El poder de la no identificación

Uno es tan bueno como lo es el último de sus proyectos.

–Tom Peters. Gurú del Management.

No estoy de acuerdo con Tom. Ni con todos los otros Toms del mundo.

Leyendo a Eckart Tolle, el autor de El poder del ahora (pdf), reconozco una idea inmensamente valiosa: el poder de no identificarse con uno mismo.

¿Qué creo que quiero decir con esto?

Creo que quiero decir que… no somos nuestro aspecto físico;  no somos nuestros éxitos, por dura y meritoriamente que los hayamos conseguido; no somos nuestras derrotas, por mucho que sangremos a través de ellas;  no somos nuestro estatus, nuestra posición en la escala jerárquica, nuestro cargo; no somos tampoco nuestro oficio, por muy orgullosos que nos sintamos de él; no somos nuestras satisfacciones personales, ni nuestras insatisfacciones;  no somos nuestros orígenes, ni nuestras raíces (los seres humanos no son plantas), ni nuestro país, nuestra tierra o nuestra familia; no somos la situación en la que nos encontramos: beneficiosa o perjudicial; no somos siquiera nuestra historia, nuestro historial, el conjunto de hitos vitales; no somos las cosas que nos gustan de nosotros, ni nuestro ideal de yo, ni tampoco lo que odiamos o nos incomoda en nuestra persona; no somos nuestras emociones, nuestros placeres o displaceres, nuestros amores, nuestros odios, nuestros rencores, nuestras filias, nuestras fobias, nuestras pasiones.

 En definitiva, no somos ninguna de  las situaciones asociadas con nosotros mismos y que consideramos nuestras señas de identidad.  El yo –lo que quiera que signifique– es como el cuenco que contiene todos esos elementos y muchos más; pero no es ninguno de esos elementos; ni la acumulación de ellos ni su ausencia.

 

 

La vida puede seguir viviéndose con objetivos, proyectos, sueños; pero no somos  nuestros ideales ni la mejor versión de nuestro yo, ni siquiera la suma de yoes potenciales. No unimos nuestro destino ni nuestro valor a la consecución o no consecución de lo que queremos o anhelamos.

Podemos vivir todos esos afanes y asociaciones  como un juego, no una tarea seria; ni siquiera un juego serio, sólo un juego en el que se puede aprender y en el que se puede estar. Estar sin más.

Uno no es lo que no es. De apreciar esta obviedad puede derivarse una inmensa libertad y levedad. Cuando reconocemos lo que no somos, podemos soltar lastre.

No soy lo que no soy… y  no estoy completamente seguro.

–Homo Minimus

Un comentario sobre “El poder de la no identificación

Deja un comentario