A la busca del tiempo perdido

El único viaje verdadero, el único baño en la Fuente de la Juventud, sería no visitar tierras extrañas sino poseer otros ojos, ver el universo a través de los ojos de otro, de cien otros, ver los cien universos que cada uno de ellos ve, que cada uno de ellos es; y esto lo podemos hacer con un Elstir, con un Vinteuil; con hombres como estos realmente volamos de estrella en estrella.

 —Marcel Proust . A la busca del tiempo perdido

20/6/24

Intermitencia del yo. Intermitencias de los distintos yoes. Ni siquiera intermitencias, porque no hay una pauta fácilmente reconocible. Quizá es el contexto, el entorno, el que interaccionando con el yo-central (¿Lo hay? ¿Hay un centro capital de mí mismo? ¿Qué piensas, Benedetti?) genera esos sub-yoes o yoes diferenciados que llamamos persona. Persona. La persona como el centro de responsabilidad que permite, de cara a la coordinación social, negociar acuerdos entre cuerpos (¿El cuerpo como previo a la persona?). Tremendo embrollo. La persona, el yo-central, el Yo, como el ente ficticio (o no) que resulta de triangular (más bien poligonalizar) con distintas instancias del yo, con distintas apariciones del yo. Yo fragmentario. Yo integrador. Yo central. Yo planificador central. Yo jurídico. Yo que permite al cuerpo prometer.

En el centro de mi vida                   
en el núcleo capital de mi vida           
hay una fuente luminosa                   
un surtidor que alza convicciones de colores
y es lindo contemplarlas y seguirlas       
en el centro de mi vida                   
en el núcleo capital de mi vida           
hay un dolor que palmo a palmo             
va ganando su tiempo                       
y es útil aprender su huella firme         
en el centro de mi vida                   
en el núcleo capital de mi vida           
la muerte queda lejos                     
la calma tiene olor a lluvia               
la lluvia tiene olor a tierra             
esto me lo contaron porque yo             
nunca estoy en el centro de mi vida.

Suburbia. Mario Benedetti

19/6/24

Revoloteando alrededor del libro sin atreverme a hincarle el diente. Como un guerrero indio haciendo círculos alrededor del ejército del general Custer. Como un

único guerrero indio. Ahora leo Proust Way: A Field Guide to in Search of Lost Time.

Hace no muchos días acabé The World According to Proust

1/6/24

Into the wild…into the wild…into de wild! (whatever this means…)

27/5/24

[…] Las imágenes simples nos proporcionan certezas; por ejemplo, nos aseguran que los gastos financieros son garantía del disfrute:

Más de una vez, uno se encuentra con personas que dudan de que la vista del mar y el rumor de las olas sean realmente fuentes de disfrute, y que en cambio se han convencido de que lo son, amén de estar convencidas de la excepcional calidad de sus gustos, totalmente al margen de los de los demás, una vez que acuerdan pagar un centenar de francos al día por una habitación de hotel que les permita disfrutar de esa vista, de ese rumor.

Del mismo modo, hay personas que dudan de que otra sea o no inteligente, aunque de inmediato se convencen de que lo son, al menos en cuanto comprueban cómo encaja con la imagen dominante de la persona inteligente y están al corriente de su educación formal, sus conocimientos reales y su título universitario.

Alain de Botton. Cómo cambiar tu vida con Proust.

20/5/24

Las siete partes de A la busca del tiempo perdido:

  1. Por la parte de Swann
  2. A la sombra de las muchachas en flor
  3. La parte de Guermantes
  4. Sodoma y Gomorra
  5. La prisionera
  6. La fugitiva
  7. El tiempo recobrado

No hay prisa. La felicidad no está en la posada, sino en medio del camino, como dijo Don Quijote a Sancho.

En las últimas semanas, quizá por contagio, me he sorprendido pronunciando clichés del tipo «Es brutal» ante sucesos tales como los narrados en la novela biográfica Limonov. Inmediatamente después de proferirlo, me he sentido mal, como si hubiera dicho bonito, lugar mágico o cualquier otra trivialidad que poco dice y poco describe la emoción que estoy sintiendo. Como si hubiera dicho luna serena, hechizera o altanera, y no tocara, ni siquiera levemente arañara la superficie del precepto. Quiero desarrollar más sensibilidad lingüística, más capacidad de describir lo que siento, lo que describo, lo que descrisiento.

INTELIJENCIA

(de Eternidades)

Intelijencia, dame
el nombre esacto de las cosas!
Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Intelijencia, dame
el nombre esacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de as cosas!

Juan Ramón Jiménez

Mejor esto, más cercano al nombre de las cosas:

A veces por el cielo de la tarde pasaba la luna blanca como una nube, furtiva, sin esplendor, semejante a una actriz que no tiene que actuar a esa hora y que, desde la sala, vestida de calle, mira un momento a sus compañeros, difuminándose, deseando que no se fijen en ella.

Marcel Proust. A la busca del tiempo perdido

19/5/2024

Señor, dame paciencia… ¡pero dámela ya!

Me pregunto si el afán de sistematizar, de cerrar asuntos, de dar algo por comprendido para así manipularlo y cumplir mis propios fines…

El fin del pensamiento es acabar con el pensamiento, decía el experto en creatividad Edward De Bono. Pensamos para dejar de pensar. Nos proyectamos constantemente hacia el futuro y el pensamiento, que es enlazamiento y demora, lleva tiempo. Queremos aferrar objetos, el mundo si pudiéramos, para extraer su jugo y beberlo con avidez. El pensamiento es un guía, pero uno del que queremos desprendernos lo antes posible, como si quisiéramos tirar el andamio antes de haber acabado el edificio. como la cuerda por la que subimos al siguiente risco y que cortamos y lanzamos al vacío (nosotros con ella) antes de alcanzar la cima.

Una cosa es comprender la frase y otra tenerla suficientemente en cuenta como para que termine influyendo en la forma de hacer las cosas, de conducirse en el mundo.

Acabo de empezar a leer Por el camino de Swann y ya creo estar empezando a cosechar un beneficio: pausar más a menudo para dejar que la palabra y el concepto precipiten en mi mente y, una vez en la profundidad, cual semilla de delicada planta, se ramifiquen y creen conexiones con otras ideas, otros conceptos, otros mapas conceptuales.

¿Me precipito al intentar formar conceptos (que no dejo que saturen la disolución y precipiten al fondo del recipiente) ? [Me gustaría volver a Guy Claxton y su Cerebro de liebre, mente de tortuga. Es una lectura muy relevante ahora que estoy leyendo a Proust]

Recuerda a Rilke:

Todo es gestación y alumbramiento. Dejar que cada impresión y cada germen de sentimiento lleguen a la madurez por sí mismos en la oscuridad, en lo inexplicable, en el inconsciente, más allá del alcance de nuestra inteligencia, y aguardar con profunda humildad y paciencia el alumbramiento de una nueva claridad: solo eso es la vida del artista. Ser artista no significa hacer cálculos y cuentas sino madurar como el árbol que no fuerza a su savia y permanece fuerte frente a las tormentas de la primavera sin temor a que después no llegue el verano. Llega. Pero solo al que sabe esperar, al que está allí como si toda la eternidad estuviera extendida a sus pies tan despreocupada, tan tranquila, tan vasta.

–Rainer Maria Rilke

Paso por una estrecha calle algunas noches, y, a ras de calle, tras una ventana, un hombre de edad lee en su atestada biblioteca personal. Quizá un día llame al timbre de su casa.

…si acaso, la escritura nos ha hecho más hábiles para comprender cuándo debemos detenernos, y quien no sabe detenerse es analfabeto, aunque vaya en cuatro ruedas.

Umberto Eco

Juan José Ramos dice que debemos leer a Proust como una meditación. Resuena en mí. Dice que nos va a hacer mucho bien espiritualmente. Tomo nota.

18/5/2024

Para afrontar un libro tan inmenso puede (siempre mi tono tentativo, parece que no me comprometo con ningún pensamiento) que me venga bien algo de literatura secundaria sobre el libro. Hace muchos años me topé en una librería con el libro de Alain de Botton Cómo cambiar tu vida con Proust, captó mi atención, pues en esa época yo era asiduo de la literatura (libros) de autoayuda, pero no lo suficiente como para pasar de hojearlo fugazmente, de posar mi atención como una mariposa que busca el néctar y abandona rápidamente la flor. Este revoloteo mental que ha impregnado toda mi vida…

Por supuesto, este es solo uno de los libros que he adquirido (no en el sentido monetario, «con los que me he hecho» sería menos ambiguo). También he localizado montones de videos en inglés y en español sobre el libro y sobre recomendaciones sobre cómo leer el libro; por ejemplo, este video de tan sugestivo nombre: ¿Por qué leer a Proust? Razones para perder el tiempo en el Himalaya de la literatura, de S. Llach

Empiezan los meandros en este inmenso río que comienzo a navegar.

Los clásicos son, para Italo Calvino (1923-1985), aquellos libros que nunca terminan de decir lo que tienen que decir, textos que «cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad».

De la edición de 2009 de la editorial Siruela de Por qué leer los clásicos, de Italo Calvino

17/5/2024

Decisiones, decisiones, decisiones. ¿Escribo lo más reciente al final o al principio de la página? ¡Vade retro, espíritu optimizador! ¡Deja espacio al crecimiento orgánico, la improvisación y la visión que se va consolidando!

Por otra parte, basta con escribir todos los días una letra.

Este es mi compromiso: una letra en este bitácora de lectura de A la busca del tiempo perdido, de Marcel Proust + Una página de lectura al día. A este ritmo, habré acabado en un año Por el camino de Swann. En el entorno de un año, porque el libro tiene más de 500 páginas y menos de 600.

Pero, volviendo a mi propio caso, pensé más modestamente en mi libro y sería inexacto incluso decir que pensaba en aquellos que lo leerían como “mis” lectores. Porque me parecía que ellos no serían “mis” lectores, sino lectores de sí mismos, ya que mi libro no era más que una especie de lupa como las que el óptico de Combray ofrecía a sus clientes: sería mi libro, pero con su ayuda les proporcionaría los medios para leer lo que había dentro de ellos. Para que no les pida que me elogien o me censuren, sino simplemente que me digan si «realmente es así», debería preguntarles si las palabras que leen en su interior son las mismas que he escrito. (aunque una discrepancia a este respecto no siempre tiene por qué ser consecuencia de un error por mi parte, ya que la explicación también podría ser que el lector tenía ojos para los cuales mi libro no era un instrumento adecuado).

– Marcel Proust, El tiempo recuperado

16/5/2024

Puede que esté empezando un nuevo proyecto. Pero esta vez voy a hacerlo de otra manera. Sin planificación estratégica, sin visión, sin camino definido más allá del «Hay que dar un siguiente paso». Veamos dónde lleva esto. Una visión muy borrosa. Ni siquiera eso, una dirección que me atrae entre las infinitas direcciones que pueden atraerme, entre las transfinitas direcciones que podria tomar me atrajeran o no. Todos los inicios son hermosos. Quizá. Todos los inicios empiezan con un primer paso. Este es un primer paso. Veamos hasta dónde me lleva.

Deja un comentario