Muchos escritores declaran escribir para ser queridos. Sin llegar a este extremo, casi todos actuamos para obtener la atención positiva de otros seres humanos.
Entonces, el escritor inconscientemente puede suponer que para ser querido ha de hacer las cosas que hace habitualmente para ser querido por su familia, amigos o personas cercanas sobre las que quiere influir. Puede inferir que puesto que con sus amigos y familia busca los puntos comunes, las cosas que les unen, ha de hacer algo parecido en el papel escrito.
Eso es un tremendo error para un escritor:
¿Por qué alguien iba va a cederte el precioso regalo de su atención, si solo le vas a dar lo que ya conoce, si no vas a reforzar más que lo que ya siente, sabe o quiere? ¿Por qué leer a alguien que tiene la misma visión del mundo que tú? Para eso la lectora ya tiene a su esposo, a sus hijos, a sus amigos, a su compañero de baile, al que reza y canta en la iglesia junto a ella. Para eso el lector tiene sus amigotes del bar, sus familiares y el cuñado pesado del que sabe lo que va a decir antes de que abra la boca.
Gran parte de la literatura es escapista, al menos la más popular. ¿Por qué alguien querría escapar con los familiares pero banales episodios cotidianos que tan bien conoce? Si te dan la oportunidad de pasar unas horas con una persona nueva de tu elección, ¿por qué ibas a querer conocer a alguien que fuera como tú, de tu barrio, de tu estatus socioeconómico, con tus mismas ideas? No tiene sentido. Si quiero escapar placenteramente, he de hacerlo a mundos que nunca pisaré o con los que solo puedo soñar.
Y luego está la literatura más sublime, la que pretende no solo entretener y proporcionar unas horas al margen de tus miserias cotidianas, de tus mil repetidos días de la marmota; la literatura que, además de sorpresa y trama, transmite significado, alguna verdad sutil y emoción sublime que solo se puede experimentar emocional e intelectualmente en forma de historia. ¿Crees que para ello has de dorar la píldora al lector? ¿Crees que tienes que ganarte su simpatía acariciando el concepto que ya tenga de sí mismo, el punto de vista que ya mantiene, su sistema de creencias? Esto también es absurdo.
El lector que te lea cuando oses escribir quiere alguien distinto a sí mismo, quiere tu punto de vista, sí, pero no el punto de vista común que os une, sino todo lo lo que os separa, lo que te hace diferente, justamente lo que no te conviene mostrar, lo que escamoteas o de lo que te avergüenzas en tu vida cotidiana. Quiere tu mirada desviada, quiere saber que no eres alguien de cartón piedra, quiere acceder a otro mundo gracias a tu magia.
Si yo te voy a leer, te voy a leer por lo que nos separa, no por lo que te haría gustarme; por lo que me choca, no por lo que me agrada; por lo que asquea, no por lo que me hace sentirme cómodo en tu presencia; por lo que me refuta, no por lo que me da una palmadita en la espalda.
Te voy a leer, si tienes la loca suerte de que algún día te lea, por todo aquello que te convierte en un verso suelto, en un pendón desorejado, por todo aquello que haría que estuviera a disgusto en tu presencia.
Hola. Como no puedo contestar en el mismo post…
HOstia puta!!! Por fin escribes esto. Me encantas. 👏👏😍👈
Enviado desde mi smartphone Samsung Galaxy.
Gracias, Jesús, un placer verte de nuevo por aquí.