No deja de sorprenderme cómo Pantomima Full es capaz de de captar la esencia de un personaje o un carácter en unas pocas pinceladas. Simplicidad en la expresión sin exceso de simplismo. Exuberancia en la recopilación de lugares comunes y clichés del mundo del minimalismo existencial y la decoración de interiores.
Me siento reflejado en la camiseta gris de manga corta, el gorro negro de lana y el tono pseudoespiritual de recién iluminado que dice banalidades en tono transcendente.
Me han puesto ante el espejo de mi ridiculez y, en vez de sentirme insultado o avergonzado, me han hecho reír de mí mismo. No se puede pedir más por tanto menos.
Hace un par de semanas, me vi en la necesidad de conseguir naranjas cuando las tiendas ya estaban cerradas. Recordé que había una cafetería cercana donde vendían zumos de naranja; por tanto, tendrían naranjas.
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Cuando llegué a la cafetería, pregunté a la dependienta, casi a bocajarro, si me venderían un par de naranjas. Puso cara de extrañeza, preguntó al encargado, que, también extrañado, acabó diciéndome que no. Insistí. No.
Como quería de verdad las naranjas, intenté otro enfoque: Yo: ¿Cuánto cuesta un zumo de naranja? La dependienta: 2,95 euros. Yo: ¿Cuántas naranjas entran en cada zumo? La dependienta: Tres naranjas. Yo: Te doy cinco euros si me vendes las naranjas.
La dependienta mira al encargado, este le dice con resignación que me las venda. La dependienta me las da, le entrego un billete de 5 euros y me devuelve 2,05 euros. Le digo que se puede quedar la vuelta, me dice que no es necesario, le respondo que ya sé que no es necesario y me voy.
¿Por qué funcionó el segundo enfoque y no el primero? Creo que fue un problema de enmarcado de propuesta: Una cafetería no vende las materias primas que usa en su proceso productivo; no es una frutería, por ejemplo. Si voy con una propuesta de intercambio que se sale de sus transacciones habituales, lo más probable es que me diga que no, aunque sea por la extrañeza que le produce que alguien pida algo no habitual y que no están acostumbrados a vender (naranjas sueltas).
Sin pensar, decidí modificar el marco de la propuesta: formulé preguntas que podían responder (precio zumo, cantidad de naranjas por zumo), después hice una oferta muy generosa: cinco euros por las tres naranjas sin exprimir del potencial zumo.
No podían rechazar mi propuesta, después de todo solo quería un zumo pero sin quitar la piel y la pulpa de las naranjas.
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Procesando…
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El Shabbat es un día de alegría, porque ese día el individuo es plenamente él mismo. Por ello el Talmud llama al Shabbat la anticipación del tiempo mesiánico, y al tiempo mesiánico el Shabbat interminable: el día en que la propiedad, el dinero y la aflicción y la tristeza no tienen cabida; un día en que es abolido el tiempo, y solo domina el ser puro espiritual. Su predecesor histórico, el shapatu babilónico, fue un día de tristeza y de temor. El domingo moderno es un día lleno de consumo y de huir de sí mismo.
Erich Fromm: Tener o ser.
Si tuviera que darme una obligación que debiera y además quisiera cumplir durante el resto de mi vida, sería esta: observa el Shabbat, hazlo sagrado.
Si tuviera que darte una obligación que debes pero no querrás cumplir la mayoría de las semanas, al menos al principio, sería esta: observa el Shabbat, hazlo sagrado.
Escribió Abraham Joshua Eschel que el shabbat es como echar un vistazo a la eternidad, y que el judaísmo es una religión más del tiempo que del espacio, que construye un santuario en el tiempo todas las semanas.
Nadie te impide dedicar veinticinco horas todas las semanas a lo que verdaderamente importa, ser y no hacer, a la verdadera libertad, a las relaciones personales cercanas, familia y amigos íntimos, el espíritu y lo divino.
Imagina que has llegado, que no tienes que ganarte el pan con el sudor de tu frente, tienes la eternidad contigo y para ti. Olvida las metas y los planes, ya has llegado, no hay nada que esperar ni que temer.
Cierto, hay muchas cosas que no puedes hacer en este día: treinta y nueve según el Talmud. Pero a estas alturas ya sabemos que libertad es libertad para elegir nuestras cadenas. La restricción es el pilar de la libertad, y nada mejor que la restricción autoimpuesta y además propuesta por una comunidad.