Burbuja lógica: la llave de la conversación inteligente

En las conversaciones, como en casi cualquier otra área de las relaciones humanas, nos encontramos habitualmente con comportamientos y opiniones incomprensibles e inexplicables.

Dicho de forma simple: muchas veces no tiene sentido lo que otros dicen o hacen.

Mi primera reacción, y seguramente también la tuya, es pensar que el otro o bien es idiota o bien es malvado, posiblemente ambas cosas al mismo tiempo.

Dicho de una manera más compasiva y menos extremista:  mi primera reacción es pensar que el otro tiene desafíos cognitivos relacionados con el procesamiento de información o bien no está actuando en buena fe.

Por tanto, hay dos casos (no excluyentes): el interlocutor está pensando incorrectamente o es malvado.


En el primer caso, entramos en modo profesoril e intentamos sacarle del error; en el segundo, confrontamos al sujeto y pasamos a alguna forma de argumentación ad hominem: atacamos a la persona más que a sus argumentos, porque sus intenciones son malvadas y por tanto explican que sus opiniones y acciones sean erróneas.

En resumen, pasamos a educar o aleccionar al ignorante, o a confrontar al malvado.

Sabemos por experiencia que ninguna de esas opciones suele llevarnos muy lejos. Como dice el proverbio ruso: «Si intentas enseñar a tocar el violín a un cerdo, perderás el tiempo e importunarás al cerdo».

El cerdo resulta que también es un burro que no atiende a razones y  probablemente reaccione con una coz o un gruñido.

¿Qué podemos hacer? ¿Cuál sería nuestra reacción inteligente ante situaciones de incomprensión (sus opiniones no son correctas) o conflicto (hacen lo que no deben hacer)?

Cuchilla de Hanlon

En una primera aproximación,  una buena regla práctica es no apresurarnos a tildar de malvados a los que no piensan o actúan como creemos adecuado; es  mejor tratar a todos los animales (bípedos implumes de uñas planas) que entablan conversación con nosotros como burros y no como cerdos:

Según la cuchilla o principio de Hanlon, «Nunca atribuyas a la malicia lo que es adecuadamente explicable por la estupidez»,

O bien, esta otra expresión del filósofo Denis Diderot: «Condenar a un hombre por malos razonamientos es olvidar que es un imbécil para tratarle como a un malvado».

Esta regla comunicativa, a pesar de su aparente crudeza, nos orienta en el buen camino. En vez de partir de la base de que el otro es un ser corrupto moralmente, es mejor pensar que algo falla en su capacidad de procesamiento de información, lo que le lleva a opinar o hacer erróneamente

Este es el enfoque que adoptan  muchos liberales políticos: atribuyen las ideas de los progresistas y socialistas más a la estupidez y la ignorancia que a la maldad:

«No son gente malvada, es solo que están equivocados»·.

Los progresistas y socialistas, suelen adoptar la otra perspectiva: atribuyen a la malicia el comportamiento y opiniones contrarias de sus opositores políticos:

«Están actuando siguiendo agendas egoístas e individualistas o intereses de clase,

no es que sean especialmente idiotas».

La corrupción que atribuyen a los no-socialistas  se refiere a sus valores, a su falta de corazón, a su aparato moral, no a su aparato cognitivo. Sus razonamientos están viciados de origen, porque solo tratan de engañar al otro y promover su agenda política de explotación o supremacía de clase.

La cuchilla de Halon es un heurístico (una regla útil que no siempre funciona) y por tanto  no significa que no haya gente que alguna vez  actúe de manera malvada o  con desconsideración por los demás.

Esta regla ayuda a evitar asumir automáticamente que el otro es malvado.

Sin embargo, la regla de Hanlon entraña una cierta soberbia intelectual y falta de caridad cristiana: damos por hecho que el otro es idiota, pero pasamos por alto  que nosotros probablemente también seamos idiotas en ciertos asuntos en algunos momentos. Después de todo, un idiota no tiene criterio para saber quién es idiota o no en un momento dado.

Es aquí donde la idea de racionalidad limitada es muy útil.

Racionalidad limitada

La hipótesis de que los seres humanos  son «burros» —actúan irracionalmente o sin seguir las leyes de la lógica— se puede matizar más.

Sería mejor decir que los seres humanos somos agentes inteligentes con racionalidad limitada; no es que seamos burros, irracionales; resulta que es difícil ser racional en términos absolutos, en todas las ocasiones y dadas nuestras limitaciones cognitivas.

Por tanto, pocas veces podemos llegar a la solución óptima y la opinión correcta.

Somos todo lo racionales que podemos ser dados la escasez de tiempo para pensar y decidir, y lo finito de nuestros recursos cognitivos.

Es más realista suponer que  las personas están sometidas a limitaciones derivadas de  la escasez  de información y  lentitud de procesamiento mental de esa información

De hecho, los burros biológicos actúan dentro de ese marco de limitación cognitiva y han sobrevivido a lo largo de miles de años; es por esto que los burros no son «burros» en el sentido anterior de torpes o idiotas, simplemente hacen lo que pueden y sobreviven con su limitada inteligencia.

Sin necesidad de ser malvados o sostener valores inmorales, ni de ser «burros» o especialmente torpes, podemos mantener opiniones erróneas y comportarnos inadecuadamente.

Está hipótesis de la racionalidad limitada está  apoyada por muchos de los hallazgos de la psicología cognitiva y la relativamente nueva escuela de  economía llamada «Economía del comportamiento o conductual» (Behavioral Economics), que ha socavado muchas de las hipótesis de racionalidad en las que se basan los modelos matemáticos de la Economía estándar. 

Mejor solución: la burbuja lógica de De Bono (no el cantante)

En 1979, en su libro Futuro perfecto, el experto en enseñanza del pensamiento y creatividad  Edward De Bono, presentó por primera vez su el concepto-herramienta mental de la burbuja lógica.

La idea es sencilla: en una situación dada cada persona actúa en función de sus percepciones del momento (incluyendo a las emociones como una forma de percepción) y sus marcos de referencia y creencias,  lo que De Bono llama «burbuja lógica».

undefined


Dicho de otro modo, las opiniones y el comportamiento de una persona, no importa lo absurdos que parezcan al observador externo, resultan  explicables cuando conoces su burbuja lógica, porque esta es la que permite llegar a esa opinión o comportamiento.

Dentro de cualquier burbuja, para quien está dentro de ella, los comportamientos propios resultan perfectamente lógicos.

El concepto-herramienta mental de burbuja lógica es también una regla de comportamiento falible: es posible, casi inevitable,  que la gente no aplique siempre las reglas de la lógica e incorpore  la evidencia disponible para llegar a conclusiones.

A pesar de ser una regla que no se cumple siempre, la idea de burbuja lógica es útil para poner el foco en las circunstancias de la persona (que se pueden alterar) en vez de su inmoral carácter  o  falta de racionalidad (difícilmente modificables).  

El terrorista suicida y su burbuja lógica

Pongamos un ejemplo extremo de aparente irracionalidad y sinsentido: los terroristas suicidas.

¿Hay alguna racionalidad o lógica en este comportamiento manifiestamente criminal y absurdo?

Nuestra primera reacción es la de encuadrar al joven terrorista en la categoría del mal en estado puro.

Si vencemos nuestra repugnancia al terrorista, podemos llegar como mucho a intentar quitarle parte de la responsabilidad atribuyendo su comportamiento a la manipulación religiosa o su entorno socioeconómico de pobreza y exclusión social.

Pero cuando uno investiga y conoce el dato de que muchos de los terroristas vienen de familias acomodadas con vidas confortables, la explicación del terrorista como un ser agitado por el ambiente donde le ha tocado vivir, simple víctima de las circunstancias, tiene menos verosimilitud.

Decir que el terrorista suicida es malvado o simplemente víctima de la irracionalidad o la  presión de su entorno —económica, social o religiosa— no nos lleva muy lejos.

Pero si vemos el comportamiento terrorista desde el punto de vista del yihadista e intentamos hacer un doloroso esfuerzo de empatía intelectual (no compasiva), podemos resolver que sus actos tienen perfecto sentido:

  • El mártir yihadista cree en un paraíso eterno donde será recompensado con 72 vírgenes y la felicidad eterna.
  • Cree que su causa es justa y es reforzado y adoctrinado por una comunidad de creyentes.
  • Su familia, cuando muera, será ayudada por la comunidad,  y sus amigos y familiares se sentirán orgullosos con su heroico acto y perdurara en la memoria de todos. 
  • La muerte en acto de combate proporciona un sentido heroico a su vida.

Si uno conoce su burbuja lógica —las creencias del terrorista, su comunidad de apoyo y un relato de resentimiento e indignación—, su comportamiento resulta más comprensible y se pueden empezar a pensar en acciones que cambien su burbuja lógica y eviten el crimen.

Por ejemplo, se podría debilitar a su comunidad de apoyo, contrarrestar mediáticamente el relato victimista o combatir policial y militarmente a las células de entrenamiento terrorista.

Conclusiones

La regla de la cuchilla de Hanlon es  muy eficaz  porque nos hace ir más allá de la reacción visceral inicial («Es malvado») y nos conduce más a la idea más probable («Es idiota»), condición que en ciertas ocasiones tiene remedio o es subsanable a través de la educación o la persuasión.

En cambio, la maldad  es una condición más difícil de manejar y requiere probablemente la intervención divina.

Es mejor pensar en términos de burros que de cerdos.

La idea de racionalidad limitada es más potente porque nos permite conceptualizar al ser humano como un ser imperfecto con inteligencia finita y siempre con información limitada.

No se trata de que el ser humano sea necesariamente un asno, más bien es un agente capaz de comportamientos inteligentes pero con capacidad de procesamiento finito y tiempo escaso.

De hecho, todos estamos en esa situación de fragilidad cognitiva, no es patrimonio de ningún grupo de seres humanos en concreto.

Es mejor ver a los demás y a uno mismo como seres humanos con limitaciones que como burros, y así promover la humildad intelectual, la conciencia de ser falibles y la autocrítica, que es la mejor forma de crítica.

Por último, el concepto de burbuja lógica de De Bono nos lleva todavía más lejos: podemos hacer un esfuerzo por comprender qué marco de referencia y percepciones hacen que sus opiniones y comportamiento tengan sentido.

En vez de etiquetar al contrincante como un idiota irracional o simplemente alguien al que le falta la información y el tiempo para procesarla, indagamos en las bases de su razonamiento y acciones, en sus supuestos de partida.

En el marco más restringido de una conversación racional , la exploración de la burbuja lógica de la otra persona nos permite comprender de manera emocional e intelectual las posiciones contrarias y nos proporciona varias palancas desde la que podemos llegar a un acuerdo o una mejor comprensión de la posición contraria.

También podemos llegar a ver y tomar conciencia de nuestra propia burbuja lógica y analizarla críticamente, quizá descubriendo maneras alternativas de ver las cosas.

Proyecto El perdido arte de la conversación

argument2

Todos los artículos y podcasts del Proyecto El perdido Arte de la Conversación




Procesando…
¡Lo lograste! Ya estás en la lista.

Anuncio SubProyecto 52 conversaciones

¿En qué consiste mi SubProyecto 52 conversaciones?

En mantener 52 conversaciones  vía skype o telefóno con 52 lectores del blog, amigos o conocidos sobre su relación con los hábitos.

 

52yoga

Contexto

En este blog somos interdidactas [1] (aprendemos autónomamente con otros) y presumimos de una mentalidad experimental [2]  (hacemos cosas nuevas que pueden no salir bien), así que voy a aplicarme los consejos que doy a los demás («consejos vendo que para mí no tengo»)  e iniciar un  nuevo SubProyecto dentro del Proyecto El Perdido arte de la conversación [3] que me pondrá en contacto con la gente del blog y me permitirá tratar un tema crítico para el crecimiento personal.

Justificación del tema de conversación

Para que la conversación tenga foco, elijo el tema de los hábitos porque es suficientemente amplio y complejo, y porque es un tema recurrente en el blog. No en vano, dediqué un año al Proyecto Los tres hábitos que cambiarán tu vida [4]  y he escrito decenas de artículos relacionados.

Sin embargo, siento que mi conocimiento de los hábitos es deficiente:  por un lado demasiado personal (hablo de lo que funciona para mí y de lo que he experimentado) y por otro lado muy general y teórico (hablo de lo que he leído en libros y artículos científicos).

Siento que para seguir aportando valor en este tema en el blog, necesito hablar con personas concretas, con individuos, sobre su relación específica e idiosincrática con sus comportamientos frecuentes.

No conozco mejores interlocutores que los lectores y comentaristas de este blog.

Marco y condiciones de la conversación

Duración. Entre 20 y 40 minutos.

Tema principal: tu relación personal con los hábitos.

Ojo, no tu opinión general sobre los hábitos, que, aunque interesante, me parece secundaria respecto a tu experiencia personal y tus dificultades y éxitos formando buenos hábitos,  modificándolos  y eliminando malos hábitos.

Canal comunicación: skype o vía telefónica si es que no  tienes acceso a skype. Yo puedo llamarte.

Modo audio, porque me desconcentro si te tengo que ver además de hablar.  Además, tomaré alguna nota sobre lo que me cuentes.

Foco de la conversación: estará en ti, no en mí. Yo ya tengo el blog para explicar en detalle mis experiencias y creencias. En esta conversación, aunque no es una encuesta ni una entrevista propiamente dicha, el foco serás tú,

Tono:  conversacional con toques de entrevista; eso sí,   aunque el foco está en ti, no es una encuesta, simplemente quiero conocer tu experiencia concreta, saber lo que piensas y sientes respecto al mundo de los hábitos.

Confidencialidad: es una conversación estrictamente privada,  no escribiré sobre ti en el blog ni te nombraré a menos que me des permiso o lo solicites.  Esto es importante si es que queremos que la conversación sea fresca, espontánea y personal.

Esta fue mi filosofía también en los proyectos 52 Comidas 52 paseos con (al menos) 52 frikis  anunciados también en este blog hace algunos años.

 

Siguiente paso

Escríbeme a homominimus@hotmail.com esta semana (o la próxima) diciéndome que quieres conversar conmigo y qué días y horas serían las mejores para ti.  En función de tu disponibilidad, te propondré un día y una hora en las cuatro próximas semanas.

 

Referencias artículo: 

[1] Autodidactas e Interdidactas
[2] Mentalidad experimental y sentido del ridículo
[3] Proyecto El perdido arte de la conversación
[4] Proyecto Los tres hábitos que cambiarán tu vida

 


Proyecto El perdido arte de la conversación

argument2

Todos los artículos y podcasts del Proyecto El perdido Arte de la Conversación

 

Las mujeres, el amor y la vida

 Y las cosas de los hombres, el amor y la vida se las dejo a mis criadas.

—Madame de Champollion, filósofa de alcoba y noble francesa del siglo XVII.

 

Hola, soy el doctor Amor. Estoy aquí para ayudarte.

Seguramente, como casi todas  las mujeres, te has pasado la vida buscando el amor de tu vida.

Desde la adolescencia, y puede que antes, cuando jugabas a las casitas y las cocinitas, estás obsesionada con encontrar a tu príncipe azul o  tu latin lover moreno o a tu danés de pelo amarillo  o  tu gurú de ojos azules, para terminar, como siempre, topándote con el enésimo sapo verde.

Tus amigas han sido las aliadas más implacables en el fuego del amor, el juego de la conquista, de la caza…; perdón, de la pesca, olvidaba que los hombres somos los que cazamos y las mujeres las que echáis la caña y esperáis a que piquen los peces gordos.

Te han dicho que siempre hay un roto para tu descosido. Y has perseverado. Has buscado sin encontrarlo. Sin encontrarlo del todo. Creyéndolo encontrar pero decepcionándote a las dos o tres estaciones de haber subido al tren del romance.

Tus amigas, si es que se puede hablar de amistad entre mujeres, (y entonces también tendríamos que hablar de inteligencia militar, del níveo carbón o del tiburón samaritano), tus amigas digo, han sido tus confidentes y tus guías en esta búsqueda del santo grial.

Desde que tienes diez, once, doce años a lo sumo, has consagrado tu vida a captar la atención, el interés, la decisión y la acción de tu caballero de la brillante armadura.

Ya, ya sé que tú eres una chica de tu tiempo, una mujer de hoy, que eres muy libre, que eres muy mujer, que estás por encima de los mitos románticos, que conoces mucho mundo y has viajado a Tailandia o Turquía o Albacete y vivido al máximo… Ya. Lo sé, eres astuta, tienes inquietudes, eres más lista que los ratones colorados, no te has caído de un guindo, no naciste ayer.

No dudo que el sexo débil es también el sexo listo. O el sexo listillo, más bien, por lo que expondré a continuación.

 Ya, ya sé que los hombres no se enteran de nada, que no entienden nada, que son cerdos cuando no son príncipes, que todos van a lo mismo: a lo suyo en vez de a lo tuyo, ¡cuán egoístas!, tú en cambio siempre vas a lo mío, ¿a que sí, princesa?

Serán pánfilos, no se enteran de nada, serán zorros disfrazados de corderos, serán la repanocha o el objeto de tus desvelos. Los hombres son un mal, pero un mal necesario, te guste o te disguste, los adores o los maldigas. Están aquí para quedarse, son un mal imprescindible (¿no es así? Dime, ¿de qué hablas con tus amigas cuando no hay hombres delante?) y seguirán ocupando las pantallas mentales de tu cráneo hasta el primer embarazo o la menopausia. Hasta la menopausia y más allá que dijo  Lucy Lightyear. ¿O era Buzz? Es verdad, Lucy era la mona. Aunque te vistas de seda, mona te quedas. 

 

Lucy
Lucy

 

Estoy aquí para comunicarte una verdad desagradable: todo lo te han enseñado sobre los hombres en tus conversaciones con tus pares, lo que has leído en las revistas femeninas y aprendido en algunas películas románticas, es erróneo.

 

verdades incómodas
Verdades incómodas

   

En el principio…

Empezaré por el principio, amiga, (¿puedo llamarte «amiga», ahora que te sientes más cómoda en mi presencia y te estás ciscando en mis muertos?). Empezaré por el principio:

En el principio, creé los cielos y la tierra…

  La tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y mi espíritu se movía sobre la faz de las aguas…

Y dije  «¡Sea la luz!», y fue la luz.

   

¿Pretencioso? ¿Me estoy pasando? ¿Acaso no soy un Dios solo por ser un hombre? 

¿He captado tu atención?

 Pues deja ese puto té verde con pastas y lee con atención lo que tengo que decir.

 

 

El té es para las mujeres de verdad, no para las niñas sin cerebro. Y hasta que no entiendas lo que he venido a decirte no tienes derecho a despegar tus ojos de esta página. ¿Capisci?

  Así me gusta, que seas obediente. Necesitas una voz con autoridad en tu vida. ¿Acaso no te gustaban los hombres un poco canallas?

Sigamos.

 

Cómo NO captar la atención de los hombres

Crees que haces lo necesario para captar la atención, el favor y los recursos atencionales, materiales y afectivos del hombre que te gusta. Consultas las revistas, los blogs de chicas listas  que te hacen sentir una mujer liberada de hoy en día, y todo lo que dicen resuena como cierto en tu corazón. Y sobre todo, confías en el juicio de las mujeres de tu grupo de referencia: crees que has de vestir así o asá, dejarte el pelo así o asá, hacerte la dura o la blanda así o asá, y crees que tu aspecto es el elemento fundamental para captar a un hombre, o, si eres más «espiritual», que todo depende de tener mucha autoestima y quererse mucho.

 Por eso dedicas desde que tienes uso de razón a buscar la prenda que más te favorece a desfallecer por tu peso y  el 80% de tu tiempo libre consciente a fantasear y diseñar tácticas y estrategias para seducir a tus víctimas y  mantener tu control una vez que lo has conseguido.

Pero no te lo reconoces, no te lo reconoces porque todo lo que haces es por amor; y en el amor y en la guarra todo está permitido, te sale solo, porque sí. Te molesta ser objeto del engaño y la manipulación pero tú te pasas la vida manipulando tu aspecto para conseguir el favor de los hombres.

No estoy aquí para moralizar, soy un simple notario de la realidad. Soy del gobierno, estoy aquí para ayudarte. Lo que importa es lo siguiente: ¿Lo estás haciendo bien para alcanzar tus fines?

 Pues sí, en parte lo estás haciendo bien. Tienes razón en una cosa: el atractivo físico es el elemento número uno en la lista de prioridades del hombre. La biología y la psicología evolucionaria te dan la razón. Si quieres dejar de leer pornografía emocional para mujeres (50 sombras de Paco, por ejemplo) y culturizarte, te recomiendo que leas un libro, un solo libro, que cambiará tu visión ingenua, diría que infantil, sobre las relaciones entre hombres y mujeres; ¿es pedir mucho que leas un libro?

El libro que te abrirá los ojos es La evolución del deseo. Estrategias de emparejamiento humano de David Buss. Siempre lo recomiendo a mis pacientas más acérrimas.

 

La evolución del deseo
La evolución del deseo

 

Ese libro sustituiría con éxito la comida basura pseudopsicológica que llevas oyendo y leyendo toda tu vida.

Pero este artículo no es un tratado, este artículo es una llamada a las armas. A las armas de mujer. Y no son las que crees. No son SOLO las que crees.

Te señalo un grave error: te vistes o cuidas o adaptas tu personalidad para gustar a tu competencia, a tus «amigas», a tus conocidas.

Por supuesto, crees que te vistes para gustar a los hombres, pero si lo piensas bien sigues el dictado de la moda, de los modelos femeninos que te rodean y desperdicias gran parte de tu hacienda y tu tiempo en ello, en adaptarte al ideal de tus amigas y de las revistas femeninas.

Quizá me digas que no, que te vistes para «gustarte a ti misma», para sentirte bien. Entonces, si dices esto, tienes un gran problema, Houston, tienes un gran problema: no te conoces, no sabes nada de  psicología femenina, te falta capacidad introspectiva, te falta la empatía con la persona que más lo necesita: tú misma.

Deberías buscar gustar al hombre que elijas, NO intentar estar a la altura de las mujeres con las que compites, ni aunque lo disfraces de «gustarte a ti misma». Este es tu primer error.

¿No me estoy contradiciendo? Por un lado te digo que el atractivo físico es lo fundamental, y por otro lado te digo que seguir los dictados de la moda y de tus competidoras es un error. ¿Por qué?

 

Cómo captar la atención de los hombres

 Porque a los hombres les trae al pairo que estés a la última, que uses tal o cual marca de pantalón o de maquillaje o que seas un poco más elegante que tu vecina o tu amiga o tengas unos pechos algo más voluminosos. El atractivo físico para un hombre es una simple cuestión de mínimos, es un umbral o límite  que tienes que superar. Los amigotes suelen decir que no hay mujer fea sino falta de copas, todos sabemos que según pasan las horas de la noche bajamos los estándares…

Pero si estás buscando una pareja estable, el amor de tu vida, o simplemente «un» amor (y esto significa también estable), no vas a ir bares de copas y  esperar a las cinco de la madrugada hasta que tu objetivo baje los estándares. Quieres que cuando te despiertes por la mañana, el dinosaurio siga estando allí y no haya huido quemando rueda porque tiene una cita urgente en San Petersburgo.

La industria de la moda y el marketing conspiran contra ti y te intentan convencer de que necesitas el cuerpo perfecto, los zapatos maravillosos, el bolso cool, los pantalones superajustados. Tus amigas y otras competidoras refuerzan ese concepto y te convencen de que para gustar tienes que gustarles: a ellas y al diseñador homosexual que no conoce mujer (en sentido bíblico). Si no, te critican, te vilipendian y dañan tu reputación. 

Y no me digas que esto que digo es para mujeres vacías distintas a ti, porque ocurre lo mismo en cualquier grupo social: me da lo mismo que seas geek, que seas emo, que seas gótica o una chica progre creativa y liberada.

Nadie está exento de la influencia social. Nadie. Yo no lo estoy, tú no lo estás, ellas no lo están. En algunas mujeres  será la ropa, en otras será la conducta sexual desinhibida, en otras los viajes a lugares exóticos, pero todos nos guiamos por el estilo de vida que fabrican para nosotros las marcas y la cultura de nuestro nicho social.

Basta ya. Se acabó.

Tienes que gustar a un hombre de carne y hueso: un hombre que tiene unos estándares mínimos de atractivo, por supuesto, pero estos son mucho más simples de lo que crees: quiere que estés sana, que seas agradable, que estés razonablemente en forma, que estés viva en cuerpo y espíritu, no que seas una modelo de revista o tengas la técnica sexual de una oiran (temas a los que las revistas femeninas dedican el 90% de su espacio).

Y poco más necesitas desde el punto de vista del atractivo físico. Cada hombre  tendrá el umbral en un punto más o menos alto, pero pasado el umbral el atractivo deja de ser lo relevante en una relación con vocación de largo plazo.

Hay una gran verdad que quizá olvidas: los hombres son personas. No son simples animalitos simplones que hay que someter a tus encantos.

Me gusta porque es simple
Los simples estamos de moda

   

Los hombres son personas con anhelos, con deseos, con creencias, sentimientos, con temores y vulnerabilidades y con curiosidad, no solo sexual, también intelectual. Quieren tener a su lado a una mujer con la que hablar y conversar, sorprenderse de cuando en cuando, y con la que aprender y sentirse a gusto.

Es cierto que la mayoría de los hombres parecen no buscar eso. Puede que no lo busquen porque se sentirían inferiores o porque no tengan mucha seguridad en sí mismo. Pero… este no es el tipo de hombres que deseas para ti. ¿Me equivoco? Por supuesto que no.

Lo más habitual es que los hombres no lo busquen, no porque no lo deseen, sino porque es difícil encontrarlo, porque es terriblemente extraño encontrar una mujer que no sea del montón.

Pregunta del millón: ¿qué haces para acicalar tu mente?

Y aquí está la pregunta del millón: ¿qué haces para acicalar tu mente? ¿Dedicas tanto tiempo a cultivar tu espíritu como el que dedicas a tu pelo o a tu trasero o a la ropa que vistes o las técnicas de manipulación psicológica que lees en el Cosmopolitan o el blog de turno?

Si quieres conquistar a un hombre necesitas más armas. El físico solo no te sirve. Necesitas ser interesante. Y para ser interesante tienes que interesarte por algo más que tu ombligo y tu tempestuosa (pero aburrida) vida emocional o  afectiva.

Por ejemplo, ¿qué sabes de transhumanismo y la singularidad  o de Kierkegaard y el existencialismo o de tratamiento de residuos orgánicos o sobre el concepto de ikigai o sobre ciencias de la complejidad y urbanismo?  ¿Nada? ¿Algo?.

 

Transhumanismo
Transhumanismo

   

No importa que sepas de tal o cual disciplina en concreto, lo que importa es que seas una mujer inquieta que sienta curiosidad por lo que pase en el mundo y que pueda hablar e interesarse por un montón de temas más allá de los viajes, los lugares de moda, las comidas y quién se acuesta con quién.

 Esa curiosidad se reflejará en tus palabras y tu estilo, y  hará que el dinosaurio quiera despertarse en la cama de la dinosauria y quedarse un rato.

Conozco pocas mujeres que lean libros antes de salir de marcha, en cambio todas pasan horas arreglándose y cuidándose hasta el último detalle. ¿Por qué no lees más libros o haces más actividades creativas como calentamiento o preparación para el sábado noche?

No lo haces porque nadie te dice que lo hagas, nadie te mira mal si no sabes quién es Karl Popper o si no sabes tocar el piano o si no dibujas un cuadro o si no escribes un blog o si no tienes ideas propias. La mayor parte de las veces crees que te sirve con ser simpática, sonreír y mostrar tus encantos físicos. Pero me temo que estos solo te servirán durante un tiempo, uno muy corto.

Hay una razón importante por la que nadie te exige que tengas una conversación interesante y seas interesante: no te lo dicen tus amigas y competidoras  porque son en general mujeres normales, no te lo dicen tus amantes porque no esperan que seas su mejor amigo, no te lo dicen las revistas femeninas porque se quedarían sin lectoras, no te lo dicen las firmas de moda porque no sabrían qué  venderte una vez que fueras una persona inquieta y curiosa que necesita muy poco o nada de dinero y de objetos físicos o viajes a Vietnam para sentirse viva.

Explorar el mundo es muy barato. Los libros están en las bibliotecas disponibles, la cultura es casi gratis, las causas sociales y políticas están ahí fuera, las conversaciones con gente interesante  las tienes a tu disposición, si empiezas a mirar más allá de lo epidérmico. Etc. Ya me sigues.

 

La respuesta: sé singular

 Dicen que las mejores cosas de la vida son baratas. Sí, lo son, pero no son fáciles. Requieren esfuerzo.

Y este es mi reto para ti: conviértete en alguien singular con el que otro ser humano le guste conversar, sé algo más que un manojo de hábitos y una colección de lugares comunes.

La singularidad está cerca

 

Empieza a vivir para alguna causa elegida por ti, ocúpate por algo más que tu bienestar emocional o tu éxito o deséxito con los hombres, y un mundo nuevo aparecerá ante ti.

Interésate  genuinamente por la realidad externa y serás interesante.

Puede que te quedes para vestir santos si sigues mi consejo. No lo descarto. Pero al menos serás alguien con quien apetezca tomar un café y mantener una larga conversación.

Y si lo piensas, ¿no es acaso el amor una larga conversación?

 

Proyecto El perdido arte de la conversación

argument2

Todos los artículos y podcasts del Proyecto El perdido Arte de la Conversación