Bienes posicionales

Demasiada gente gasta dinero que no tiene para comprar cosas que no quiere para impresionar a gente que no les gusta.

-Will Rogers

Nuestro consumo de cualquier bien o servicio está determinado no sólo por el valor intrínseco o material del bien que consumimos y la satisfacción «directa» que nos produce, sino también por su efecto sobre otras personas y su deseabilidad frente a otros bienes.

Los bienes posicionales son bienes cuyo valor es principalmente o casi exclusivamente una función de su deseabilidad en un ranking. Su grado de “posicionalidad” depende de su deseabilidad en ese ranking frente a bienes sustitutivos. Esta posicionalidad proporciona un valor añadido al valor intrínseco o material del propio bien, y es por tanto relativa a otros bienes.

Ejemplos de bienes principalmente posicionales son las propiedades inmobiliarias en una zona exclusiva, reservas en un restaurante de moda,  ropa de marca «a la última», automóviles 4×4,  artículos de lujo no reproducibles o de oferta muy rígida… etc. En principio, cualquier bien tiene un cierto  valor posicional en tanto en cuanto pueda servir como signo de distinción o status.

Siendo los seres humanos seres sociales, en los que  la jerarquía es importante y en los que  parte de nuestra satisfacción proviene de nuestra posición en una escala jerárquica, es probable que los bienes posicionales sean importantes en nuestro consumo. Este hecho lleva a una competencia por ese recurso siempre escaso que son los bienes posicionales. Esta competencia es desgraciadamente un juego de suma cero en que los esfuerzos de cada competidor se anulan unos a otros y en el que lo que gana uno lo pierde necesariamente otro: si yo logro una posición más alta, alguien debe asumir entonces una posición más baja, y este alguien a su vez se esforzará por recuperar esa posición perdida, con lo que entraremos en una “carrera armamentística” de consumo que al final nos dejará a todos en la posición inicial. Es incluso peor que un juego de suma cero, es un juego de suma negativa, porque en esa carrera armamentística habremos incurrido en un gran gasto de recursos y todos al final estaremos peor.  

La obligación de usar uniforme en muchos colegios privados se puede ver también como una manera de reducir ese consumo posicional y esa guerra armamentística por ser el más cool del patio de recreo.

Incluso en sociedades comunistas, como la China de Mao, en que todos estaban obligados a vestir  de la misma manera, tuvieron que imponerse normas para evitar la proliferación de medallas, cintas o adornos en los uniformes comunistas.

Cada vez que realizamos un consumo de bienes posicionales estamos creando un coste o disminución de valor para otros, por lo que las externalidades o costes sociales  de este tipo de consumo son altas. Además, nuestro recién adquirido valor posicional es precario y fácilmente amenazable por el consumo de otros.

Al final,  sólo unos pocos pueden ser los más cool, distinguidos y selectos del barrio, y para ello han tenido que incurrir en grandes costes.

7 comentarios sobre “Bienes posicionales

  1. Desde un punto de vista totalmente racional, se asignarían mejor los recursos productivos si no hubiese demanda de bienes posicionales, pero… Vamos con el pero. ¿Como se hubiera llegado «más eficientemente» a la Luna? Obviamente no compitiendo Rusia y EEUU sino colaborando ambos. De algún modo se duplicó el trabajo para lograr un mismo objetivo. La cuestión es: ¿Se habría llegado a la Luna sin ese pique político? Llegar el primero a la Luna fue en su momento un bien posicional a nivel de naciones que daría gran prestigio a la potencia que lo lograra. Es cierto que en estas carreras de máxima implicación de naciones y/o personas hay perdedores. Pero yo soy un liberal que cree en el empuje y el inmenso valor de la iniciativa y ambición humana. Creo que finalmente, tras estos derroches económicos se acaba llegando una mejora global, por las externalidades de dichos avances. En el caso del programa Apollo y otros grandes programas espaciales, se dieron fuertes incentivos a la computación (junto con la 2ª Guerra Mundial y otros factores) y miniaturización. Aun siendo triste para una mente compasiva, la existencia de perdedores en el proceso, [en todo proceso económico de mejora, hay quiebras, arruinados por la lógica del capitalismo] pienso que ese factor competitivo que es irracional, desmesurado e «ilógico» desde un punto de vista frío de asignación de recursos, es sin embargo el gran motor que ha llevado al ser humano tan lejos como hace milenios nunca hubiera podido imaginar.

  2. No vamos a negar la utilidad de la competencia como fuente de innovaciones; ciertamente, la destrucción creativa que genera la competencia es una de las principales fortalezas del capitalismo.
    Que esa competencia descanse en la búsqueda de la gloria personal o el prestigio o cualquier otro interés personal no es un argumento contra la competencia.
    Al contrario: podemos decir que el sistema de competencia en libre mercado se alimenta de esos impulsos naturales y los canaliza para mejorar productos, producirlos con menos coste, generar diferenciación e innovar constantemente en procesos, diseño o funcionalidades.
    La cuestión es que en los bienes posicionales, aquellos en los que gran parte del valor depende del prestigio que generan y la mejora en la escala jerárquica, la carrera armamentística del consumo puede conducir muchas veces a un exceso de consumo posicional (sin mejora en la posición) en detrimento de otro tipo de consumo más “hedónico” o “basado en los valores intrínsecos del bien”.
    La innovación se puede generar por la competencia generada en la producción de cualquier bien o servicio, sea posicional o no.

    Cuando digo “desgraciadamente sólo hay un ganador” no digo que me parezca mal que haya competencia y vencedores y perdedores, sino que posiblemente el resultado final para vencedores y perdedores sea peor que antes de que comenzara la competencia.

    Éste no es el caso del ejemplo que pones de la carrera espacial. Creo que aunque la motivación era sobre todo el intento de mejorar la posición del país en el ranking de países y el orgullo nacional, el resultado era más una forma de inversión a largo plazo con resultados inciertos que una forma de consumo posicional. Era una inversión con potentes efectos externos sobre todos los sectores de la tecnología y la economía. Aunque ciertamente el banderín de enganche o la forma de venderlo ante el pueblo americano por Kennedy se basó en su apelación al orgullo americano y la rivalidad con la URSS.
    Después del fin de la carrera espacial Estados unidos seguía siendo el número uno y la URSS el número dos y se habían empleando ingentes recursos, pero ambos habían mejorado el nivel tecnológico y científico de sus países y de la humanidad en general, por lo que no puede considerarse un juego de suma negativo.

    En otro tipo de consumo, como el consumo en coches 4×4 (ver nota al pie de página), ropa de marca, restaurantes de superlujo de moda, viviendas más y más lujosas, vacaciones más extravagantes, etc, posiblemente esos efectos externos positivos generados por la innovación son insignificantes respecto a la disminución de otro tipo de consumo, como el sanitario, el educativo o el propiamente hedónico.

    Todo esto es a nivel global, de economías nacionales.
    En un nivel más personal creo que los peligros del consumo posicional son más claros. El instinto de comparación puede llevarnos a veces a comportamientos con resultados muy perjudiciales. Recuerda lo que te decía tu madre cuando decías que fulanito o menganito tenía un juguete que tú no tenías: “tú no te fijes en lo que hace fulanito, fíjate en ti mismo”. En próximo artículo extenderé esta discusión sobre los bienes posicionales a un concepto más amplio: los círculos de comparación.

    * Nota sobre el consumo de coches 4×4:

    Lo considero básicamente consumo posicional con efectos externos negativos sobre la la posición social y sobre la seguridad del resto de los conductores:

    – ¿Cuál es la ventaja real de un coche todo terreno en una urbanización lujosa del extrarradio de una ciudad? ¿Cuántas veces necesitarás tracción a las 4 ruedas y circular por terrenos fangosos o llenos de barro mientras llevas a tus niños al colegio? —> claramente el 4×4 se adquiere por su valor posicional o de señal del status. Con tu consumo individual de 4×4 estás “infligiendo” una pérdida de posición al vecino que tiene un utilitario.

    – ¿Qué ocurre si tú viajas con tus hijos en un pequeño utilitario en un entorno en los que otros conductores usan 4×4? —> efectos externos negativos sobre la seguridad de otros conductores.

    El día en que apareció en la puerta del colegio privado el padre de un niño de familia acomodada con su flamante 4×4 adquirió un prestigio o una posición superior al resto los padres. A algunos padres les pareció una salida de tono o un gesto extravagante, pero a algunos otros les pareció una señal de riqueza y distinción. Estos últimos también empezaron a pensar en comprar su 4×4.
    Al cabo del tiempo había varios 4×4 en las inmediaciones del colegio, y algunos padres se sintieron amenazados por semejantes mastodontes, que si chocaban con sus más débiles coches seguramente no sufrirían más que un rasguño, mientras que ellos y sus hijos saldrían malparados. A su vez, la menor visibilidad de los 4×4 de las alturas más bajas (en la que se mueven los niños pequeños) ya estaba perjudicando a todos, tanto a los niños de padres con 4×4 como a los niños de padres sin 4×4.
    Algunos padres amenazados, aunque no sentían ninguna simpatía por ese tipo de coches, empezaron a pensar también en comprar un 4×4 y equilibrar la pérdida de seguridad (y quizá de prestigio) que les habían inflingido los propietarios de 4×4.
    Al cabo de un par de años gran parte de los padres acuden a recoger a sus niños al colegio en sus 4×4 derrochadores de gasolina, sin que tengan ya por ello mayor status y sin que su seguridad haya mejorado. Eso sí, se han gastado entre cuarenta y cincuenta mil euros en el último modelo, dinero que no tendrán disponible para otros usos.

  3. en realidad no creo que se pueda establecer una distinción entre lo que es util y lo que no, porque la utilidad es básicamente subjetiva. Da igual que se trate de llegar a la luna o de tener la camisa más bonita, ¿quién decide lo que es útil y lo que es superfluo?. Tener una camisa más bonita o un coche mejor, o cualquier otro bien puede ser inútil para uno y útil para otro, en función de sus circunstancias o de su manera de ver la vida. Lo que existe es la necesidad imperiosa de destacar respecto de los demás, esa necesidad es la misma base biológica que hace que los pavos tengan las plumas más vistosas y grandes. Si hay algo que produzca una ventaja será adoptado por todos los individuos que se lo puedan permitir, y los que no puedan hacerlo se quedarán atrás, no sin desde luego lamentarse de la inutilidad de la nueva posición.

    1. Si hay algo que produce una ventaja será adoptado rápidamente… pero si la adopción de esa ventaja es al cabo de tiempo perjudicial para todos quizá se pueda hacer algo para evitar la adquisición de esa ventaja en un primer momento.
      Una sociedad estúpida puede estar hecha de inviduos muy listos que aprovechan cualquier oportunidad para mejorar sus resultados individuales.
      Usando el punto de vista biológico: el que un ciervo tenga una gran cornamenta le proporciona a él ventajas evidentes en la lucha contra otros machos y por tanto en la reproducción, aunque esa misma cornamenta le haga más difícil el correr o el huir de depredadores en terrenos con mucha vegetación en que su cornamenta podría enredarse con las ramas de los árboles.
      Pero si con el tiempo todos los machos de la especie desarrollan grandes cornamentas la especie en su conjunto estará peor, porque esas grandes cornamentas se convierten en estándar y vuelven a todos los machos ciervos más lentos y fáciles de ser atacados.
      Los acuerdos de limitación de armas entre grandes potencias son un ejemplo de acción colectiva inteligente para poner coto a los resultados de acciones individuales inteligentes que proporcionan ventajas militares por un tiempo, pero que al final terminan por desaparecer.
      Los bienes posicionales producen ventajas individuales sólo en el corto plazo, porque con el tiempo el resto de los competidores compran los mismos bienes anulando la esencia posicional del bien, con lo que el ciclo ha de volver a empezar.
      Al final, todos están más o menos igual desde un punto de vista competitivo, pero dedicando una parte desproporcionada de su energía, renta y esfuerzo a la adquisición de esos bienes posicionales.
      Si pudieran elegir, todos preferirían volver a la situación inicial antes del aumento del comienzo del consumo del bien posicional.

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