación que una a medias.
  • Olvídate, hoy has trabajado ya mucho. Te mereces un descanso.
  • Hay que ser flexible, aerodinámico, espontáneo;  la disciplina es rígida, robótica. Tú eres un artista.

Si hubiera dispuesto de más tiempo, se me hubieran ocurrido diez razones más; pero fui consciente en tiempo real –gracias al desarrollo de mi cada vez más potente Yo Observador–  de que había una parte en mí que no quería meditar y estaba empleando los recursos mentales para argumentar a su favor. Mi Yo negociador salió al quite:

–Bien, no es necesario que medites 24 minutos, ciertamente es tarde.– dijo en tono conciliador. Luego continuó: –Lo que creo es que 4 minutos sí que  podrías hacerlo…–. Aquí hizo una pausa valorativa.

–Mejor 4 minutos que nada, y con eso habremos cumplido y evitaremos el desagradable sentimiento de culpa por fallarnos a nosotros mismos. ¿No es cierto?

El Yo Negociador actuó magistralmente. Consiguió convencerme –a mí o a alguna de mis partes– y terminé meditando esos 4 minutos. Además, fueron muy intensos y tuve la sensación de que había pasado más tiempo.

 Misión cumplida.

2 comentarios sobre “Medito 4 minutos, no 24.

  1. Ostras, qué bueno, me doy cuenta de que ayer por la noche salió mi yo negociadora, pero al contrario que tú, no era para intentar hacer algo para contrarrestar que una parte de ti quería escaquearse, sino más bien al contrario, decir «vale, tú quieres hacer un millón, pero tienes que saber que no es posible, has trabajado mucho y necesitas descansar. Mira, hacemos una cosa, haces esto y ya mañana, si quieres haces un millón. ¿Te parece?».

    Soy un poco rara, no?

    (que conste que la otra versión también la tengo, pero generalmente para cosas de ocio y diversión. Espera, que lo estoy arreglando…)

  2. Para la gente muy perfeccionista y exigente, con un poderoso superego, le viene igual de bien el yo negociador (el ego freudiano). Tanto el id como el superego deben ser aplacados.

Deja un comentario