Diálogos homínicos. Autorregulación y espontaneidad

HM. Mi tesis, amigo mío, es que todo lo que es valioso requiere esfuerzo y determinación. La determinación se mide según la calidad del esfuerzo que pones. Y los resultados terminan llegando después de mucho esfuerzo, de mucho ir contra los movimientos mentales naturales. No pain, no gain.

G. No es mi experiencia esa. Yo hago siempre lo que quiero, lo que me motiva, no tengo que obligarme a nada.

HM. Esto es algo que no deja de sorprenderme. ¿Cómo consigues querer lo que es correcto? La mayoría de los mortales sabemos lo que es lo correcto, pero no siempre sentimos lo que nos empujaría a hacer lo correcto. ¿De verdad nunca tienes que empujarte a hacer algo que no te apetece?

G. No, no me tengo que obligar a nada.

HM. Quizá es que paras cuando la actividad deja de ser fácil.

G. No es así, hago cosas difíciles, pero obtengo jugo de ellas, no dejo que me drenen, que agoten mis energías.

HM. Me recuerdas a la zarza bíblica, que ardía pero no se consumía. Yo cuando ardo siento consumirme.

G. Quizá esté ahí tu problema, que te consumes en algo que no disfrutas verdaderamente. Quizá estás haciendo cosas en tu vida que crees que son buenas porque te dan ciertos beneficios posteriores, dinero, estatus, autoestima, etc., pero que no alimentan espiritualmente…

HM. Serías un buen psicoanalista… Quizá sea eso: que no estoy en contacto con el centro capital de mí mismo, o que las opciones que encuentro a mi alrededor nunca me han satisfecho plenamente.

G. Quizá es que piensas demasiado y no has permitido descubrir qué es lo que te hace disfrutar plenamente.

HM. O quizá es que tengo unos estándares irreales sobre lo que sería una actividad que me realice. Igual es que espero demasiado. Igual espero fuegos artificiales, el nirvana, la solución a todos mis males, la resolución de todas mis contradicciónes, la suspensión de la lucha. ¿Tú eres realmente feliz?

G. … Tengo momentos más felices que otros. Pero sí, soy feliz. Estoy donde quiero estar.

HM. Yo siempre estoy yendo de ganas a desganas, de frustraciones a victorias, que pronto me parecen pírricas y habitualmente vacías. Me siento desconectado de la gente, y me siento desconectado de mí mismo.

G. ¿No estarás deprimido?

HM.  Si estoy ahora deprimido es que he estado toda mi vida en algo cercano a la depresión. Recuerdo esta sensación de melancolía a lo largo de toda mi vida. Siento que he vivido mi vida en una mezcla de temor y de inconsciencia. Entre el terror y el tedio vital.

G. Yo te veo como una persona animosa, que se ilusiona.

HM. No sé, no sé. A veces me veo desde fuera emocionándome con las cosas y me siento extraño, como si fuera un poco una alegría o entusiasmo postizo, como una prótesis emocional-social que me pongo para hacerme más tolerable a mis ojos y a los de los demás.

Pero volvamos a ti… ¿cómo haces para no tener que obligarte a nada, para no tener esa lucha interior entre lo que te apetece y lo que es correcto hacer?

G. Te digo una vez más que no distingo entre lo que es correcto y lo que me apetece. Siempre hago lo que me apetece y suele ser correcto. Hoy es la programación,ser un builder, mañana puede ser otra cosa.

HM. Lo que sí veo en ti es una gran flexibilidad mental y emocional. No te aferras a nada ni creo que a nadie. Diría que  me pareces algo frío. Muy racional. Y no es una opinión que tenga solo yo. Hay más gente que la tiene.

G. ¿Sí? Tú tampoco pareces la alegría de la huerta, la gente te considera frío, sin emociones, sin humanidad.

HM. Me falta el human touch, supongo. Esto ya me lo han dicho un par de veces, y seguro que lo han pensado muchas veces más…

G. ¿Por qué estás tan obsesionado con el control, con la “autorregulación”?

HM. Es el tema de mi vida… Creo que tiene que ver con el miedo, con la intolerancia a la incertidumbre, con la búsqueda de recetas vitales que me allanen el camino. Me falta lo que Yeats llamaba “capacidad negativa”, la habilidad de vivir en la incertidumbre, en lo desconocido.

Es fácil ser valiente hablando o escribiendo o en el anonimato de un blog. Más complicado me parece emprender cosas de las que no tienes ninguna seguridad: relaciones, abordajes a mujeres extrañas o negocios inciertos.

G. Bueno, amigo, ahora he de irme, tengo  masaje tailandés y luego un baño en una playa paradisiaca. Otro día seguimos hablando.

HM. Yo de mayor quiero ser como tú.

 

11 comentarios sobre “Diálogos homínicos. Autorregulación y espontaneidad

  1. Buff… Lo que dice HM en el diálogo podría haberlo dicho yo palabra por palabra (la pregunta es: ¿no le sucederá lo mismo a todo el mundo?). Quizás lo de la capacidad negativa no me hace falta pero tampoco me alivia esta melancolía crónica.

  2. Genial.

    Creo que esos dos seres habitan en mí.

    Puede que lo de arder sin esfuerzo suceda con un gran aporte de energía inicial que luego haga que todo arda fácil.

  3. Estimado HM, la clave de todo está en el arder sin consumirse, todo dependerá del combustible de esa llama, si es del mundo te consumirá sin remedio, si no lo es te hará crecer cada vez más fuerte.
    Busca constantemente ese “otro” combustible y nunca te cansarás de escribir, pues solo escribirás lo que sea necesario.
    Un abrazo

  4. La intervención en el mundo externo y su manipulación no comportan cambios en el estado interno, o estos suelen quedarse en la constatación de las propias capacidades intelectuales y mentales, lo cual no es más que un sucedáneo de la satisfacción. La satisfacción o insatisfacción, así como las motivaciones, el patrón anímico que nos mueve, se dan en el campo emocional, que no entra dentro de los aspectos que podemos controlar y entender intelectual o mentalmente. De ahí el desdoblamiento, la división interna. Hay una parte de nosotros que sabe.

  5. Lo que HM escribió me representa tal cual me siento. Por una vez el dicho » mal de muchos….» me alivió……siento que no estoy sola en la búsqueda de paz, equilibrio y alegría de vivir…..

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